miércoles, 28 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)



Entrega 20 y última
-Ese debe haber sido quizás el pecado que avasallaba a D. Martín Suárez de Toledo- se me escapó el pensamiento en un susurro, sorprendiendo al dolorido duende y al escribano.
-¿Algún dictado para incorporar a vuestra disposición?- dijo el fedatario, mirándome por entre los barrotes de sus cejas.
-¿Martín Suárez de Toledo?- me susurró al oído el trasgo, sentado en mi hombro.
-Nada notario, no deis crédito a mis palabras, sólo un pensamiento en voz alta- dije con acento imperativo, impulsándolo a terminar de una vez por todas con su escrito, cuya extensión comenzaba a preocuparme.
-¿Quién es D. Martín Suárez de Toledo?- insistió en mi interior el genio.
-El segundo marido de mi madre, la hija de Dña. Mencia Calderón- respondí, debiendo echar mano a los restos de mi paciencia para mantener la calma.
-¿El que os apartó de vuestro mayorazgo?- preguntó el espectro, insidioso como siempre, y con la voz deformada por una risa que pugnaba por estallar.
-Sí- dije, sin darle importancia a su falta de cortesía.
-¡MST!- sus palabras se arrebujaban en un manto de crueldad.
-¿Qué dices?- contesté mirando a su rostro, que era ahora la representación de la crueldad.
-Las iniciales en el anillo, ¿recordáis señor nuestro hallazgo en la cripta?- me molestó el “nuestro”, me molestó lo descomedido del tono, me molestó la forma en que parecía regocijarse cuando descubría algo que podría serme desagradable.
Todo él me molestaba, quizás por la certeza con que arrojaba sus estocadas, y esta vez me molestaba más que nunca:
-Los únicos anillos que guardó vuestra madre, envueltos en el pañuelo de “La Adelantada”, fueron los de su padre, y el de su segundo marido- el fantasma, más espectro que nunca, lanzó sin tapujos una risotada tan cruel como plebeya- ¡De D. Hernando de Trejo, vuestro padre, nada!
Lo miré sin responderle, mientras en lo profundo de mi ser rezaba un Ave María, para apartar de mí esas dudas que de tanto en tanto me atormentaban, esos pensamientos que no eran propios de un buen cristiano, y que pese a haber dominado en mis manifestaciones externas se encarnaban en los dichos del duende; sus palabras nacían del estigma que yo llevaba en el fondo de mi alma.
-Hernado, igual que vos, señor, le puso a “su” primogénito- el “su” venía diabólicamente sazonado por el destello de los ojos del trasgo- Y para colmo no fue un don nadie, ya sabemos lo que significa en el Río de la Plata el caudillo en que se convirtió... ¿Quién no conoce a “Hernandarias”(1) en estos reinos?- la risita mefistofélica volvía a apuñalar mis carnes interiores, lacerándome hasta casi interrumpir la profundidad en que intentaba sumergirme para apartar de mí ese pensamiento cruel que, de tanto en tanto, salía de las cavernas del infierno interior que cada uno lleva consigo.
Gracias a Dios, algo dijo el notario liberándome de los sufrimientos íntimos que me atenazaban. Retornando a la superficie de la realidad me encontré con el fedatario que me extendía los folios producto de su trabajo, pidiéndome que los leyera antes de suscribirlos. Confiado en su meticulosidad, los ojeé en forma rápida, una vez más con mi inquisidor trepado sobre mi hombro haciendo, de tanto en tanto, algún comentario al que no prestaba ninguna atención.
-Bien señor notario, habéis interpretado al pie de la letras las instrucciones que os di- dije, agradeciendo en mi interior a Nuestro Señor que me hubiera permitido dar ese paso tan deseado en este invierno de 1613, y empuñando la pluma que me tendía solícito y halagado el escribano, estampé al pie mi firma: Hernando de Trejo y Sanabria Episcopus Tucumanae. (2)
Dejé en libertad al funcionario y, charlando como lo había hecho a mi llegada, me despedí de D. Francisco de Mendoza, agradeciéndole su gentileza en prestarme su encomienda y su reserva para esos menesteres que quería conservar en la mayor intimidad posible, ingresando, previo paso por la capilla, al túnel donde me aguardaba mi guía, antorcha en mano. Caminé en silencio un lapso, mis pensamientos no bullían ahora en el caldo del pasado, sino que se habían disparado espontáneamente al futuro, hacia el fruto de todo lo que me había conmovido en las últimas horas, hacia esa universidad que brillaba como la antorcha en el túnel que transitaba, pero esta vez en un túnel horadado en el tiempo; un laberinto apenas esbozado hacia el futuro, que más que transitarlo habría que construir, y en cuya trazado esa casa de estudios soñada sería la brújula marcando el rumbo: “Ut portet nomen meun coram gentibus” “Univertas Cordubensis Tucumanae”. (3)
-Eminencia- por primera vez el duende empleaba el tratamiento que me correspondía- ¿Quién puso nuestro hallazgo dentro del muro?- no me importunó lo más mínimo la pregunta, ni aún el “nuestro” que solía molestarme, y contesté con un indiferente encoger de hombros.
-Eminencia- insistió el gnomo- ¿Os acordáis de los dientecitos en el tubo de plata, los que seguramente habían pertenecido a un infante muy querido, sin duda al predilecto de la prole?- su voz ahora era meliflua, halagadora, casi obsecuente, lo que me hizo poner en guardia.
-Sí.
-¿Serían de Hernandarias o vuestros, Eminencia?- sin esperar mi respuesta el duende, de un salto, huyó a cobijarse en los obscuros vericuetos de mi espíritu. (4)

(1)Hernando Arias de Saavedra, no es de extrañar que en esta época los hijos no tomaran el apellido de sus padres. Esto no significaba desprecio para sus progenitores.
(2)Los medio hermanos Hernado de Trejo y Sanabria y Hernando Arias de Saavedra, Hernandarias, fueron hitos del americanismo en el Río de la Plata; el uno, primer criollo consagrado obispo y fundador de la Universidad de Córdoba, en cuya empresa fue secundado magistralmente por el provincial de los jesuitas, Diego de Torres; el otro, primer criollo designado gobernador, y caudillo indiscutido de estas tierras.
(3)El lema de la Universidad de Córdoba no le fue impuesto por el obispo Trejo y Sanabria.
(4)El obispo D. Hernando de Trejo y Sanabria salió al año siguiente (1614) a misionar a las sierras de Córdoba, retornando enfermo. Acompañado entre otros por su confesor, el padre Juan Darío, inició viaje a la sede de su diócesis en Santiago del Estero, pensando que el clima de esa villa lo reconfortaría. Falleció a sólo ocho leguas de su partida, el 24 de diciembre de aquel año.
Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

domingo, 25 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 19 y penúltima
Encaramado en el hombro del notario, quien por supuesto no podía percibir su presencia, leía el escrito dirigiendo hacia mí sus ojos, ora alarmados por el contenido de determinadas partes del texto, ora interrogantes en los momentos en que, me pareció, el decir hermético propio de la profesión notarial, labraba párrafos para él (y para muchos) incomprensibles, hasta que de pronto se deslizó reptando hasta encaramarse en mi hombro, susurrándome al oído:
-¡¿Toda la herencia?!
Divertido, asentí con mi cabeza.
-¡¿Al padre Diego de Torres?!
-¡Claro que sí! ¿Porqué no a él? ¡Y ten mucho cuidado de faltar al respeto al provincial de los jesuitas, bellaco!- contesté en mi interior. Por la proximidad con que ahora lo contemplaba, o tal vez acentuada por mi admonición, pude ver lo profundo que había calado la transfiguración en el rostro del trasgo, que antes sólo percibida en sus movimientos: sus ojos habían trocado su habitual brillo picaresco por un toque de sombra angustioso subrayado por profundas ojeras, no existía más en ellos ese signo de interrogación que arrastraba a seguirlo en sus sugerencias, en su lugar ahora flotaba un ambiguo aguaitar desesperanzado; sus labios, en el sótano curvados por un gesto alegremente irónico, habían dejado caer sus comisuras cargadas por el peso de la decepción; el sino del duende había dejado de ser la curiosidad arrolladora, siempre plena de vida, optimista, ansiosa de futuro, para virar hacia su contracara: la duda. No era más un gnomo, me atrevería a decir que ahora era un espectro. Dejé a un costado al ser fantasmal, para meditar sobre mi legado, llegando una vez más a la conclusión que para nada me arrepentía de lo que había dispuesto. Este era un tema que no había surgido sorpresivamente, había sido analizado largamente en el interior de mi conciencia, y madurado en mis conversaciones con el padre Diego; no había improvisación, ni arrebato de magnanimidad: así como en Santiago del Estero había fundado el primer seminario del Tucumán, ahora quería ver una casa de estudios superiores, tal la universidad que había conocido en Lima, pero esta vez en Córdoba de la Nueva Andalucía.
Como siempre mis pensamiento bullían con mayor rapidez que mi capacidad para expresarlos o, como en este caso, de verlos desfilar ordenadamente ante los ojos de mi visión interior. De pronto, en un salto atrás de mis recuerdos, me vi escribiendo un párrafo de la carta que hacía dos años había dirigido al sabio seguidor de San Ignacio “...me obligo dar para ella veinte mil ducados de Castilla y cumplidos entregados al Padre Provincial que eso fuera de esta provincia o al Rector desta casa...” Cada vez que recuerdo este hecho siento el latigazo del remordimiento por un acto que con el tiempo juzgué motivado por la vanidad, y que para mi tranquilidad y salud de mi alma, he reparado con el sentido arrepentimiento; sin duda caí en pecado cuando terminé el párrafo escribiendo: “... el Padre General me ha de recibir por fundador de dicho colegio.” Vanidad, pensaba mientras el notario parecía a punto de terminar su escrito, cuantos pecados arrastra tras su cola esa horrible palabra; y como siempre me sucedía, una idea arrastraba a otra en una extensa cadena que terminaba distante del motivo que había dado origen al primer eslabón. Muchas veces el final inesperado estallaba con luz propia iluminando una realidad que por momentos me dejaba perplejo.
CONTINUARÁ- LA ÚLTIMA ENTREGA SE HARÁ EL MIÉRCOLES. Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

sábado, 24 de noviembre de 2007

UNA REUNIÓN DE AMIGOS, Y ALGUNOS VERSOS DE LOS MUCHOS QUE DESCUBRIMOS


UNIÓN, AMISTAD, COOPERACIÓN

Con Luis a visitar, los dos fuimos al amigo,
y no dimos, recibimos. ¿Porqué- me digo-
volvimos teniendo más, si fuimos a dar AMISTAD?
Y la duda me contestó, que la amistad es UNIÓN,
y que de esa conjunción, nace sólida COOPERACIÓN,
ya que las tres acrisoladas, se alean en hermandad.
Octavio Ochoa (a) “El 88”


La Redacción debe aclarar que de la decenas de versos que hallamos; sólo seleccionamos tres, ya que pese a la libertad que nos dio Hugo, mantuvimos en su intimidad aquellos que nos parecieran que merecía ser respetada.
Los versos no tienen nombre, y como tal los publicamos. Como guinda del postre descubrimos un mural también de la mano de Hugo, cuya foto encabeza estas líneas. ¡Gracias Hugo por la llaneza con que te brindaste!

ALGUNOS VERSOS DE GIBERTI

Hoy nació Martina,
Con ansiedad la esperamos:
Jessy, Nacho, Eugenia,
Yo nervioso y Delfina.
Ya tengo el cuarteto,
Un varón y tres niñas
Son gracias de mi vida
¡Gracias Marcia querida!
18-Ago-07

00000000000

Cuando ellos están
Es hogar que vive
Y hasta en las paredes
Sus voces se inscriben
Cuando ellos se van
Todo se detiene.
¡¡Y todo vuelve a ser
la nada que contiene!!

00000000000

Confié en la sonrisa,
Hace muchos años
Y a pesar de todo,
La tengo en mis labios.
Nunca tengo tristeza
Si estoy con mis nietos
Ellos son un motivo
Para seguir siendo.
En la sonrisa de ellos
Está mi sentimiento
Ellos me reviven
Y sonrío por dentro.

Hugo Giberti

miércoles, 21 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 18
En la quinta había varias construcciones de adobe con techos de paja. La más importante, hacia la que nos dirigíamos, parecía ufanarse de su galería anterior sostenida por rústicos parantes de madera, casi troncos; no obstante, la casa la ostentaba orgullosa, como símbolo distintivo de su posición social en medio de sus congéneres: ser la morada del amo, D. Francisco de Mendoza. En nuestra plática caminando hacia ella revistamos las novedades políticas, yo comentaba lo acaecido en Santiago del Estero, con figura central en el gobernador, D. Luis de Quiñones Osorio, y él relataba los sucesos en Córdoba, siendo la diana de sus afiladas flechas el Teniente Gobernador, D. Fernando de Toledo Pimentel. El último tramo de nuestro andar lo hicimos a la vera de un ancón, de donde nacían acequias espejadas por el sol jugueteando entre las cabelleras de los sauces, y acompasadas en su corretear por los quejidos de algunas norias trasegando las aguas hacia los cuadros de cultivo.
-Os aguarda el notario- me dijo D. Francisco, a punto ya de entrar a la vivienda.
Hubo saludos protocolares, exagerados por el fedatario, especie que, creo, siempre le gustó desplegar hasta la exageración tanto las reverencias como los latinajos. Ya sentados alrededor de una rústica mesa, y después de tomar una taza de soconusco, que me supo como nunca sazonado por el frío del invierno cordobés, se retiró el encomendero aduciendo la necesidad de atender tareas en la quinta, lo que evidentemente era mero pretexto para dejarnos en soledad trabajar.(1)
El letrado había abierto su escribanía portátil y de su interior sacaba los instrumentos de su oficio: tintero, plumas de ganso, y folios cuyo número me hicieron temblar al pensar que si pensaba llenarlos a todos me pasaría el día entre obviedades, frases hechas y otras menudencias a la que son tan afectos los de su menester. Con suma atención revistó el corte de las plumas, sus ojos de aguilucho brillando bajo unas cejas que trepaban tormentosas hacia lo alto, como si de un general se tratase, pasando minuciosa inspección a las espadas de su tropa en la hora crucial que preludia la batalla. Acarició los folios, campo donde libraría el combate, hasta que finalmente seleccionó uno al que contempló satisfecho; levantó el mentón entrecerrando sus ojos como si se tratara de un artista buscando su musa, o un sacerdote a la hora de la consagración, abrevó la pluma en el tintero y dejó flotar un instante la mano portando su arma, hasta que, en forma decidida, la dejó caer sobre el papel donde trazó la señal de la cruz, dejando fluir la pluma portadora de su sapiencia: “En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios Verdadero, y de la Gloriosa Virgen María su madre, Nuestra Señora, a quien toma por abogada, en el asiento de la Ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía....”... El escribano susurraba lo que escribía, pausando su letanía en los lapsos en que, concentrado en un concepto o en el tallado de una filigrana, sacaba la punta de la lengua por una comisura de sus labios y entrecerraba sus ojos modificando la posición de su cabeza sobre la blanca peana de seda alechugada.
El monótono hacer del notario, y mi poco protagonismo, ya que había entregado al notario una minuta con las bases del escrito que necesitaba, me condujo rápidamente al ensimismamiento que caracteriza mi manera de ser; no me cuesta confesarlo, ni trato de corregirlo; antes bien, gozo apurando el proceso cuando lo sé a punto de acaecer, y en aquella oportunidad hice como siempre, empujándome a las profundidades de mi ser. Esta circunstancia hizo reaparecer al geniecillo, ahora instalado en el escenario en que se movían mis pensamientos, aún cuando sus modos fueran otros; en casa ajena, el trasgo parecía cohibido, sus movimientos, antes vivaces y contagiando permanentemente un dinamismo que invitaba a avanzar sin freno hacia lo desconocido, ahora se habían vuelto calmos, temerosos, calculadores; las cabriolas habían desaparecido y ahora, extremadamente sigiloso, caminaba en puntas de pie acercándose al escriba. De tanto en tanto, mientras acortaba la distancia, me miraba buscando mi aprobación... o complicidad, haciéndome reír en mi interior.
(1) La quinta es el origen de un barrio tradicional cordobés, “Quinta Santa Ana”, en el que existe aún la capilla en donde se sigue oficiando el culto.
CONTINUARÁ- LAS ENTREGAS SE HARÁN LOS MIÉRCOLES Y DOMINGO. Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

martes, 20 de noviembre de 2007

SELECCIONE LO QUE SE PUBLICÓ EN ENTREGAS Y LEALO TODO REUNIDO.


DESPUÉS DE UN TIEMPO DE QUE NUESTRO BLOG DESARROLLARA OBRAS POR ENTREGAS LE RECORDAMOS QUE UD. PUEDE LEERLAS REUNIDAS. EL PROCEDIMIENTO ES SENCILLO E INCLUSO LE PERMITE AHORRAR TIEMPO EN SU CONEXIÓN CON LA RED, SI ESE ES UN PROBLEMA. VAYA EN LA COLUMNA DE LA DERECHA A "ETIQUETAS", Y ALLÍ CLIQUEE LAS SIGUIENTES OPCIONES: "BEATRICE", "CUENTOS", "DANTE", "NOMEN" (Ut portet nomen meum), U "OSCURIDAD". UNA VEZ OBTENIDA LO OBRA COMPLETA SE PUEDE DESCONECTAR DE LA RED LO QUE LE PERMITIRÁ LEERLA SIN QUE CONSUMA TIEMPO EN LA RED, SI ES QUE ESO SIGNIFICA UN PROBLEMA. RECUERDE QUE SIEMPRE APARECERÁN LAS ENTREGAS EN EL ORDEN INVERSO AL QUE FUERON PUBLICADAS, ES DECIR QUE LO PRIMERO QUE APARECERÁ SERÁ LA ÚLTIMA ENTREGA, Y HACIA ABAJO EL RESTO. PUEDE VOLVER A CONECTARSE A LA RED EN EL MOMENTO QUE LO CONSIDERE CONVENIENTE. TAMBIÉN LE RECORDAMOS QUE SI DESEA GOZAR DEL POEMA "EL VINO" DISFRUTANDO DE LA VOZ Y LA GUITARRA DEL AUTOR, ALBERTO CORTEZ, PUEDE SOLICITARLO A somosloslibresdelsur@gmail.com
Y LE SERÁ ENVIADO POR MAIL A VUELTA DE CORREO. GRACIAS POR VISITAR ESTE BLOG. ESTAMOS TRABAJANDO PARA UD. LA REDACCIÓN

domingo, 18 de noviembre de 2007

TENGA EN CINCO MINUTOS EL LIBRO QUE NO CONSEGUÍA.


Se puede obtener un ejemplar de calidad, impreso a la vista.
El encuentro de la cultura con la tecnología puede dar como resultado un acto casi mágico que nos genere una prolongada sonrisa. De satisfacción y de asombro. Es lo que sucede desde anteayer en la librería Capítulo dos , del Shopping Alto Palermo, cuando un lector encuentra una base de datos con 300 libros agotados o que nunca se imprimieron en el país y que puede ahora solicitarlos. Acá empieza a esbozarse la sonrisa. Después, entre ese conjunto, halla el título que siempre quiso tener y nunca consiguió. Se agranda la sonrisa. Inmediatamente solicita el libro y deviene testigo del proceso de producción desde que no había nada hasta que se lo extienden como un plato que se pidió a la carta y que, además, pudo ver el proceso de cocción que sólo llevó ¡cinco minutos! Sí, en 5 minutos y por un precio que oscila según el libro entre los 25 y los 69 pesos, aproximadamente, se recibe un ejemplar de primera calidad. Lo mismo que costaría si estuviera en la librería. Entonces, la sonrisa crece hasta sus máximas posibilidades. Así lo pensó la citada librería en conjunto con adnCULTURA y Bibliográfika , organizaron Buenos Aires Pod, El futuro del libro, que se extenderá hasta el 25 del mes actual, todos los días en Capítulo dos del Alto Palermo de 10 a 22.
SI DESEA LEER COMPLETO ESTE ARTÍCULO HAGA CLIC AQUÍ.

RUINAS PERUANAS


LOS SECRETOS DE UN TEMPLO MILENARIO
Tiene murales policromados que podrían ser los más antiguos de América.Diario El Mundo, Madrid, España. Sábado 17 de noviembre de 2007


ROSA M. TRISTÁN
MADRID
.- El templo más antiguo del continente americano, cuna de una cultura coetánea de los sumerios en Mesopotamia, acaba de salir a la luz en el norte de Perú, en el Valle de Ventarrón de Lambayeque. Arqueólogos del país latinoamericano han descubierto un santuario religioso de hace más de 4.000 años con unos impresionantes murales de grabados y pinturas. Los investigadores, dirigidos por Nacho Alva, hace tres meses que comenzaron las excavaciones en las cercanías del pueblo de Ventarrón, con el patrocinio de dos productoras españolas, Explora Films y El Deseo, que están grabando los trabajos.
Los arqueólogos descubrieron el lugar cuando se toparon con un extraño muro de piedra junto a una finca. Iniciaron los trabajos y enseguida comprobaron que el muro estaba hecho de extraños adobles cilídricos, realizados con sedimientos traídos desde un río. «Pensamos que lo hicieron con un sentido religioso», ha señalado Alva. Hasta ahora han excavado tres pisos de unos 250 metros cuadrados en cuyo centro hay una escalera de 25 metros, quizás el acceso a un altar. José Manuel Novoa y Nacho Alva, junto a una momia inca. A la derecha se encontró un mural policromado con águilas. Otros muros tienen diseños rectos con rayas rojas y blancas, curiosamente los colores de la bandera de Perú.Y en uno de ellos se ve un venado atrapado en una red, que se ha interpretado como un rito de cacería. También han aparecido momias incas, lo que implica que el recinto tuvo un uso funerario en culturas posteriores, aunque la mayoría de estas tumbas han sido saqueadas.
Sólo los restos de un papagayo y un mono, adornados con joyas, han aparecido intactos. «Lo más sorprendente es la técnica de construcción de una cultura anterior al Señor de Sipán muy sofisticada», asegura Alva. Todo su trabajo está siendo recogido por las cámaras de José Manuel Novoa, de Explora Films. Novoa lleva muchos meses trabajando en Perú dentro de un proyecto documental que recogerá la historia de las antiguas civilizaciones del norte del país andino, desde la que ahora aparece en Ventarrón hasta la cultura Chavín, cuyo esplendor fue en torno al año 1.300 antes de Cristo. El documental no sólo recoge imágenes de los trabajos sobre el terreno, sino que también se han hecho recreaciones históricas sobre la vida cotidiana de aquellos pueblos.

sábado, 17 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 17
-Dios ajusta pero no ahorca, hermano- me pareció que alguien me había dicho, como si de una respuesta se tratara; y nuevamente tuve la sensación de haber actuado en el proscenio de la ensoñación, a la vez que me contemplaba desde fuera de la escena, como un simple espectador... ¡Ah, las luchas con el poder secular!... ¡Es lo que menos deseaba!... Difusamente, la historia de un enfrentamiento anterior pasó ante mis ojos...
-Finalmente el gobernador Lerma terminó con grillos y enviado a España- traté de tranquilizarme en el diálogo reiniciado conmigo mismo, pensando en las rencilla en que se vio envuelto mi antecesor, Victoria.
-¿Y de que le sirvió al portugués?- intervino el duende que apareció avanzando entre cabriolas delante mío, remarcando lo de “portugués”, como si pretendiera, al recordar el origen de Victoria, despertar en mí algún sentimiento de encono, o exacerbar reacciones que por mi estado no me debía permitir.
-De mucho: ganar la eterna batalla entre los que defendemos a los infieles como hijos de Dios, y los que sólo buscan explotarlos hasta el límite de sus fuerzas, estimado compañero- contesté en tono amigable.
-Lamentablemente la victoria fue pírrica, a su fin sólo quedaron tres sacerdotes en toda la diócesis- lanzó una carcajada el trasgo, olvidando los aires doctorales con que había iniciado su parlamento.
-¡Será posible que no se te pueda tratar como a gente!- me causó gracia la supuesta riña que había planteado, la que olvidé para concentrarme en temas más importantes- Veinte años luché inmerso en esa realidad- me dije- y el Señor me bendijo con el éxito de un Tucumán floreciente, con mi acción pastoral trascendiendo más allá de lo espiritual, tal como lo había hecho, pese a sus sinsabores, “el portugués”. Gracias a su acción, por vez primera se vendió en Brasil(1) un importante cargamento de productos elaborados por manos del Tucumán.
Entre las nieblas de mi meditación me pareció escuchar la voz del hombre de la antorcha preguntándome hacia donde deseaba ir. Sacudí la cabeza para obligarme a regresar de mi vuelo hacia el campo onírico, arrastrando a mi ser a su realidad de caminante en el túnel, y vi a mi guía bajo la antorcha, detenido ante el interrogante de una bifurcación de la caverna, con el rostro desformado por la luz que caía de lo alto, estirando sus facciones en espectral gesto.
-A la quinta de D. Francisco de Mendoza- ordené. Pocos minutos después el túnel se enroscaba en una escalera de caracol; trepé por ella hacia lo que era una diminuta capilla tan hermosa como rústica sus piedras, transité unos pasos sobre sus lajas rugosas y, arrodillándome a un costado del altar, recé unas oraciones ante la imagen de Santa Ana entronizada en una hornacina. En tal menester piadoso me encontraba cuando el gorjeo de unas espuelas a mis espaldas me sacaron de la contemplación interior. Ante mi se hallaba un hidalgo rural, delgado, alto, de anchas espaldas, nariz aguileña y piel curtida por la intemperie, al que tuve que contener para que no pusiera su rodilla cuando besaba mi anillo.
Mientras caminábamos charlamos en susurros en la capilla, y ya fuera, acariciados por el sol, en alta voz que permitía al hidalgo derramar su personalidad extrovertida abierta en gestos oportunos, subrayados de tanto en tanto por su risa franca. Nos hallábamos en una hondonada entre lomas de greda que encrespaban sus lomos al poniente y se diluían al naciente, fluyendo hacia la hoya donde se veía a un cuarto de legua la ciudad amodorrada, como un niño en su cuna; dije veía, pero creo que más exacto sería expresar “intuía”: lo único nítido tras la distancia y la niebla, último aliento de la escarcha derretida, eran los campanarios de sus iglesias portando en sus topes, como moharras, los símbolos de la Verdadera Fe.
(1) El 2 de setiembre de 1587 se efectuó lo que se considera la primera exportación de manufacturas argentinas. A eso se debe que desde 1921, por disposición del gobierno nacional, se reconoce ese día como “Día de la Industria”.
CONTINUARÁ- LAS ENTREGAS SE HARÁN LOS MIÉRCOLES Y DOMINGO. Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

GALERÍA DE FOTÓGRAFOS AFICIONADOS


adnCULTURA del diario La Nación nos ofrece este sábado un multimedia con tres galerías dedicadas a fotógrafos aficionados, acompañadas de buena música. Busque: Ver multimedia y haga clic en él.

DE PARÍS A LA ESTANCIA

En Argentina. Los años dorados (1889-1939), que publica El Ateneo, Alberto Dodero y Philippe Cros recrean aquel período de opulencia a través de más de mil seiscientas fotografías, cartas, retratos y caricaturas que, en buena parte, yacían desconocidos en archivos privados. Los acompañan textos de Féliz Luna, Ernesto Schoo y María Sáenz Quesada, entre otros
Sábado 17 de noviembre de 2007 | Diario La Nación, adnCULTURA, Buenos Aires, Argentina.


Cuando los franceses, a principios del siglo XX, querían hablar de la fabulosa riqueza de un personaje decían " Il est riche comme un argentin " ("Es rico como un argentino"). Ese prestigio económico era el resultado de un manejo de los intereses del "país de las estancias", que derivaba, curiosamente, de la composición familiar de la clase dirigente. Los presidentes, sus ministros, los hombres de negocios y la alta burguesía estaban estrechamente emparentados entre ellos. Victoria Ocampo (nacida en 1890) cuenta en sus memorias que en su casa se discutían los asuntos de Estado como si fueran los de la familia y lo mismo ocurría en muchos, si no en todos, los hogares de la clase patricia hacia finales del siglo XIX y principios del XX. Los apellidos eran la clave de la pequeña y la gran historia.
SI DESEA VER EL ARTÍCULO COMPLETO HAGA CLIC AQUÍ.

viernes, 16 de noviembre de 2007

LA FERIA PINTA LLEVA A NUEVA YORK EL ARTE LATINOAMERICANO


Obra del arquitecto argentino Fabián Marcaccio que ha sido expuesta en el exterior del Metropolitan Pavillion de Manhattan en Nueva York, con motivo de la feria Pinta- EFE

Diario El País, Madrid, España- EFE - Nueva York - 16/11/2007
La creatividad de pintores y escultores latinoamericanos se da cita en Nueva York del 16 al 20 de noviembre en Pinta, la primera feria de arte contemporáneo de la región, que aspira a ser el punto de referencia para inversores y coleccionstas.


“Pinta es una feria de arte única y exclusiva que promete convertirse en centro de una celebración anual de la creatividad latinoamericana en Nueva York”, dijeron los organizadores, que también han hecho coincidir este evento con la celebración de subastas de arte latinoamericano por parte de las grandes firmas internacionales y que esperan que atraiga a más de 20.000 visitantes. En esta feria, que se inauguró ayer y que hoy se abre al público de Manhattan en el Metropolitan Pavillion, participan 34 galerías de arte de diferentes ciudades de todo el continente americano, y también de Europa, y pone su énfasis “primero en lo contemporáneo, luego en el arte moderno”. En ella se exhiben “obras de arte abstracto, concreto, neoconcreto, cinético, conceptual y de otros movimientos artísticos de calidad museística” de América Latina, agregan los organizadores. Entre los expositores que han confirmado su presencia hay galeristas de Nueva York, como Cecilia de Torres, Henrique Faria Fine Art y Magnam Projects, asi como Alejandra Von Hartz, de Miami, entre otras. Asimismo expondrán su oferta de arte latinoamericano otras destacadas galerías de Buenos Aires, Quito, Caracas, São Paulo, y México, además de Espacio Distrito cu4tro y Galeria Fernado Pradilla, de Madrid. En esta feria se pueden observar los trabajos, en diferentes soportes, de artistas latinoamericanos como David Lamelas, José Damasceno, Regina Silveyra, Fabián Marcaccio, Teresita Fernandez, Arturo Herrera, Muu Blanco, Vik Muniz, Danilo Dueñas, Ivan Navarro, Marcos López, Jorge Macchi y Ronald Moran.
“También se cuenta con la presencia de los maestros latinoamerianos”, dijeron los organizadores, que citaron a Wifredo Lam, Roberto Matta, Gego, Helio Oiticica, Waltercio Caldas, Jesús Soto, Joaquín Torres García, Julio Le Parc, León Ferrari ,Xul Solar, Amilcar de Castro y Mira Schendel, entre otros.

jueves, 15 de noviembre de 2007

UN POEMA DE ALBERTO CORTEZ


EL VINO
Si señor, si señor
El vino puede sacar cosas que el hombre se calla.
Que deberían salir cuando el hombre bebe agua.
Va buscando pecho adentro por los silencios del alma
Y les va poniendo voces y los va haciendo palabras.
A veces saca una pena, que por ser pena es amarga,
Sobre su palco de fuego la pone a bailar descalza.
Baila y bailando se crece, hasta que el vino se acaba
Y entonces vuelve la pena a ser silencio del alma.
Sí señor,
El vino puede sacar cosas que el hombre se calla.
Cosas que queman por dentro, cosas que pudren el alma
De los que bajan los ojos, de los que esconden la cara.
El vino entonces libera la valentía encerrada
Y los disfraza de machos, como por arte de magia.
Y entonces son bravucones, hasta que el vino se acaba.
Pues del matón al cobarde, sólo media la resaca...
Sí señor,
El vino puede sacar cosas que el hombre se calla.
Cambia el prisma de las cosas cuando más les hace falta.
A los que llevan sus culpas como una cruz a la espalda.
La impura se piensa pura, como cuando era muchacha,
Y el astado regatea la medida de su drama.
Y todo tiene colores de castidad simulada.
Pues siempre acaban el vino y los dos, en la misma cama
Sí señor,
El vino puede sacar cosas que el hombre se calla.
Pero ¡qué lindo es el vino!
El que se bebe en la casa del que está limpio por dentro
Y tiene, y tiene brillando el alma.
Que nunca le tiembla el pulso cuando pulsa una guitarra,
Que no le falta un amigo ni noches para gastarlas,
Que cuando tiene un pecado, siempre se nota en su cara.
Que bebe el vino por vino, y bebe el agua por agua

Alberto Cortez


QUIEN DESEE TENER ESTE POEMA EN PRESENTACIÓN POWER POINT, CON LA MÚSICA DE LA GUITARRA Y LA VOZ DEL AUTOR PUEDE SOLICITARLO A somosloslibresdelsur@gmail.com CON GUSTO LE SERÁ ENVIADO POR ESTE MEDIO.

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 16
No se equivocaron los ignacianos cuando eligieron esta villa como cabecera de su provincia del Paraguay (1) - pensé cruzando el patio- ¡Yo también siento su embrujo!... hasta he meditado si mis frecuentes viajes desde mi sede en Santiago del Estero se deben a mis necesidades pastorales, o a la forma en que me apetecen los aires cordobeses... ¿No debería quizás trasladar mi sede a esta Córdoba?... Si fuera sólo por satisfacer mis apetencias, que Dios me perdone, ya lo estaría haciendo... ¡Vamos, tampoco exageres!- me dije deteniendo una sesión de autoflagelación que ya parecía inminente- si los jesuitas han sentado sus reales aquí y si tú vienes a ella frecuentemente es porque ves las posibilidades que su ubicación tiene, el genio de sus habitantes, su entrega al estudio, su búsqueda permanente de la verdad, su orgullo de ser lo que son; ¿orgullo dije?... ¡sí, orgullo!, pero uno bien entendido, que no se satisface en abrir las plumas como un pavo real, sino que los impulsa a esforzarse en trascender, en no aceptar imposiciones injustas, en entregarse con alma y vida a defender lo que creen justo... Mientras así pensaba había retornado a la cripta, y me encaminaba tras un fraile, profundo conocedor de los arcanos corredores, que, hachón en alto me guiaba con paso firme y en respetuoso silencio sólo roto para anunciar alguna incidencia del sinuoso túnel: “aquí hay escalones”; “cuidado la viga que es baja”; “hay un charco de agua”... El silencio, lacerado a veces por chillar de cerrojos y goznes o el tintinear de las inmensas llaves, y la oscuridad de la catacumba me transportaron nuevamente a mi mundo interior. Los viejos recuerdos volvieron a revolotear: los de Asunción con aroma a flores silvestres, con rumor de agua serpenteando en mil arroyos y ríos, con la musicalidad del guaraní acompañando a los indios en su creativo laboreo, o en su remar acompasado en ágiles canoas, y los del querido Perú, en cuyos claustros maduré. Mientras caminaba me esforcé en recordar lo soñado. No tan sólo voces, murmullos; también había escenas en esa ensoñación; sentimientos, muchas veces contradictorios, que tal vez por la fuerza de sus contrastes debieron ser los que más material habían echado en el crisol, aleando el metal en el que se cinceló mi existencia. Tal sino me llevó a un pasado embargado por sinsabores y alegrías: la muerte temprana de mi padre, y la pronta aparición de un nuevo padre; luego nomás el nacimiento de un hermano que acaparó la atención de todos, arrebatándome, en un golpe de preferencia por la sangre que lo había engendrado, el mayorazgo que me correspondía y el favor de la familia que se agrandaba día a día con más hermanas.. ¿Ignorado?... No, no fui nunca ignorado, pero sí viví rodeado por una fría indiferencia: como segundón, que no lo era, fui inducido a tomar estado y tras la decisión de vestir los hábitos abandoné el calor de la familia en Asunción, para emigrar a Lima donde por la gracia del Señor me educaría. Con el tiempo, ya sacerdote, aparecía nítida la alegría de recibir bajo mi responsabilidad la provincia franciscana del Perú que tanto llegué a amar, y la tristeza de tener que dejarla; en ese contraste triunfó el alborozo de recibir la bendición de mayores responsabilidades en el Tucumán que, además de la apasionante labor pastoral a la que había consagrado mi vida, ineludiblemente me llevaría a enfrentarme con el poder secular, como siempre había sucedido en el convulso mundo en el que actuaba... Caminaba y meditaba siguiendo el hachón de mi guía, pretendiendo desentrañar los secretos que continuaban inescrutables, al socaire de ese olvido que suele cerrarse ocultando lo vivido en los sueños...
(1)En 1599, veinte y seis años después de la fundación de la ciudad, la Compañía de Jesús la eligió como centro de difusión de su grandiosa acción, no tan sólo religiosa sino cultural y social, a todo el territorio de esa provincia jesuítica que comprendía los jurisdicciones actuales de Argentina, Uruguay, Paraguay, Sur de Brasil y Chile.
CONTINUARÁ- LAS ENTREGAS SE HARÁN LOS MIÉRCOLES Y DOMINGO. Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

domingo, 11 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 15
-¡Es un varón!, es un varón!- gritaba corriendo escaleras abajo una mujer; aparecía una de aquellas esporádicas escenas.
-¡Hernando será su nombre!- dijo mi padrastro mientras subía a grandes zancadas hacia la habitación de mi madre.
Esas palabras me laceraron tan hondamente que a punto estuve de emerger a la realidad, mas permanecí deambulando en la estrecha región que separa la vigilia de la ensoñación. “¡Hernando soy yo, no me quitéis también mi nombre!”, me pareció decir mientras me revolvía con la cabeza reposando sobre la mesa. Lentamente la angustia dejaba de clavar sus dientes en mi alma, y el ansiado desaparecer en la nada tendió su manto tibio sobre mi cuerpo; se apagaron las luces en mi interior, y me sumergí nuevamente en la paz absoluta del mero reposo atemporal, hasta que en algún momento algo comenzó a moverse. Era un balanceo, ¡sí! el balanceo del canasto en el que me encontraba me hacía reír, me reía como cuando mi padre me arrojaba por el aire; podía ver mis manitas extendidas hacia lo alto, como si quisiera alcanzar el palo de donde pendía el canasto, y las cabezas de los indios que portaban el madero sobre sus hombros. Aquella noche la escena me pareció más real que nunca... hasta creo haber escuchado el dulce canturreo de los indios, mientras las paredes vegetales del túnel pasaban lentamente a mi lado; antes de diluirse la imagen intuí un rostro recortado sobre el techo verde... era mi madre que se asomaba para mirarme y vi su mano acariciándome la frente con un pañuelo; en la ilusión del sueño me pareció que era el de las iniciales MC, hallado en la cripta... el pañuelo de mi abuela...
El verde que lo envolvía todo lentamente se hacía más profundo, hasta asfixiar la escena en su totalidad, retornando la tranquilidad ausente de imágenes, una y otra vez interrumpida por nuevas escenas inexplicablemente borradas de mi mente en el momento en que me desperté. Ya dueño de mi ser, en la penumbra apenas alumbrada por la agonía de la única vela que aún ardía, me esforcé por revivirlas pero me fue imposible, enardeciendo al duende que había retornado a deambular por la mesa atormentado en el potro de la curiosidad; sólo pude columbrar que en mi interior habían retumbado profundos cánticos en latín que se complementaban con el aroma a incienso que, me pareció, aún persistía en la cripta... algunos flecos de aisladas conversaciones rondaban en mi cabeza...”Eminencia, rogaremos para que la Santísima Trinidad os bendigan en vuestra acción pastoral”, saliendo desde dentro de un pardo hábito, retumbaba la voz hueca del recuerdo en mis oídos. Guardé todo lo que había retirado del muro en su escondrijo, tomé el candil y subí la escalera por la que se asomaba la claridad de un amanecer apenas insinuado en el patio. Fui a mis aposentos, me lavé, y el buen hermano barbero me rasuró como todas las mañanas. Una vez con ropas más dignas que las que me había puesto para descender al sótano me dirigí presuroso a la capilla doméstica donde me aguardaba el discípulo de San Ignacio, padre Diego de Torres, con quién concelebramos la Santa Misa, para dirigirnos luego al refectorio a desayunar.
-No se preocupe Vuestra Paternidad- le dije al despedirnos en el patio- Hoy cierro con el notario lo que habíamos hablado sobre los fondos necesarios; avanzaremos padre, avanzaremos “ad majorem Dei gloriam”, tal como os manda la “Societas Jesu”, que mucho ha hecho para ayudar mi tarea evangelizadora. De regreso en el patio, las campanas de la Córdoba que tanto me atraía comenzaban tímidamente a saludar un despejado día de invierno; el frío cortante que cabalgaba el viento serrano se atenuaba con la tibieza de un sol que tomaba coraje, animado por el crescendo de los bronces llenando el aire.
CONTINUARÁ- LAS ENTREGAS SE HARÁN LOS MIÉRCOLES Y DOMINGO. Si desea leer reunidas todas las entregas busque en la columna de la derecha, en ETIQUETAS y cliquee en NOMEN.
Alfonso Sevilla

sábado, 10 de noviembre de 2007

ROSARIO (ARGENTINA), CIUDAD PRODIGIOSA


Territorio abonado por una sólida tradición plástica, desde Fontana a Berni, dobló la apuesta por las nuevas tendencias con la apertura del Macro
Sábado 10 de noviembre de 2007 , adnCULTURA, La Nación. Buenos Aires, Argentina


En el mundo globalizado, el arte contemporáneo hace la diferencia. Hay ciudades que se destacan, casi exclusivamente, por las fortísimas apuestas que realizan a favor de las nuevas tendencias. Bilbao o Kassel no serían nombres familiares para el público culto si en la primera no se hubiera levantado la sede del museo Guggenheim, que diseñó Frank Gehry, o si en la segunda no se alojara Documenta, la mayor de las megamuestras del arte actual. En una escala menor, Rosario vive un proceso similar que la está convirtiendo en un potente centro argentino contemporáneo. Esta movida se apoya en un terreno abonado por una sólida tradición plástica, que incluye a algunos de los nombres más destacados de la primera mitad del siglo pasado: desde Leónidas Gambartes y Augusto Schiavoni hasta Antonio Berni o Lucio Fontana. Abundan también los artistas rosarinos entre los innovadores de la década del 60, que realizaron experiencias vanguardistas tan memorables como Tucumán Arde , una de las primeras manifestaciones del arte político.


Entre los más interesantes artistas actuales se encuentran muchos rosarinos, como Román Vitali, Daniel García, Nicola Costantino, Max Cachimba, Fabiana Imola o Leo Battistelli. Rosario cuenta con una importante oferta de espacios dedicados al arte: desde el tradicional Museo Castagnino hasta el más nuevo de los museos de arte contemporáneo (el Macro), pasando por el Centro Cultural Parque España (CCPE), uno de los principales foros para el debate y la difusión de las nuevas tendencias en la ciudad. La actual movida surgió hacia fines de la década del 90, cuando el crítico y curador Fernando Farina (director del Castagnino) comenzó a formar una importante colección, centrada en el arte argentino producido a partir de la década del 60. Hacia comienzos de este siglo, la colección había alcanzado tal envergadura que se hizo necesario crear una institución capaz de contenerla y, a partir de ella, difundir y reflexionar sobre las nuevas tendencias. Así surgió el Macro, dirigido también por Farina, en unos silos reciclados que se levantan a orillas del Paraná.
SI DESEA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO HAGA CLIC AQUÍ.
Por Daniel Molina
Para LA NACIÓN

miércoles, 7 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 14
Este siniestro sujeto, celoso de la intromisión española en lo que creía eran sus dominios, convenció a Dña. Mencia para que se trasladara con toda la gente a su real; él se comprometía a tenerlos como huéspedes y hacerlos llegar a Asunción a la brevedad. “¡Comida acabada, amistad terminada!” Después de quince meses de esperar el cumplimiento de la promesa, “La Adelantada” escapó con las doncellas y el resto de su gente de las garras del perdulario portugués y regresó a San Francisco, desde donde partió adentrándose en la selva con rumbo a la Asunción.
Con la imagen del pequeño caserío perdiéndose entre la niebla del tiempo y el verde manto de la selva, caí en las profundidades del sueño; atrás dejaba el mundo de cartas y bitácora para sumergirme en otro más apasionante, el de mi propia inconsciente elaboración, en el que rutilaban las decenas de imágenes de otros tiempos, las más de las veces entremezclando épocas y personajes que pasaban de un escenario a otro provocando un mundo irreal e incoherente.
De pequeño poco supe de mi padre, no tengo recuerdos físicos de él. Cuando lo evoco, una voz grave llena el espacio de la imagen ausente... una voz grave y el sentirme lanzado hacia el aire entre risas; después... después, un gran vacío, el llanto de mi madre siempre asociado a su ausencia, y con el tiempo la eterna duda:
-Madre, ¿y mi padre?- preguntaba de tanto en tanto, hiciera lo que hiciera; esa incertidumbre aparecía siempre en mis primeros recuerdos de Asunción.
-Está en el cielo, hijo- la repuesta corría un velo de soledad en torno a mi personita, velo que se hacía más opresivo cuando llegaba la noche y, al pie de la cama, rezaba junto a mi madre por su descanso en la Gloria de Nuestro Señor. Esas oraciones me recordaban la ausencia a la que era tan sensible, y en la penumbra del candil que permanecía velando mis sueños, ya solo, me aferraba a la almohada y la humedecía con alguna lágrima, como si rogara “al que se fue” que me hablara con su voz ronca y me arrojara por los aires para recibirme en sus brazos entre risas y la entrañable aspereza de la barba tan querida. Pero lo que más me confundía era ese otro señor a quien también llamaba padre, alguien muy respetado. Estas imágenes solían repetirse, iban y venían en el espacio infinito de los sueños, alternando el protagonismo con otra escena que me intrigaba, a la vez que me causaba un profundo sentimiento de intranquilidad: mi madre aparecía con mis dos padres, sobre nubarrones que danzaban dibujando un torturado telón de fondo.
La figura de mi madre bien definida y resplandeciente como siempre, y las de mis dos “padres” apenas delineadas; el ausente avanzaba ganando nitidez al dejar atrás los nubarrones. Con el rostro cubierto por un velo, iba hacia mi madre que lo esperaba con los brazos tendidos, estallando en el silencio del sueño sólo dos palabras: “María”, modulaba la voz grave de mis recuerdos, “Hernado”, cristalina contestaba mi madre; breve diálogo que preludiaba al tierno beso en que se fundían. Lentamente, envuelta por la tormenta, se borraba la imagen de mi padre tan querido, dejando lugar a mi otro “padre” del que sí tengo recuerdos físicos, esbelto, varonil, ligeramente arrogante, aguardaba a mi madre; “Querida Señora”, decía él con acento comedido, “Mi Señor”, contestaba ella, insinuando una muy leve reverencia, suspendida por la mano solícita del caballero. A esas dos escenas centrales, casi siempre presentes de una u otra forma en mis sueños, se sumaron aquella noche otras, que como fusilos aparecían y desaparecían.
Continuará- Las entregas se harán los miércoles y domingo
Alfonso Sevilla

martes, 6 de noviembre de 2007

CONFUSIÓN (Cuento)


Juan despertó aun con sueño, apagó el despertador que marcaba las seis y se sentó en la cama. Pensó en el día que tenía por delante para recorrer. Era un día igual que los demás. En la casa todos dormían, miró a Julia. Desde la cama parecía observarlo, sin embargo dormía. Siempre lo había asombrado esa forma de dormir con los ojos semiabiertos. Su cuerpo se alargaba en la cama, una pierna descansaba sobre la otra. Sus brazos ágiles terminaban en unas manos prestas siempre al movimiento o a indicar algo. Pensó en los veinte años que llevaban juntos e instantáneamente se acordó de los nueve niños: un promedio de un hijo cada dos años.
Al final se separó de la cama yendo al baño. El contacto del agua fría en la cara terminó por despabilarlo. Se cepilló con cuidado los dientes mientras caminaba. Ese había sido siempre su rito. Cepillar, mirarse en el espejo y caminar, cepillar y a otro cuarto, cepillar y a la cocina, cepillar y a ver los niños, cepillar y pensar, cepillar y volver al baño. Mientras se enjuagaba la boca viajaba con los pensamientos. Eso lo hacia disfrutar. En realidad vagar mentalmente había sido siempre su escape a todo lo que no le agradaba.
Pese a la hora y al frío se sentía bien dispuesto, terminó de peinarse y se miró en el espejo. El reflejo de su imagen lo dejó satisfecho. Tenía cincuenta y cinco años y todavía no peinaba canas, el rostro casi liso sin arrugas, los ojos claros y aun vivaces. Volvió al cuarto por la ropa se puso las medias, los pantalones, la camisa, los zapatos, luego se hizo cuidadosamente el nudo de la corbata, se colocó el saco, buscó sus papeles y al fin salió sin despertar a Julia.
Al pasar entró a mirar a los niños sin ningún cuidado, sabía que dormirían hasta las ocho cuando Julia enérgica y despiadada entraría a despertarlos. Los repasó con la mirada, algunos descansaban plácidamente otros inquietos ya se movían. Juan imaginó sus movimientos posteriores: las carreras para ganar el baño, los manotazos por el jabón y la toalla, las corridas luego hacia la cocina, las peleas por las tazas, por la manteca, por el dulce y por lo que fuere. Sonrió divertido, más aún al pensar que estaría fuera de ese pequeño pero tumultuoso campo de batalla.
Al salir de la casa recogió el diario y lo guardó entre sus papeles. Nunca había podido leerlo mientras viajaba, tampoco lograba comprender a los que lo hacían. Recordó sus primeros intentos cuando comenzó a trabajar como pibe de los mandados a los diecisiete años. Se sentía importante leyendo la primera hoja con los titulares mas salientes. Luego cambió por un diario en inglés. Tenía la cabal sensación de que todos lo observaban admirados. Pavadas de la edad. Cuando en realidad tuvo interés y ansiedad por leerlo, los movimientos del colectivo o el subterráneo lo mareaban entre las letras dejándolo al borde del vómito. Aún hoy, ya de grande, no podía leer en un vehículo.
La calle lo golpeó en el rostro. Soplaba un aire frío y estimulante. Apuró el paso y pasó la avenida casi sin fijarse en las indicaciones del semáforo. Al cruzarse con un par de personas les sonrió con simpatía. Eran sus primeros semejantes en esa desnuda madrugada. Entonces comenzó a notar hasta que punto era diferente aquella mañana de la de todos los días. Sabía que las ciudades, sus calles y avenidas, sus habitantes estén siempre cambiando. Siempre muestran fases y humores diversos, sea por el día, sea por la hora y por la zona. A pesar de ser un día de semana, para Juan esa mañana tenía la sensación de un tono distinto.
Se concentró así en ese viernes que llegaba a él con jubiloso impulso, como anticipo del fin de semana. Su cuerpo erecto y ágil acompañaba su paso apurado. Se sentía saludable y vibrante. Miró hacia ambos lados, izquierda y derecha, luego hacia atrás y hacia adelante, recorrió con la mirada las calles, negocios y edificios aún vacíos. El sol apenas comenzaba a asomar. Cruzó la última avenida y el fin llegó a su escritorio. Allí sonriente saludó el mayordomo. El hombre ni siquiera contestó y sin mirarlo se alejó. Con sorpresa Juan comprobó que la corriente eléctrica de los ascensores estaba cortada y que pese a la hora, la mole de concreto y acero dormía por completo. ¿Sería posible que no se trabajara? ¿De que feriado se trataba? ¿Podría ser que fuera un sábado o un domingo? Asombrado no encontraba explicación a sus preguntas. ¿Se habría confundido? Al fin sacó su diario y miró la fecha. Estupefacto advirtió que era sábado, un día no laborable. ¿Como pudo haberle sucedido eso? Pegó la vuelta en el acto, volvería a la casa a tiempo para participar en el pequeño campo de batalla. Podría jugar con los niños y estar con Julia que así no se quejaría. Comenzó a experimentar una enorme sensación agradable. Era un gozo que nacía incipiente en él, comenzaba a crecer y así tomaba la dimensión de un inmenso placer que le recorría el cuerpo de punta a punta, que le llenaba todo su continente y contenido físico.
Otra vez se sintió vibrar. Era como un torrente y torbellino que se abatían sobre él y lo arrebataban, lo agitaban y lo lanzaban casi al espacio. Se sintió vivo y fuerte, poderoso e invencible. Comenzó a caminar más rápido luego casi a correr. Cada salto suyo sonaba en sus oídos y todo en su ser era un binomio triunfal, vibraba por la sola convicción de existir. Se sentía feliz, alegre y pleno.
Entonces emprendió ya veloz carrera hacia los niños, hacia Julia, hacia donde tanto ansiaba llegar luego de su increíble error. Al fin al doblar la esquina vio su casa, todo parecía igual que al dejarla esa mañana. Agitado, sudoroso pero feliz entró y abrió la puerta. Cuando sorprendido brutalmente, como si hubiera sido atravesado por un rayo, pudo ver los ornamentos mortuorios. De repente recordó la mirada ausente del mayordomo y como lo ignorara esa mañana. Tuvo la visión del enorme edificio totalmente dormido. Volvió a revivir su asombro y su confusión: ¡Trabajar en un día sábado! Ahí de repente se hizo la luz en su cerebro, sintió que se fragmentaba en mil pedazos y entonces desolado comprendió que había muerto.
José Luján

domingo, 4 de noviembre de 2007

UT PORTET NOMEN MEUN (Novela breve en fascículos)


Entrega 13
Pese a lo absorto que me tenía el relato, arrebujado en mi capa, así como en el brasero se escondían las brazas entre las cenizas, y con las velas que comenzaban a agonizar, no pude evitar que un lento sopor lastrara mis párpados haciendo de la lectura un claroscuro donde alternaban las luces del texto con la penumbra de la ensoñación, provocando un bailoteo ridículo de mi cabeza; la narración se tornaba ininteligible y creo que por momentos se amalgamaba la realidad atrapada en el papel, con situaciones que mi imaginación tallaba en las sombras de mi mente adormecida, quizás teniendo por modelo recuerdos de lo por mí vivido. A tal punto llegó la confusión resultante que creo haber entrelazado a mi padre, a quien nunca conocí por ser yo muy pequeño cuando falleció, en la trama de los sucesos, llegando a verlo como capitán al lado de “La Adelantada” fundando la ciudad de San Francisco, en un lugar donde habían encontrado una gran cruz clavada sobre los morros, sin duda para que fueran avistadas por cristianos que llegaran a ese paraje. Sobre el madero había gravado de un lado el nombre del Santo Padre, Papa Alejandro VI; el del Rey de Francia, Luis XII; el del Almirante de Francia, Luis Mallet de Granville, y otros nombres, y del otro lado: en latín, lo que en nuestra lengua quiere decir: "Aqui Binot Paulmier De Gonneville plantó este objeto sagrado." “La Adelantada” relataba en su escrito... ¿o en mi ensoñación?... ¡no, estoy seguro que figura en sus escritos!... que el real fundado por franceses había sido poco tiempo después abandonado y que ella tomaba posesión de esos reinos por mandato del Cesar D. Carlos, y clavaba la picota de la fundación de una nueva ciudad que se llamaría San Francisco y a la que, con el correr del tiempo, los lusitanos nombrarían Sao Francisco do Sul. Diligentemente se construyeron casas de barro y paja y una iglesia de madera en donde se entronizó una imagen de Nuestra Señora de Gracia, y que todo esto acontecía en 1553, suceso que regocijó a la fundadora ya que con él se daba cumplimiento a uno de los mandatos que el Emperador había encomendado a su marido, el difunto adelantado D. Juan de Sanabria. El nombre del fallecido despabiló al duende de la curiosidad (los duendes no duermen totalmente, sólo lo hacen a medias, atentos siempre a los sucesos que hacen a su razón de ser), el geniecillo dio un brinco e irrespetuosamente engarfió sus dedos en mi ropaje y sin miramiento alguno la emprendió a zamarrearme gritando desaforadamente: “¡Ea, señor, las iniciales, las iniciales!” La sugerencia, ¿u orden debería decir?, me sacó sobresaltado del sopor en el que me debatía y, esta vez sin ningún disimulo, busqué el papel correspondiente en donde anoté JS, apresurándome a revolver el desorden de la mesa en procura de la escarcela y los anillos... ¡efectivamente, en uno de ellos campeaban las letras en cuestión, primorosamente enlazadas! El impacto del hallazgo hicieron que los sentidos se adueñaran por completo de mi cuerpo, retornando la lucidez a mi mente; algo indescriptible se apoderó de mí, tierno, nostálgico, por momentos mis ojos se nublaron con el acuoso velo de la nostalgia y, sin saber bien porqué, envolví con unción al anillo en el pañuelo, como si con mi acto pretendiera que los esposos se reencontraran en un tierno abrazo dentro de la intimidad de la escarcela, en donde los dejé reposar. A partir de aquí todo se tornó muy confuso, no tanto por lo destruido del papel, sino por el batiburrillo de mi sesera en donde colijo que cada vez tenían más injerencia las ensoñaciones. Creo que en algún momento destelló en ese mare magnum una boda de gran importancia entre un capitán y María, una de las hijas de Dña. Mencia, suceso feliz opacado por la entrada en escena de un torvo personaje. Un tal Thome de Souza; lusitano de alto porte, tez morena burilada por la viruela, gesto ora irónicamente sonriente que no se privaba de mostrar una dentadura amarillenta y llena de ausencias, ora desdén de labios apretados bajo el acento de una cicatriz que se descolgaba por sobre un ojo; ¡imagen de la ruindad, la del gobernador portugués de San Vicente!
(Continuará- Las entregas se harán los miércoles y domingo)
Alfonso Sevilla

sábado, 3 de noviembre de 2007

MULTIMEDIA MUY BIEN LOGRADO. MOTIVO LA FOTOGRAFÍA


No se pierda el multimedio de sobre la fotografía presentado en adn CULTURA, cuyo link se encuentra en la columna de la derecha, en links de interés, bajo el contador de entradas.

jueves, 1 de noviembre de 2007

HOMERO MANZI CUMPLIRÍA 100 AÑOS


EL QUE LE PUSO POESÍA AL TANGO
Manzi, a 100 años de su nacimiento- Jueves 1 de noviembre de 2007 | Publicado en adn cultura, La Nación, Argentina.

Homero Manzi, de quien se recuerda hoy el centenario de su nacimiento, es uno de los autores fundamentales e ineludibles de la historia del tango. Pero su corta vida -murió a los 43 años, el 3 de mayo de 1951, víctima de cáncer- tuvo muchas aristas que van más allá del personaje porteñísimo que había nacido en Añatuya, Santiago del Estero, en 1907. Homero Nicolás Manzione se dedicó a la política y al periodismo, escribió para cine y para teatro y presidió Sadaic, la sociedad argentina que representa a autores y compositores, entre otras actividades que a veces quedaron opacadas por su talento para volcar sentimientos en el tango, para reflejar la nostalgia tanguera y la pintura barrial como pocos lo han hecho. "Y nos queda la duda de cuánto más hubiera podido hacer este hombre interesado en lo político y comprometido con su tiempo y con los aspectos del país, que supo ver la poesía en los lugares más comunes y mortales", dice, consultado por LA NACION, Luis Brandoni, que además de actor es tanguero y radical (como lo fue Manzi). Aunque con los años tomó un poco de distancia del centro del radicalismo, Homero había simpatizado especialmente con el yrigoyenismo. Integró grupos de resistencia desde el espacio de militancia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y por ese motivo se convirtió en preso político. Años más tarde, fue uno de los que acompañaron las ideas de Arturo Jauretche (y manifestó las propias) en esa fractura que dio origen a la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (Forja). Pero la cosa no terminó ahí. En esa corta vida de casi 44 años se dedicó al periodismo y pasó por el cine como director y guionista (escribió junto a Ulyses Petit de Murat los guiones y adaptaciones de Su mejor alumno , Pampa bárbara y La guerra gaucha ) y fue autor de dos piezas teatrales. Claro que, cuando se menciona a Homero Manzi, enseguida se piensa en "Sur","Malena" (obra que es un mito en sí mismo y que muchos creen que fue dedicada a la cantante Nelly Omar), "Fuimos", "Fruta amarga", "Milonga triste", "Milonga del 900" y "Milonga sentimental", "Después", "El último organito", "Ninguna" y "Che, bandoneón", entre otros más. Algunos de estos títulos fueron escritos con Sebastián Piana (con quien revitalizó la milonga) y con Aníbal Troilo (seguramente, no es casual que una de las más bellas piezas del bandoneonista sea "Responso", escrita tras la muerte de Homero).
SI DESEA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO HAGA CLIC AQUÍ.