sábado, 31 de enero de 2009

CUENTOS Y NOVELAS CORTAS PUBLICADAS EN ESTA PÁGINA


Estos cuentos, salvo uno, LICANTROPÍA, de Don ENRIQUE ANDERSON IMBERT, pertenecen a la pluma de algunos de los amigos que conformamos este cincuentenario grupo que generó Clave 88 y su Suplemento Cultural.
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EL BULULÚ

BEATRICE

CUENTOS VARIOS

NOMEN

OSCURIDAD

UNA BOTELLA AL MAR

VIDA Y MUERTE

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EN BUSCA DEL YO PERDIDO EN LA HABANA, DE GUILLERMO CABRERA INFANTE


La Nación, adnCULTURA, Buenos Aires, Argentina, 31Ene09
En la fotografía, Guillermo Cabrera Infante.
El autor de Tres tristes tigres construyó su obra alrededor de una ciudad inventada por él, exuberante de gracia y color, que sólo en parte coincidía con la capital de Cuba anterior al castrismo. Los juegos de palabras que iluminan sus novelas -aun La ninfa inconstante, aquella que ha dejado sin terminar y que presentamos en estas páginas-, el fino oído que le permite reproducir el habla de un pueblo, las asociaciones tropicales de sus imágenes contribuían a mitigar con la creación el dolor del exilio. En esa compleja tarea lo guiaba lo aprendido y soñado viendo el cine clásico de Hollywood
Por Edgardo Cozarinsky
Para LA NACION

La necromancia ha sido, siempre, uno de los impulsos primeros de toda literatura: se escribe para convocar a los muertos, a seres queridos que ya no nos quieren, a lugares donde alguna vez se fue feliz, sobre todo a ese muerto al mismo tiempo próximo e inasible que fue el autor en su juventud.
Las buscas del tiempo perdido que me interesan no ignoran necesariamente la proustiana, pero su objeto de deseo se encarna en la ciudad perdida. Joyce reinventó Dublín desde Trieste, una Dublín mitologizada en parodia homérica a partir de algunos nombres propios, de una topografía de la que había necesitado distanciarse para convertirse en europeo. En Berlín, en París, en Estados Unidos, Nabokov fue recuperando un San Petersburgo del que no podía sospechar que sólo durante algunas décadas iba a llamarse Leningrado. Cavafis, a partir de su erudición, convocó fantasmas helénicos y bizantinos de Alejandría en los intersticios de una ciudad amnésica, colonizada por las potencias mercantiles del siglo XIX.
Es ésta una necromancia que Guillermo Cabrera Infante practicó concienzudamente. A menudo citaba a Joyce: "Es peligroso dejar el país de uno, pero más peligroso aún es volver a él, porque entonces tus compatriotas, si pueden, te clavarán un cuchillo en el corazón"; en Mea Cuba reiteró la frase, suplantando "corazón" por "espalda". Sabía que no iba a vivir para volver a ver La Habana: aun si el régimen, ablandado, decrépito, lo hubiese invitado en un gesto de complaciente, interesado olvido, él no iba a encontrar el escenario de sus trasnochadas juveniles, menos aún la credulidad con que había dirigido Lunes de Revolución durante el breve período anterior a la imposición de una cultura dirigida según el modelo soviético.
También él, por lo tanto, debió reinventarse una Habana desaparecida en busca del difunto por excelencia: el joven que había sido. En su juego preferido con vocablos, idiomas y citas, buscó su propio fantasma: minucioso trabajo de montaje, durante el cual excavó y desenterró un escenario populoso, una Atlántida hundida, y lo recreó como ciudad de palabras. Y esa ciudad verbal debe mucho a la sintaxis y a la mitología del cinematógrafo.
"Recuerdo no sin estupor lo que le dijo un día un niño a Max Jacob: El cine se hace con los muertos. Se les coge, se les hace caminar y eso es el cine´." Cabrera Infante recuerda esta anécdota en Arcadia todas las noches , en el contexto de una celebración del más necrofílico de los films: Vértigo de Hitchcock, comentado en el contexto del mito de Orfeo y Eurídice y de la leyenda de Tristán e Isolda.

* * *
"Pour l´enfant amoureux de cartes et d´estampes / le monde est égal à son vaste appétit..." Para los hijos del siglo XX, los mapas y estampas del niño baudelaireano han sido las sombras animadas, volubles, fugaces del cinematógrafo. Lo que fue para Borges la Encyclopaedia Britannica , casi inagotable repertorio de historias, de ilusiones de conocimiento y de poder, inventario de personajes y anécdotas disponibles para ser vueltos a contar, como los de las mitologías clásicas, lo fue para Cabrera Infante el cine clásico de Hollywood: crónica y fábula, como las que sustentaron toda la dramaturgia de Shakespeare, remake incesante que tergiversa o borra sus fuentes y al hacerlo, les asegura una anónima supervivencia. ("Cine estadounidense clásico" es, desde luego, una construcción de la mirada crítica e histórica; designa un fenómeno artístico apoyado sobre bases crudamente industriales; engloba irreconciliables como Hitchcock y Ford, Cukor y Hawks, con la imprescindible excepción mayor -Welles- y díscolas excepciones menores: Ray, Fuller. En esa fórmula, la identidad de un estudio puede ser más fuerte que la de sus artesanos bajo contrato: una fábrica de productos de clase B, digamos la filmografía completa de Monogram, configura una cosmogonía nocturna, marginal de Estados Unidos, más cautivante, y en cierto oscuro sentido, más reveladora que la lustrosa, alambicada opera omnia de la MGM.)
Hay una comprobación elemental, inmediata, de todo principiante que aborda la práctica del cine: en el montaje, es decir, en la ordenación de movimientos y sonidos, de gestos y palabras, se juega una continuidad, o si se quiere efectos de discontinuidad, que suscitan, como la combustión producida por el roce de texturas contrarias, una ilusión de vida. Estos procedimientos pueden estar sometidos a la intersección de la Historia y el gusto, es decir, de la moda, pero sus poderes no se agotan en las sorpresas y suspensos que pueden administrar.

* * *
"Y trató de imaginar cómo se vería la luz de una vela cuando está apagada." Lewis Carroll presta un epígrafe a Tres tristes tigres , el libro capital de Cabrera Infante. La luz de la vela apagada que el autor intenta resucitar con palabras es la vida nocturna habanera de los años anteriores a la censura revolucionaria, la vana conversación literaria de amigos que dilapidaban sus noches en proyectos y polémicas sin día siguiente, los chiringuitos abiertos hasta el amanecer, la voz de la mastodóntica cantante de boleros Freddy: trama fragmentaria, discontinuidades que corresponden a la juventud del autor y literariamente son fieles a un principio de digresión constante, al non sequitur del Viaje sentimental de Sterne.
En el libro opera una noción de montaje que ya los formalistas rusos habían señalado, más allá del cine, en la articulación de materiales literarios, fueran narrativos o líricos. Godard sugería en una vieja entrevista que los escritores siempre habían soñado con hacer "montaje" en la página: disponer los elementos y dejar que entre ellos circule el pensamiento del lector... Todo escritor conoce esa forma de montaje que procede por tachadura, reescritura, desplazamiento y reordenación de frases y párrafos enteros, una y otra vez, desde mucho antes del cut and paste actual, hasta hallar la relación elusiva que, en el ámbito de la letra impresa, pueda producir aquella ilusión de vida.
El montaje cinematográfico se realizaba, antes de la irrupción de lo virtual, en una mesa que en inglés se llamaba editing table y en francés, table pour le montage ; en muchos países de habla hispana había adoptado por nombre el de la marca comercial que las fabricaba: moviola. Sobre ella, avanzando o retrocediendo en platos giratorios, imagen y sonido, separados, se ofrecían a la manipulación. Esas mesas donde se jugaba la vida del cinematógrafo me recuerdan otras mesas llamadas en inglés turning tables y en francés, tables tournantes : aquéllas alrededor de las cuales se convoca a los muertos durante las sesiones de necromancia que se dicen de "espiritismo".

* * *
El espectador apasionado, niño y adolescente, se convertiría en el periodista G. Cain, seudónimo que halló una tardía supervivencia en el ocasional guionista cinematográfico. Fue coetáneo de los cineastas de la nouvelle vague que en vísperas de realizar sus films "hacían cine" como críticos en diversas publicaciones, la más famosa de las cuales se llamó Cahiers du cinéma y aún subsiste en un interminable crepúsculo. En La Habana como en París, el joven ávido de dejar una huella personal en el cine y la literatura, o en la vida misma, procuraba hace medio siglo valorizar aquellos aspectos de Hollywood que la academia de la época ignoraba o despreciaba.
Guillermo Cabrera Infante visitó dos veces su pasado de crítico de cine, más bien de espectador. En 1963, reunió sus notas periodísticas en Un oficio del siglo XX ; en 1978, recogió en Arcadia todas las noches conferencias pronunciadas en 1962; años más tarde, en 1998, recogería sus reflexiones de espectador maduro en una tercera, voluminosa colección con algo de summa : Cine o sardina . El primero de estos libros se ubica entre los cuentos de Así en la paz como en la guerra (1960) y la novela Tres tristes tigres , publicada en 1967 pero ganadora, con otro título, de un prestigioso premio en 1965. El segundo anuncia La Habana para un infante difunto , que aparece en 1979. El tercero puede ser leído como un satélite desprendido del planeta Mea Cuba (1992), recopilación de escritos políticos: arrebatos razonados de su rechazo del rumbo elegido por la revolución cubana, de la prolongada adulación que recibieron sus ídolos, del culto de la personalidad de su líder máximo. La distancia entre el joven impaciente de Un oficio... , que celebra regocijado los funerales de su álter ego crítico, y el desterrado de Arcadia... , que rescata su propia voz pasada de un país abandonado, es la que separa Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto . En ambos casos el cine interviene, no tanto como referencia cultural, sino como impulso, aun como herramienta.
Aquel cine que alimentó y dio forma al imaginario de Cabrera Infante, evidentemente, ya no existe. Triturado a partir de los años 80 por la ficción televisiva que remedó sus modos de producción en serie y copió su sintaxis narrativa, la producción industrial estadounidense, hoy regida por mecanismos financieros ajenos al mismo cine, corresponde a un paisaje social donde la publicidad, el video, el rock y la droga, imprevisibles para aquel espectador adolescente, son influencias insoslayables. Sólo en sus márgenes pueden hallarse esas chispas ocasionales de deseo por filmar que mantienen con vida cualquier noción posible de cinematógrafo. En Cine o sardina , Cabrera Infante demuestra que puede apreciar a Kiarostami y a Almodóvar, pero su afecto más sincero permanece fiel a In a Lonely Place [ En un lugar solitario ] de Nicolas Ray o Kiss me Deadly [ El beso mortal ] de Robert Aldrich, así como a la dimensión que regalaban a la imagen las orquestaciones de Erich Wolfgang Korngold, Bernard Herrmann y Miklos Rozsa.

* * *
Los libros de ficción que Cabrera Infante alimentó con aquella pasión cinéfila no tienen nada de clásico. Si las llamamos novelas, es respetando la tradición de Cervantes, Fielding y Joyce, y no la de quienes dictaron normas estrictas para el género, como Flaubert y James. También Godard, que discernió los méritos menos evidentes en Lang y Preminger, realizó en su mejor momento obras profundamente ajenas al canon admirado, donde referencias a éste, citas o alusiones jamás adoptan la forma de la "imitación". Rohmer, estudioso devoto de Hitchcock y Murnau, elaboró una forma de análisis de sentimientos y conductas que, aunque sus personajes habiten torres suburbanas y dependan de la seguridad social, debe más a Marivaux que a aquellos cineastas. Y podría argüirse que los films menos triviales de Truffaut son los que más libertades se toman con el modelo estadounidense.
Impulso y herramienta, escribí. En este sentido todo texto resulta pre-texto dentro de un arte combinatoria cuyo ejemplo contemporáneo más claro es el de Borges: desconfianza hacia la noción de originalidad, certeza de que escribir es reescribir textos propios y ajenos, que el escritor es un oficiante cuya palabra está cruzada por otras palabras, su identidad un mero residuo, una ilusión positivista o psicológica.
El montaje de Tres tristes tigres pone en contacto, y -como en un assemblage necesariamente temporal en vez de espacial- en conflicto elocuente, relatos, conversaciones trasnochadas, ejercicios de pastiche, simples enumeraciones de nombres, diversiones paraliterarias como las han practicado siempre los lectores entusiastas que se entrenan para las letras en improvisados gimnasios de café, "revistas orales" de cualquier gran ciudad. La unicidad del libro reside en que su exceso, desborde, acumulación, superposición y yuxtaposición de prácticas, que encandilan al lector, tienen por propósito nombrar una ausencia: esa luz de una llama apagada que desde el epígrafe connota de sabiduría zen a Lewis Carroll. Como en James, donde la proliferación anecdótica suele tener por centro un vacío, una incógnita que no ha de develarse, el frenesí dilapidador de Cabrera Infante dice el nombre de una difunta: la vida nocturna de La Habana, en la que el escritor cifra su juventud. Cabrera, como todos, no la sabía irrecuperable en el momento de vivirla.

* * *
En su forma original, el espectáculo cinematográfico ha sido la última instancia de ceremonia para la que el hombre debía salir de su casa y congregarse en un sitio sólo a ella destinado: como la religión o el teatro que de ella derivó, el cine (que a su vez amenazó, sin éxito, desplazar al teatro) portaba ese elemento arcaico que ha sido parte de su grandeza: como el que en España se mantiene vivo gracias a la tauromaquia. Los difuntos cines de barrio, transformados en supermercados, garajes o discotecas, hoy acogen otros ritos gregarios. Los ritos públicos o vergonzantes que propiciaban aquellas salas en su carácter original ocupan buena parte de La Habana para un infante difunto , la otra "novela" donde Cabrera Infante prolonga su historia de amor con la ciudad muerta. Menos espectacular que la anterior, esta enciclopedia de nombres y lugares habaneros procura vértigos no tan evidentes para el lector: el verismo pesadillesco de una pintura hiperrealista que, vista desde cierta distancia, parece una fotografía. Cabrera Infante ha contado que el origen de ese libro estuvo en una crisis padecida en 1972: sometido a una serie de electroshocks que le hicieron perder temporariamente la memoria, debió su recuperación, lenta, gradual, al hecho de poner por escrito todo nombre, atisbo del pasado, añico de recuerdos que pudiese suscitar un mecanismo asociativo y lo ayudase a salir de la oscuridad.
Para el lector que nunca ha pisado La Habana, hay una ciudad real que tal vez coincida sólo parcialmente con la que ocupa un lugar en el espacio llamado "real", y la ha conocido a través de este libro. La Habana "real", desde luego, seguirá existiendo por su lado, sin pedir permiso para sus cambios a quienes la convirtieron en mito; en sus paredes seguramente ya no hay afiches de una (para muchos) misteriosa bebida llamada Materva; tampoco en el solar de Zulueta 468 conviven el engañoso Rosendo Rey con las complementarias y contradictorias Fina y Chelo, ni en su azotea espera Nela a un entusiasta principiante. En La Habana para un infante difunto se agita una vida oscura, sobre todo informe, que cristaliza brutalmente, fugazmente, en un crimen, en un enamoramiento. Como ocurre en Tres tristes tigres , la conversación de materiales narrativos diversos, contradictorios, compone un moto perpetuo que es algo más que la suma de sus elementos. El impulso literario que ha transfigurado nombres y circunstancias -personajes incipientes, esbozos de anécdota- en estas ficciones centrífugas y les otorga existencia en esa twilight zone donde dialogan y se confunden memoria e imaginación -el predio tradicional de la literatura- es el mismo que hizo reinventar Dublín a Joyce y casi toda Rusia a Nabokov, y en el caso de Cavafis una Alejandría invisible. Todos ellos, como Cabrera Infante, han exorcizado una ausencia por la palabra.
Notas relacionadas
31.01.2009 |
LA NINFA INCONSTANTE

jueves, 29 de enero de 2009

EL ARTE IRANÍ LEVANTA EL VELO


El País, Madrid, España, 29Ene09
Coleccionistas e inversores se apuntan al repentino 'boom' de los creadores persas
ÁNGELES ESPINOSA - Teherán -
¿Le suenan Parviz Tanavoli, Mohamed Ehsai o Farshad Moshiri? Pues tome nota porque son tres artistas plásticos iraníes cuyas obras se cotizaron por encima del millón de dólares (774. 700 euros) el año pasado.

De repente, después de tres décadas de aislamiento, el mundo está descubriendo el arte contemporáneo iraní. Al menos, el mundo que hay justo en la otra orilla del golfo Pérsico. En Dubai y otros emiratos árabes, coleccionistas e inversores han abierto una ventana al exterior para los artistas iraníes. Ahora, su reto es evitar que la crisis económica vuelva a sumirles en el olvido. "Las subastas de Dubai", responde sin dudar Anahita Ghabaian cuando se le pregunta por la causa del repentino éxito internacional de los artistas iraníes. Ghabaian es la directora y copropietaria de Silk Road, galería de referencia en Teherán. "Desde que abrimos en 2001, hemos participado en diferentes ferias de arte en Europa, incluida Arco en 2007, y nunca los precios han llegado al nivel de ahora", señala. La enorme liquidez generada durante los años de petróleo caro y el afán ilustrado de sus gobernantes han puesto de moda el coleccionismo en Dubai, Abu Dhabi o Qatar. A la vez, el arte se revelaba como una inversión de prestigio para unas sociedades saturadas de bienes de consumo. Christie's vio el filón y en 2006 empezó a celebrar subastas regulares en Dubai, el emirato que ha marcado el camino. Enseguida le imitaron Bonhams, Sotheby's y otras. Un año más tarde, las obras iraníes dominaban las pujas y el poder adquisitivo de los asistentes disparó sus precios.
"No me lo creía", confiesa Moshiri, a sus 45 años el primer artista iraní en alcanzar la marca del millón. Su obra Eshgh (amor, en persa) se adjudicó por 1,05 millones de dólares, muy por encima de los 150.000 de salida, en la subasta de Bonhams del pasado marzo. "No es una cifra que se pueda digerir fácilmente", admite el pintor. Y no fue sólo él. Los creadores iraníes barrieron. Sus trabajos consiguieron las tres ofertas más elevadas. Pocas semanas después, en la segunda subasta de Christie's, una caligrafía de Ehsai se pagó a 1,2 millones de dólares, una pintura de Hosein Zenderoudi a 1,6 y una escultura de Tanavoli a 2,8 millones, la cifra más alta lograda nunca por un artista de Oriente Próximo. No obstante, Ghabaian precisa que "quienes han batido récords son gente consagrada". Igual que antes sucediera con el arte indio y el arte chino, surgía de repente la pasión por el arte iraní.
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martes, 27 de enero de 2009

"EL COLOSO" NO ES DE GOYA


La Nación, ADNCultura, Buenos Aires, Argentina, 25Ene09
Luego de largas investigaciones, el Museo del Prado confirmó hoy que la obra fue realizada por un discípulo del maestro español
MADRID (AP) _

Ni Goya ni obra maestra. El Museo del Prado declaró el lunes que lo más probable es que el autor del célebre cuadro El Coloso haya sido Asensio Juliá, reconocido como el discípulo más importante de Francisco de Goya, y dijo que el lienzo evidencia una cierta pobreza técnica.
En un extenso informe publicado en la página web del museo, Manuela Mena, experta en la obra de Goya y responsable del estudio, descartó que el pintor aragonés tuviera algo que ver con el cuadro. Mena argumentó razones de estilo para sostener una hipótesis que venía defendiendo desde el año pasado.
Además, señaló que en la parte inferior del cuadro se advierten las siglas A.J. En su opinión, el pintor valenciano Asensio Juliá, conocido desde finales del siglo XVIII como ayudante principal del taller de Goya, sería el autor más probable de El Coloso . El informe subraya que las escasas obras conservadas de Juliá tienen por firma "iniciales similares" y una grafía muy parecida.
"El cuadro presenta desde su misma base un modo de trabajo distinto al de Goya, revelando por comparación con sus obras, una mano y concepción de las figuras y el espacio diferente a la suya", explicó Mena en el informe. "En superficie, sin embargo, el cuadro está pintado claramente a imitación del estilo del maestro, lo que ha ayudado a mantener el error sobre su verdadera autoría", añadió. En ese sentido, Mena recomienda seguir indagando en las figuras de otros pintores que trataron de emular las técnicas de Goya para poder atribuir la obra a Juliá "con total seguridad".
El Coloso llegó al Museo del Prado en 1931 y desde entonces fue alabado por gran parte de la crítica y expertos como un ejemplo del Goya más moderno. La pintura se fechó como anterior a 1812, lo que facilitó su vinculación con la Guerra de la Independencia entre España y la Francia de Napaleón (1808-1814). El conflicto dio lugar a algunas de las obras más renombradas del genio aragonés, como la serie Los desastres de la guerra , La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo.
El estudio desmonta esta teoría y va más lejos. El análisis de Mena sostiene que las pinceladas de El Coloso son lentas, titubeantes y sin fluidez. "Visto con luz adecuada, se hace manifiesta la pobreza de su técnica, de su luz y colorido, así como la marcada diferencia de ´El Coloso´ con las obras maestras, de atribución documentada de Goya", afirmó. Mena considera que la enorme figura del gigante que domina el cuadro fue resituada varias veces por la brocha del pintor, evidenciando dificultades en el dominio del espacio, la fisonomía y la expresión.
"Ese modo de hacer indica un proceso de creación lento e indeciso, no directo ni sabiendo de antemano lo que se pretende. Su autor no está seguro de lo que va a hacer y cómo lo va a hacer, dudando de los resultados", aseguró.

sábado, 24 de enero de 2009

PALEONTOLOGÍA: UN ALEMÁN DE HACE 3.000 AÑOS


El Mundo Madrid, España, 24Ene09
La fotografía es de una mascarilla fúnebre no proveniente de Alemania.
El ADN prueba que está emparentado con hombres de la Edad del Bronce
El análisis indica que su familia no se ha movido de lugar en tres milenios
Carlos Álvaro Roldán | Berlín

Rebuscando, seguro que hasta el más común de los españoles puede recordar ancestros de hace cuatro, cinco o seis generaciones o incluso remontarse algunos siglos atrás. Pero todo parecerá una broma en comparación con la lista familiar del alemán Manfred Huchthausen, un maestro de escuela de 58 años residente en el distrito rural de Osterode, en el lado suroeste del profundo bosque de Harz, en el centro del país.
Huchthausen es el ciudadano del planeta con la familia más antigua. Se ha convertido en una pequeña gloria local al demostrarse que tiene un abuelo de hace 120 generaciones. Exactamente un hombre que vivió en la Edad del Bronce en estas montañas y que estaba enterrado en una cueva junto a otros 40 humanos de hace 3.000 años. Y en realidad, Manfred no está solo. Su vecino Uwe Lange, un agrimensor de 48 años, también ha sabido que tiene los mismos ancestros. Los dos hombres se conocían de vista hasta que la antropóloga Susanne Hummel, de la Universidad de Gotinga, les reunió para darles la noticia.

Gracias a una prueba de ADN, se demostraba que ambos eran parientes de un cráneo encontrado en 1993 en la cercana cueva de Lichtenstein y datado por el carbono 14 en 3.000 años. Las pruebas han mostrado una total similitud entre aquellos hombres que vivieron entre el 1.000 y el 700 a. C. y entre los dos vecinos actuales del pueblo. El ADN viene a decir que, en 3.000 años, las familias de Manfred y de Uwe jamás se han movido de su pueblo, un monumental caso de arraigo al terruño documentado por la genética. La cueva está situada en un paraje de difícil acceso, pero era bien conocida por los paisanos. Manfred reconoce que había jugado en los pasadizos de niño. «Pero no me habría atrevido a entrar si hubiera sabido que mi tatarabuelo, o lo que sea, estaba allí enterrado», ha bromeado en algunas entrevistas. La cripta con los restos humanos prehistóricos no se halló hasta 2003. Cuatro años después, la investigadora Hummel y su equipo pudieron extraer material genético de los huesos encontrados. «Tuvimos una suerte increíble», ha declarado la experta, «el material estaba tan fresco como la sangre que los forenses recolectan tras un crimen».

Pruebas a 300 personas
A alguien se le ocurrió buscar alemanes que vivan hoy en aquellos parajes para ver si tenían relación genética con los primeros habitantes. Y colocaron un anuncio en la prensa local. Los desperdigados lugareños se lo tomaron con humor y unos 300 acudieron a la cita. Pacientemente y uno a uno les fueron tomando muestras de saliva con bastoncillos de algodón. Y aunque pocos de los científicos se lo esperaban, ya que era improbable que los familiares de aquel hombre hayan permanecido en la difícil orografía de Harz durante tres millares de años, dos de los vecinos, Uwe y Manfred, reflejaron similitudes genéticas con aquella calavera.
«A los que quieran saber cómo se siente uno pudiendo rastrear sus raíces familiares hasta 3.000 años, puedo decirles que es imponente, sensacional y fascinante», respondió Manfred en sus primeras entrevistas a medios locales. Tras visitar la cueva se declaró con una «extraña sensación». Pero lo que realmente le sacudió fue cuando le dejaron sostener los huesos de su antecesor, «¡120 generaciones en mis manos!». Manfred quiere ahora que la Edad del Bronce tenga un recuerdo en su aldea de Osterode en forma de un festival anual.

ESPLÉNDIDOS SECRETOS


El País, Madrid, España, 23Ene09
DIEGO GALÁN
Está de moda decirlo: el género documental descubre aspectos de la vida que no están al alcance del cine de ficción, y en España se realizan muchos y muy buenos. El documental le puede al cine tradicional en libertad de expresión y en capacidad para acercarse a la vida real.
Es vigoroso, necesario, y a menudo sorprendente.
Ahí están como muestra los cuatro que la próxima semana se disputarán el Goya del año: Bucarest, la memoria perdida, conmovedor tributo filial a Jordi Solé Tura (unos 5.000 espectadores en taquilla); El último truco, reconocimiento al genio creador de peculiares maquetas cinematográficas por las que fue codiciado en otros países, Emilio Ruiz del Río, que falleció durante el rodaje del documental (cien espectadores); El pollo, el pez y el cangrejo real, relato apasionado de las andanzas del cocinero Jesús Almagro por ganar el Premio Bocusse D'Or (algo más de 1.000 espectadores); y Old man Bebo, otro retrato admirativo, esta vez sobre el genial músico cubano Bebo Valdés (aún sin estrenar). A pesar de que estos documentales son espléndidos, ninguno ha conquistado la taquilla. Muy pocos cines quieren proyectarlos, y aún son menos las televisiones en que logran emitirse, como si la gloria del género no abriera puertas.

Otras injusticias
Además de estos cuatro al borde del Goya, muchos otros documentales se están quedando injustamente en el arcén. Por citar algunos, Hollywood contra Franco, fundamentado trabajo sobre la actitud de Estados Unidos y las gentes de su cine respecto a la Guerra Civil española, posturas variantes según la coyuntura de intereses políticos o comerciales; está narrado con sabio sentido del cine, premiado en festivales y, sin embargo, a ningún distribuidor parece interesarle. O Mónica del Raval, retrato de una prostituta gorda, desdentada y barata, tan feliz de haberse conocido como lo están sus clientes habituales, enclavados todos en un ambiente sórdido, no exento de encanto y humor. O Flores de luna, recordatorio de aquellas chabolas del madrileño Pozo del Tío Raimundo que fueron ejemplo de resistencia en el franquismo, y que hoy son testimonio de "una sociedad desmemoriada, insolidaria y autocomplaciente", como escribió Almudena Grandes...
Hay más y más documentales que continúan sin oportunidad de ser conocidos por el gran público, desorientado éste ante tanta y tan confusa oferta. Por si fuera poco, se asegura en medios del cine que hay distribuidoras que exigen dinero por adelantado para incluir en sus listas películas españolas. Y que los documentales, ni mirarlos.

domingo, 18 de enero de 2009

¿PUEDE LA PORNOGRAFÍA SER ARTE POLÍTICO?


El País. Madrid, España, 18Ene09
Santiago Sierra usa el sexo en su nueva obra como símbolo del miedo a la inmigración
ISABEL LAFONT - Madrid -
Provocar, según el diccionario de la Real Academia Española, es "irritar o estimular a alguien con palabras u obras para que se enoje". Desde que Édouard Manet escandalizara con su Desayuno sobre la hierba (en el que una mujer desnuda y un hombre vestido comparten pic-nic sobre la hierba) en 1863, toda una tradición de artistas se ha empeñado en romper las propias reglas del arte, las de la religión y la moral, incluso las de la legalidad.

Con todos ellos se llega a la perplejidad, cuando no al rechazo frontal. Y, siempre, el debate: ¿Es el efectismo el camino más corto a la notoriedad? ¿Dónde acaba la creación y empieza el ego del artista?
Transgresión. El artista presenta en la galería Helga de Alvear, en Madrid, su última obra, 'Los penetrados'- SANTIAGO SIERRA
"Lo que no aplauda las virtudes del poder, provoca", dice con enfado el creador.
Para Sierra, el arte sin intención es inútil y, por tanto, "una fachada".
Santiago Sierra (Madrid, 1966), a su pesar, forma parte de una casta de artistas a los que cuesta no calificar de transgresores. Hoy inaugura en la galería Helga de Alvear (en Madrid) su último trabajo, Los penetrados, un vídeo de 45 minutos en ocho actos. Muestra todas las combinaciones posibles de penetración anal entre grupos de hombres y mujeres de raza blanca y negra. Los proyectos de Sierra nunca han pasado inadvertidos. En 2003 tapió el pabellón español en la Bienal de Venecia e impidió el acceso a quien no presentara un DNI español; en 2006 quiso llenar de monóxido de carbono una sinagoga en Alemania -la acción fue cancelada ante la protesta de la comunidad judía (a pesar de que pretendía ser un acto a su favor)-; en 2007 construyó unos módulos a partir de los residuos fecales humanos que manipulan los intocables en la India; y el pasado 1 de enero instaló en una aseguradora londinense un contador que registrará todos los fallecimientos que se produzcan este año en todo el mundo.
No es difícil hacer una lectura política de sus obras. Por eso, quizás, el artista no oculta su profundo disgusto cuando se le pregunta si se siente un provocador: "Lo que no sea un aplauso permanente a las virtudes del poder es siempre una provocación", dice con enfado. "Me parece muy impertinente preguntarle eso a un artista con 20 años de carrera y un ritmo de trabajo tan intenso y serio como el mío. Me parece, además, que con esa pregunta se pretende ponerme a la defensiva y se evita profundizar en mi trabajo, colocándome un sambenito simplista y envenenado", afirmaba ayer mientras supervisaba el montaje de la exposición. "No, no me siento así. Yo soy un artista de mi época. Así me siento porque eso es exactamente lo que soy". Para la realización de Los penetrados, Sierra colocó anuncios en busca de voluntarios que quisieran participar en el proyecto a cambio de 250 euros. En total, se seleccionaron unos 70 participantes. "Si te interesa, puedes ver trabajos del artista en su página... Teclea Santiago Sierra en Google. El vídeo sólo se proyectará en galerías de arte...
No es pornografía", decía el anuncio. ¿Y entonces, qué es? "Probablemente sea pornografía. Entiendo que la pornografía son imágenes de gente fornicando y nada más, sin trama, y eso es Los penetrados. No intento colocarme por encima de un director de pornografía porque realmente no lo estoy. Creo que la pornografía tiene algo muy magnético. Te quedas enganchado mirando y te sitúas en otra dimensión mental, en un plano que nos acerca al instinto y nos aleja de lo reflexivo. Así que me parece perfecta para activar y mirar lo que de instintivo tiene la política".
Nunca ha sido amigo de explicar sus trabajos: "Eso es Hollywood, que da todo bien mascado a un público que subestima y al que desea convencer. En mi trabajo la gente tiene libertad para pensar por sí misma. No es necesaria mi guía". Su último proyecto, sin embargo, entronca con dos de sus preocupaciones constantes en su trayectoria: la inmigración y la cuestión racial.
"La tradicional paranoia de los blancos hacia los negros o de los europeos con los africanos tiene que ver con un fuerte pánico, pues pensamos que tarde o temprano habrán de cobrarse justicia por nuestras codiciosas canalladas pasadas y presentes", señala Sierra. "Pero esa paranoia blanca también tiene que ver con el miedo a una sexualidad que nos rebaje, con que enamoren a nuestras hembras y a nuestros machos más que con que nos quiten el trabajo; el trabajo sólo lo quita el patrón. Las reflexiones políticas y las actuaciones que de ellas se derivan son algo más primario de lo que comúnmente se cree", añade.
Para Sierra, el arte sin intención es inútil y, por tanto, "una fachada": "Freud despreciaba a los surrealistas al considerar que sólo cuando miramos para otro lado aflora el inconsciente. No se puede ser inconsciente conscientemente. De un modo similar, el arte aparentemente menos político es el más instrumentalizado políticamente. Todo arte es político, pero normalmente quien se fotografía con el poder asegura tener sólo un interés poético".

(Nota de Clave 88: evitamos poner fotografías de la muestra para no dar pie a que se nos vea como amarillistas. No obstante, siguiendo nuestro criterio de evitar cualquier forma de censura, y existiendo en el artículo original imágenes, dejamos librado al criterio de los lectores el acceder o no a ellas. Para artículo original, hacer clic aquí)

sábado, 17 de enero de 2009

PICASSO Y LOS MAESTROS


Arte
París rinde homenaje al artista más importante del siglo XX con una formidable muestra en el Grand Palais, centrada en las influencias decisivas en la obra del malagueño genial. Con el patrocinio del presidente Nicolas Sarkozy, los millones del grupo LVMH y la asociación con L´Express y Le Figaro, los principales museos del mundo se unieron para producir un éxito
LANACION.com | ADN Cultura | Sábado 17 de enero de 2009



(...) El complemento intimista son dos bellísimas exposiciones monográficas, una en el Louvre y otra en el Orsay, destinadas a revisar las relaciones de Picasso con Delacroix y con Edouard Manet, cuyos azules violáceos, que tanto escándalo provocaron en el Salón de 1881, deslumbraron y sedujeron a Picasso, hasta el punto de fijar el espíritu cromático de su conocida, y muy cotizada, época azul. (...) "Pasen y vean que no habrá otra igual", es el mensaje que los medios asociados, Le Figaro y L´Express , transmiten a su audiencia. Lo mismo opina Michael Kimmelmann, crítico de The New York Times , que recomienda enfáticamente reexaminar a Picasso en "su" mirada de los maestros. (...) Sin embargo, fue su padre, José Ruiz, profesor de Bellas Artes y pintor mediocre, su primer maestro. Era un hombre de aspecto atildado, buen mozo, retratado por Pablo cuando tenía solo catorce años. Esa pintura precoz deslumbró a don Ruiz. Tras el asombro inicial, le regaló los óleos y los pinceles. Nunca más volvería a pintar. Estaba delante de un artista inmenso? que no había llegado a la mayoría de edad. (...) Tenía siete cuando garabateó en un papel a un jinete en movimiento y lo llamó El picador . A los once, dibujaba con la solvencia de un académico y vivió lo suficiente para pintar en la madurez con la inocencia de un niño. (...) Expuso en París por primera vez en 1900, para el Pabellón Español de la Exposición Universal. Esa visita sería clave en su vida de artista. Descubrió a los impresionistas y quedó deslumbrado al contemplar el Manet de Desayuno sobre la hierba . La obra sería motivo de múltiples reinterpretaciones: más de 26 pinturas, 140 dibujos, grabados y cerámicas fueron creados a partir de esa escena costumbrista. (...)

LA CULTURA TIENE SU MERCADO ILEGAL. EN LOS PRIMEROS SEIS MESES DE 2008 SE DENUNCIÓ EL ROBO DE 519 BIENES CULTURALES


La Nación, Buenos Aires, Argentina, 17Ene09
En los primeros seis meses de 2008 se denunció el robo de 519 bienes culturales, la mayoría en Buenos Aires
Cuatro toneladas de fósiles se repatriaron el año pasado Foto: Archivo
Raquel San Martín
LA NACION
Disimulados en el equipaje, escondidos entre objetos legítimamente exportables, robados entre otros bienes de una casa, ocultos entre la ropa de alguien que visita una biblioteca, los bienes culturales representan un renglón específico y valioso del tráfico ilícito de objetos. Según datos de Interpol, hasta la mitad de 2008 se denunciaron en la Argentina 519 objetos robados, entre cuadros, libros antiguos, monedas y billetes, platería y fósiles, que pasaron a engrosar una industria que, a nivel mundial, moviliza unos 7000 millones de dólares cada año, y que está en el tercer lugar del ranking de mercados ilegales, después del tráfico de drogas y de armas.

La ciudad de Buenos Aires y la provincia son los lugares donde más robos de objetos culturales se denuncian (fueron el 66% en 2008; el 65% en 2007, y el 75% en 2006). Las cifras de Interpol dicen que en 2007 se denunciaron en la Argentina 752 objetos robados, principalmente libros antiguos (36%), antigüedades (28%), cuadros (11%) y platería (10%). En 2006, fueron 888 objetos, mayormente grabados (66%), libros antiguos (11%) y objetos arqueológicos (7%). En el país, durante 2008, el tráfico ilegal de bienes movilizó más de 3 millones de dólares. Interpol tiene datos hasta mediados del año pasado. "Es difícil hacer una proyección para la segunda parte del año en el robo de objetos culturales, porque no hay obligación de denunciarlo. Ahora aparece gente denunciando objetos que le robaron hace cinco años", dijo a LA NACION Marcelo El Haibe, responsable del área de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol. "Hay más denuncias porque la gente se da cuenta de que tiene más chances de recuperarlos", analizó. La búsqueda de estos bienes, que comienza con su publicación en Internet, puede tener recorridos cinematográficos, desde un mercado de pulgas porteño hasta una galería parisina. Así ocurrió, por ejemplo, con la recuperación, en 2005, de tres valiosos cuadros (de Renoir, Cézanne y Gauguin), que habían sido parte del botín robado en 1980 en el Museo Nacional de Bellas Artes, y que se rastrearon hasta París. En 2008, en tanto, se repatriaron cuatro toneladas de fósiles que habían sido halladas en febrero de 2006 en una feria de paleontología en Arizona.
Para "crear conciencia sobre la ilicitud del tráfico de bienes culturales", la Secretaría de Cultura de la Nación acaba de lanzar la segunda edición de una campaña, con carteles y afiches que se exhiben en 16 aeropuertos y 100 puestos de frontera, un video institucional que se emitirá por televisión, un sitio de Internet y una campaña que llegará por correo electrónico.
Los afiches utilizan 14 pares de imágenes que, por oposición, señalan los bienes históricos, arqueológicos y artísticos que hay que preservar. Este año se agregaron más imágenes, se les dio más peso a los bienes artísticos y se incorporaron obras recuperadas. La primera campaña se hizo desde el 15 de diciembre de 2006 y durante 2007.
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viernes, 16 de enero de 2009

ALTERACIONES REPENTINAS


El País, Montevideo, Uruguay, 16Ene09
Hugo Fontana
LA PALEOCLIMATOLOGÍA es una disciplina reciente que evalúa los cambios ocurridos en el clima del planeta desde varios centenares de años atrás hasta hoy.

Para ello estudia básicamente tres tipos de evidencias: los anillos de algunos árboles milenarios, la composición y las huellas de algunos glaciares, y el testimonio de hombres que dejaron diarios, memorias, y crónicas acerca de una serie de fenómenos significativos. El británico Brian Fagan es un arqueólogo y antropólogo que se ha especializado en este terreno, habiendo escrito ya más de 40 libros y ejercido como docente en varias universidades de su país y de Estados Unidos. En La pequeña edad de hielo aborda dichos cambios durante un largo período, desde 1300 a 1850, aunque sus estudios dan comienzo bastante antes y llegan hasta nuestros días.
Según Fagan, antes de 1300 y a lo largo de algunos siglos el planeta disfrutó de un período relativamente cálido que permitió, entre otras cosas, que Erik el Rojo y otros navegantes nórdicos, entre ellos su hijo Lief Erikson, descubrieran y colonizaran Groenlandia ("tierra verde") y llegaran incluso a lo que bautizaron como Vineland ("tierra de viñas"), en América del Norte, hoy territorios de Canadá y Estados Unidos. Luego del siglo XIII, y en un período especialmente frío que se extendió hasta fines del siglo XIX, aquellos lugares fueron rodeados por el hielo, por lo que los viajes de los adelantados se vieron interrumpidos.
Fagan sostiene que este tipo de cambios climáticos ha sido constante a lo largo de la existencia del planeta Tierra, y que su pronóstico hubiera sido prácticamente imposible aun contando con los adelantos técnicos de nuestros días. Lo que esta disciplina observa entonces no son solo esas modificaciones sino las consecuencias que ellas tuvieron en el desarrollo de la Historia del Hombre: sus migraciones, sus costumbres, sus estrategias para abastecerse de alimentos, el fortalecimiento de algunas comunidades o naciones, su prosperidad o su ruina, la posibilidad de seguir afrontando y venciendo mil y una dificultades o claudicar ante ellas. Ya en el prefacio de su estupendo libro, el autor advierte que "la Pequeña Edad de Hielo fue un zigzag interminable de cambios climáticos, una época en la que cada ciclo no duraba más de 25 años. El ciclo de calentamiento persistente que hoy sufrimos es algo anormal", para agregar pocos párrafos después que dichos cambios no llegaron gradualmente "sino por medio de alteraciones repentinas cuyas causas desconocemos y cuyo control se nos escapa".
Meses de cenizas. En este devenir, resulta de singular importancia el comportamiento de la llamada Oscilación del Atlántico Norte (OAN), la que ha determinado a lo largo de los siglos no solo la existencia de corrientes de diversas temperaturas que viajan de norte a sur y de sur a norte por las aguas oceánicas, sino las diversas graduaciones de la presión atmosférica y la persistencia de los vientos, todo lo que influyó de modo directo en la alternancia de épocas frías o cálidas, lluviosas o secas, calmas o turbulentas, y sus inmediatas consecuencias sociales, económicas y políticas. Otras de las causas a las que Fagan otorga relevancia es a la actividad volcánica y a diversas erupciones como la del Huaynaputina en 1600, la del Tambora en 1816 y la del Krakatoa en 1883, los que lanzaron tanta ceniza a la atmósfera que por meses la llegada de los rayos solares se vio entorpecida, provocando algunos de los inviernos más fríos registrados en los últimos siglos.
A modo de ejemplo, en los períodos cálidos los pueblos nórdicos desarrollaron una verdadera industria de la pesca del bacalao y del arenque, en particular en el Mar del Norte y en el Báltico con un apogeo que llegó a durar casi 500 años, entre 800 y 1300, pero cuando las grandes masas de hielo comenzaron a aumentar de tamaño y a viajar hacia el sur, los beneficiarios de los enormes cardúmenes que se desplazaban buscando temperaturas más benévolas fueron los de Europa Central y Gran Bretaña. Entre tanto, los nórdicos debieron dedicarse a la madera, a la tala de antiquísimos bosques, a su industrialización manual y a su comercio con el resto del continente, lo que incluso llegó a mejorar su situación económica.
Pero no todo fue negocios y progreso. Si bien las poblaciones rural y urbana aumentaron notablemente durante la Edad Media, a la llegada de los fríos y en tanto el hombre no supo responder con técnicas novedosas en el cultivo y el almacenamiento de productos agrícolas, las hambrunas asolaron a Europa durante décadas, acompañadas entre otras cosas por el arribo de epidemias, como la peste negra o la bubónica, las que diezmaron aquellos grupos con evidentes carencias en su alimentación. Largos y reiterados inviernos muy lluviosos arruinaban las cosechas de cereales, los mendigos de los campos se acercaban a las ciudades y hurgaban entre los desechos cuando no "pastaban como ganado" al borde de los caminos. Todo ello, además, generó una ola de fervor religioso con la que se trató de explicar estos fenómenos, provocando la institucionalización de intrigas, persecuciones y las consabidas quemas de brujas o de todo individuo sospechoso de subvertir o cuestionar el poder de Dios o de la Iglesia.
A mitad de camino. Pero más allá de todas estas aparentes coincidencias, e intentando dar una explicación de estos cambios, Fagan debe admitir que solo puede manejarse con varias hipótesis difíciles de corroborar con absoluta seguridad. Entonces se pregunta acerca de varias posibilidades. ¿Fueron las pequeñas variaciones en el eje terrestre las responsables de los cambios de temperatura, del enfriamiento de las zonas polares, de los extensos inviernos diluviales? ¿Fueron las fluctuaciones cíclicas en la radiación solar las que contribuyeron al enfriamiento global? "Las certezas no abundan", se responde. "Sabemos que todavía vivimos en la Gran Edad de Hielo, a mitad de camino de un período interglaciar, uno de los muchos que han existido en los últimos 750.000 años".
Pero sí puede contestarse acerca del estado actual de cosas, y lo hace de modo contundente: "El planeta tiene reservas de combustibles fósiles suficientes para seguir emitiendo volúmenes importantes de dióxido de carbono hasta bien entrado el siglo XXII. Si no se controla ese aumento de los niveles de gas en la atmósfera, los cambios climáticos serán muy pronunciados y extremadamente imprevisibles". Fagan parece decir que, por primera vez para la seres humanos, algunos de los elementos clave para su supervivencia están, más que en el azar del sol, de la excentricidad de la órbita terrestre o de las corrientes marítimas, en sus propias manos.
LA PEQUEÑA EDAD DE HIELO. Cómo el clima afectó a la historia de Europa. 1300-1850, de Brian Fagan, Gedisa, Barcelona, 2008. Distribuye Océano. 344 págs.

INTIMIDADES DE HITLER


El País, Montevideo, Uruguay, 16Ene09
Álvaro Ojeda
EL ASUNTO ES diabólicamente simple. Henrik Eberle y Matthias Uhl, los editores responsables de El informe Hitler, exhuman un documento secreto elaborado por la inteligencia soviética y lo transcriben anotándolo prolijamente. Como si fuera el jamón de un sándwich, lo encierran entre un minucioso prólogo y un fascinante epílogo mientras esperan con confianza a los lectores sabiendo que lo que tienen entre manos es oro.
El documento en cuestión fue escrito para saciar la curiosidad de Stalin y trata de la suerte corrida por Hitler luego de la caída de Berlín. Satisfacer a Stalin demandó cuatro años de intenso y feroz trabajo. Acabado el mismo, el 29 de diciembre de 1949 el Zar soviético recibió el resultado final casi con desdén y lo guardó entre sus documentos personales sin realizar comentarios o anotaciones de índole alguna. En 1959 Nikita Kruschov lo exhibió brevemente para intervenir en un debate en la República Federal de Alemania sobre el régimen nazi. Acto seguido lo archivó en una carpeta de asuntos generales como quien adecenta la casa por si llegan visitas. En 1991 Eberle y Uhl descubrieron que el acta desclasificada con el número 462 es una copia fiel del informe escrito para los ojos avizores de Stalin y la historia vuelve a su comienzo en los jardines de la Cancillería del Reich.
El fin y el comienzo. Hitler se suicida en su búnker bajo la Cancillería del Reich en Berlín, alrededor de las 15.30 horas del 30 de abril de 1945. Stalin se entera unas doce horas después por intermedio del mariscal Zhukov y, para variar, desconfía. Declara: "De modo que esto se ha acabado. Es una lástima que no lo hayamos cazado vivo. ¿Dónde está el cadáver?".
El Comisariado del Pueblo de Asuntos Internos -la NKVD- recibe la orden de Stalin de elaborar un informe veraz sobre el destino final de Hitler. Entra en escena Lavrenti Beria, que comprueba para su horror que los restos calcinados del Führer mezclados con otros restos, han sido desenterrados y vueltos a enterrar por las tropas rusas que tomaron la Cancillería. Hay que aclarar las cosas para el Zar bolchevique y hay que hacerlo de manera fehaciente. Los primeros informes de los forenses rusos -médicos y odontólogos del ejército- reconocen la identidad de los cadáveres y hablan de suicidio con cianuro. Es necesario conseguir testigos. El 2 de mayo de 1945 son capturados los comandantes de las SS Otto Günsche y Heinz Linge, ayudante de cámara y jefe del servicio personal de Hitler respectivamente. Ese mismo día se realiza una nueva autopsia sobre once cadáveres encontrados en los jardines de la Cancillería. Se insiste en el envenenamiento por cianuro. Hay que interrogar a los testigos directos. Günsche y Linge mienten sobre su identidad y condición pero son descubiertos por el teniente coronel de la NKVD Fiodor Karpovich Parparov, a la postre autor del informe que abarcará la vida pública y privada del Führer desde 1933 a 1945. El resultado es una suma de confesiones adecuadas para atenuar el maltrato y transcripciones agradables al paladar de Stalin. No obstante la verdad late debajo del procedimiento.
Ejemplos varios. El tono puede ser íntimo: "Goebbels cuenta ahora la última anécdota sobre Göring, cuyo amor por los uniformes de fantasía y por las medallas es tan desmedido, que se ha puesto una condecoración en el pijama. El chisme divierte mucho a Hitler. En broma encarga confeccionar una condecoración de papel de plata y oro y hacer entrega de la misma a Göring junto con un diploma redactado en un tono grandilocuente".
Los carniceros se divertían aunque luego de la derrota el ambiente cambió.
"La aniquilación del 6º ejército en Stalingrado tuvo sobre Hitler unos efectos terribles. Ya no podía subsistir sin las inyecciones estimulantes que le proporcionaba Morell, su médico personal, que se las inyectaba cada dos días después del desayuno. Ello le provocó espasmos estomacales de origen nervioso. Hitler tuvo que guardar cama durante varias jornadas a causa de los fuertes dolores que sufría. Linge que le suministraba el opio recetado por Morell, tenía que presenciar cómo Hitler se retorcía de dolor."
Cuando se produce el atentado contra el Führer en julio de 1944 las notas aclaratorias aportan luz sobre los odios personales de los oficiales de las SS.
"Hitler llegó a saber por medio de Himmler y Bormann que el mariscal de campo Rommel se había solidarizado con los conjurados. Le presentaron a Hitler informes del Servicio de Seguridad y Notificaciones según los cuales Rommel hacía proclamas derrotistas, declarando abiertamente que la guerra estaba perdida. Rommel se hallaba por entonces en su ciudad de Würzburg, donde se recuperaba de una leve herida en la cabeza que había sufrido en un accidente automovilístico". Los editores corrigen la versión: "El mariscal Rommel había sido herido el 17 de julio de 1944 en el curso de un ataque aéreo mientras viajaba en su automóvil en las cercanías de Livarot (Francia). Sufrió una grave fractura en el cráneo, dos lesiones en las sienes y una rotura de los huesos de la mejilla. Pasó la convalecencia en su casa de Herrlingen, cerca de Ulm". Este ejercicio de cotejar versiones arrancadas bajo tortura con datos objetivos, brinda al texto un corte verosímil y permite una exégesis completa sin anular el criterio propio del lector. También resulta evidente lo que le gustaba leer a Stalin, a quien se satisface a conciencia. Las orgías del secretario de Hitler, Martin Bormann, son reseñadas con pulcritud: "Su casa resplandecía de luz. Los ordenanzas de las SS sirven champaña, coñac, licor y dulces. En una enorme radiogramola atruena una salvaje música de baile americana. Bormann toma entre sus brazos a su amante, una actriz de Dresde que reside en su mansión, y vuela con ella por todo el salón. La esposa de Bormann atiende a los huéspedes. Bormann la ha sacado expresamente de la cama para este cometido. La mujer le ha dado once hijos a Bormann y le es servilmente sumisa. Él la ha obligado a aceptar el hecho de convivir con la amante de su esposo bajo el mismo techo".
Las referencias a los campos de exterminio son mínimas: "El parte del frente occidental corrió a cargo de Friedel, quien informó de que en Turingia los americanos habían continuado avanzando hacia el este y que habían ocupado las ciudades de Weimar y Jena. Hitler que hasta el momento había estado escuchando en silencio y aparentemente distraído, preguntó de pronto: -¿Y que ha sido del campo de Buchenwald? Buchenwald, uno de los mayores campos de concentración en Alemania, estaba en las proximidades de Weimar".
El desenlace. Se trata de un relato neutro, gris, fotográfico. De una narración de certezas sobre la muerte. Son datos recabados y transcriptos para la tranquilidad de Stalin.
"Una vez en el interior, pudo oler un tufo de pólvora, como suele haber cuando se efectúa un disparo. Linge volvió a dirigirse a la antesala de reuniones, donde se encontró inesperadamente con Bormann. Éste, con la cabeza gacha, estaba de pie junto a la puerta que daba a la estancia y se apoyaba con el brazo en la mesa. Linge informó a Bormann que el vestíbulo de Hitler olía a pólvora. Bormann se incorporó y, junto a Linge, acudió deprisa al despacho de Hitler. Linge empujó la puerta y entró junto a Bormann. A los dos se les ofreció el panorama siguiente: a la izquierda del sofá aparecía Hitler, sentado. Muerto. A su lado se veía, también muerta, a Eva Braun. En la sien derecha de Hitler se podía observar una herida del tamaño de una pequeña moneda y sobre su mejilla corrían dos hilos de sangre. En la alfombra, junto al sofá, se había formado un charco del tamaño de un plato. La pared y el sofá también estaban salpicados con chorros de sangre".
Es posible imaginar los últimos momentos del interrogatorio: los suspiros de alivio, la tos nerviosa, la ropa desarreglada. La lectura de Stalin.
El libro posee excelentes fichas biográficas y un prolijo catálogo de fuentes.
EL INFORME HITLER de Henrik Eberle y Matthias Uhl. Prólogo de Richard Overy. Tusquets, Barcelona, 2008, Distribuye Urano. 622 páginas.

jueves, 15 de enero de 2009

CARL HONORÉ: “PRESIONAMOS TANTO A NUESTROS HIJOS QUE NOS LES DEJAMOS ELEGIR SU CAMINO”


La Vanguardia, Barcelona, España, 04Ene09
Texto de Ima Sanchís
Fotos de Carlos González Armesto
El inspirador de muchos de los movimientos slow, el escocés Carl Honoré, alerta ahora en su nuevo libro dedicado a la educación de los hijos sobre el exceso de exigencia y perfeccionismo. Bajo presión reclama calma, mucha calma, y el autor insiste en la necesidad de perder el miedo, confiar en uno mismo y en la propia capacidad para educar sin echar mano de mano

Hace tres años, este curioso historiador escocés que ejercía de periodista para el The Globe and Mail, el National Post, The Guardian, The Observer y The Economist, sorprendió al mundo con su libro Elogio de la lentitud, traducido a treinta lenguas, que se inspiró e inspiró todo tipo de movimientos mundiales en contra de la rapidez, desde el Club de la Pereza en Japón, la Sociedad de la Ralentización del Tiempo en toda Europa y el Movimiento por el Sexo Lento. Ya son 35 las poblaciones europeas que se han sumado a los principios de Petrini: “El placer antes que el beneficio, los seres humanos antes que la oficina central”.
Ahora lo vuelvo a tener frente a mí, tras recorrerse el mundo para analizar nuestro moderno enfoque de la infancia que esta dando como resultado niños hiperactivos, deprimidos, obesos, violentos e insatisfechos. Bajo presión nos muestra los estudios científicos más significativos sobre fracaso escolar, neurología, sociología y psicología, mezclándolos con tendencias educativas. Una mirada inteligente que nos advierte de los peligros de esta sociedad superexigente y mitificadora. De nuevo Honoré llama a la calma y al placer de la vida inteligente y emotiva, baluartes de lo humano, en contra del exceso de presión por hacer de nuestro hijos niños alfa, porque, tal como dijo Einstein, la educación es lo que queda cuando se ha olvidado todo lo aprendido en la escuela.

Cuarenta años y dos hijos de siete y nueve años, ¿qué le preocupa?
Para mí, el desafío más complicado es dejarles salir a la calle solos. Pese a todas las estadísticas que demuestran que nunca los niños habían vivido tan seguros y mi denuncia de absurdas medidas que les coartan toda libertad, yo también soy presa de los temores.
En una escuela inglesa han sustituido las corbatas tradicionales por otras sujetas con ganchos a fin de reducir el riesgo de ahogarse.
Sí, las preocupaciones sobre la seguridad de los niños han llegado al paroxismo. Otra escuela de enseñanza primaria de Attleboro, Massachussets, concluyó que el corre que te pillo suponía un riesgo para la salud y lo prohibió, le imitaron varios colegios. En muchas escuelas de Canadá y Suecia se han prohibido las peleas con bolas de nieve por cuestiones de seguridad. Profesores de todo el mundo informan de que, cuando las clases se van de excursión al campo, algunos padres les siguen en coche para asegurarse de que el pequeño está bien.

¿Al niño del siglo XXI se le cría en cautividad?
Sí, se le encierra en espacios interiores y se le traslada de un sitio a otro en el asiento trasero de un coche. Muchas escuelas de Suecia ya no dejan que los niños de 11 años vayan y vuelvan a casa en bicicleta solos.

¿Qué pasa?
Que cuanto menos hijos se tienen, más preciosos son y más se rechazan los riesgos; que los apretados programas que todos llevamos nos mantienen separados: cuanto más tiempo pasan juntas las familias, más fácil les resulta a los padres confiar en la capacidad de sus hijos de enfrentar los riesgos.

¿Y qué dicen los psicólogos?
Que cuando los niños están sobreprotegidos, es decir, cuando cada instante de su día está reglamentado y supervisado, la probabilidad de que de mayores sufran ansiedad y temores sube, y también el riesgo de que se busquen estímulos en las drogas, el sexo o la violencia.

Si el miedo paterno no se corresponde con la realidad, entonces, ¿cuál es el problema de los padres?
La pérdida de confianza en la capacidad de educar a nuestros hijos sin recurrir a los manuales. En realidad, todos conocemos a nuestros hijos mejor que nadie, pero la cultura del perfeccionismo nos insiste en que en algún sitio hay una receta perfecta para educarlos, y eso es un mito, una mentira.
La ONU advierte de que uno de cada cinco niños sufre algún desorden psicológico, y en Gran Bretaña cada 28 minutos un adolescente trata de suicidarse.
Estas cifras subrayan que el modelo actual de la infancia está fracasando, pese a que estamos invirtiendo más dinero, más energía y más tiempo en nuestros hijos que jamás en la historia. Hemos profesionalizado la paternidad, todo muy bien intencionado, pero no funciona. Para mantener el ritmo de ese exceso de actividad y exigencias sociales, los niños acaban medicados. El famoso Ritalin, un psicotrópico para frenar la hiperactividad, ha llegado a niveles epidémicos (más de seis millones de niños lo consumen en EE.UU.). Y hay un dato relevante: la depresión, la ansiedad infantil, el abuso de drogas y el suicidio son fenómenos más comunes en las clases adineradas que en las clases más humildes.

¿La presión?
Sí, sobre todo en las clases sociales adineradas, la niñez se ha transformado en una carrera contra reloj, y la paternidad ha pasado a ser un cruce de desarrollo de un producto y deporte competitivo, eso implica una presión aplastante y sofocante. Es algo que parte de la cultura del consumo y de que tenemos muchos recursos financieros para invertir en nuestros pocos hijos, que queremos convertir en niños alfa.

¿Habrá un punto medio?
En nuestra cultura parece que sólo hay dos caminos: o nuestro hijo va a la mejor universidad, toca el piano y es seleccionado por el mejor club de deporte, o es un desgraciado. Es una filosofía que afecta a todo, el cuerpo tiene que ser perfecto, las vacaciones, los dientes…, es una presión feroz. A muchos niños se les diagnostica déficit de atención e hiperactividad por motivos equivocados: en la actualidad, antes que cambiar el entorno donde vivimos, preferimos alterar nuestros cerebros para que se adapten al entorno. Consideramos la timidez, la tristeza, la duda, la culpa o la ira como enfermedad en lugar de rasgos inherentes a la condición humana. De hecho, cada vez más padres llevan a sus hijos de uno o dos años al psicoterapeuta para que les curen las rabietas.

Una cultura de mitos que empieza en el vientre de la madre…
El mito central es que si una cosa es buena para el niño, más y más pronto es mejor. El famoso efecto Mozart (unos investigadores averiguaron en los años 90 que escuchar música de Mozart mejoraba el razonamiento espacial de los universitarios) inundó las guarderías de música de piano, incluso los hospitales del estado de Georgia enviaban a todos los bebés a casa con un CD con piezas de Bach y Mozart. Resulta que ese efecto no dura más de 20 minutos y no hay prueba alguna de que afine el cerebro de los bebés.
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martes, 13 de enero de 2009

LAS MIL Y UNA PÁGINAS SOBRE CÓRDOBA, ARGENTINA


La Voz del Interior, Córdoba, Argentina, 13Ene08
Se reeditó "Historia de Córdoba", uno de los libros más importantes del historiador cordobés. Actualizada en más de un sentido, la obra supera las mil páginas y describe el acontecer provincial hasta 2007.
Rogelio Demarchi
Especial

No nació en Córdoba sino en La Plata, allá por 1912, pero se ha dedicado a escribir la historia de esta provincia a lo largo de 60 años en los que ha publicado, entre libros y folletos, más de 300 títulos. Se ha ocupado de barrios, calles, pueblos, teatros, periódicos y escuelas, además de las figuras y los hechos históricos más tradicionales. Vista así, la obra de Efraín U. Bischoff da la impresión de que no queda nada por decir sobre Córdoba y su gente. Pero él sigue trabajando. Y una muestra de lo que todavía puede producir es la quinta edición actualizada de su Historia de Córdoba (Lerner Editora) que acaba de salir: tiene más de mil páginas. El relato comienza con las disputas que se desatan entre España y Portugal tras el descubrimiento de América, a fines del 1400, lo que da lugar a la firma del Tratado de Tordesillas, y se cierra, por así decirlo, en diciembre de 2007, con la llegada a la gobernación de Juan Schiaretti.

Un hombre perseverante
La publicación, curiosamente, tiene lugar cuando se cumplen 40 años de la primera edición. Pero el aniversario no guarda ninguna relación con el proyecto de reedición. Es apenas un dato que permite valorar la trascendencia de una obra y la perseverancia de su autor.

–¿Qué cambió de aquella primera edición a esta? ¿Sólo creció "hacia adelante" o hubo otro tipo de revisiones y agregados sucesivos?
–He agrandado muchas otras cosas, me he permitido hacer algunos juicios... He agrandado todo lo que he podido. Y me he puesto a releerla y me he dado cuenta de que ahora no la podría hacer.

–¿Por qué?
–Porque tiene una gran cantidad de datos, de lecturas.

–Es que por momentos usted es muy meticuloso.
–Sí, he sido siempre un tipo de mucho trabajo. No sé cómo he podido hacer ese libro. Creo que es lo más completo que se ha hecho.

–Además, habla de todo: la vida social, religiosa, cultural; los periódicos, los avances científicos, los símbolos de la modernización.
–Sí, eso siempre me ha interesado. Recuerde que yo tengo trabajos muy específicos sobre el Teatro del Libertador, por ejemplo, que entonces se llamaba Rivera Indarte. En esas temáticas, esta edición es muy rica.

-¿Alguna vez se dio cuenta de que estaba trabajando por adelantado, recolectando material para una futura reedición?
-Seguramente, porque todos los libros que he escrito en el medio me han servido, de casi todos ellos me he valido para tomar datos que he incorporado a esta edición.

Un hombre autodidacta
Si de aniversarios se trata, se podría decir que Bischoff está festejando varios al mismo tiempo. A los 40 años de la primera edición de Historia de Córdoba, hay que agregar dos más, y cada uno tiene sus anécdotas. Promediando la década de 1940, Bischoff ya era un escritor conocido, no sólo como periodista e historiador –dos pasiones a las que se ha dedicado con fruición desde que publicó su primer artículo a los 16 años, en un periódico de Cruz del Eje–, sino también como autor de obras de teatro y como el primer guionista de radioteatros en la provincia. Fue entonces que el prestigioso Ricardo Levene, presidente de la Academia Nacional de Historia, visitó Córdoba para dar unas conferencias. Y en una reunión social le confesó a Bischoff que había leído sus libros y que le habían gustado, pero le aconsejó que se dejara de buscar personajes "foráneos" y se abocara a la historia cordobesa. Bischoff le dio la razón y casi de inmediato se puso a trabajar en el que sería su primer ensayo sobre temáticas provinciales: Córdoba, en 1811, que se publicó hace 60 años.
Y hace exactamente 50 años se estrenó su pieza teatral “El clamor en llamas”. Vida de Liniers en Alta Gracia, con una particularidad muy especial: fue la primera vez en el país que una obra de teatro de carácter histórico se representaba en el mismo escenario donde vivió el personaje (en este caso, la finca de Alta Gracia donde hoy funciona el museo). Bischoff recuerda, orgulloso, que la escribió en tres noches y que Nora Serrador, por entonces al frente del Instituto de Arte Escénico, la "aprobó" y se la hizo leer una tarde al grupo de actores.
Por todo ello, Bischoff ha sido un verdadero pionero, y en más de un rubro. Si al menos una parte de su producción se traduce a números, los resultados son abrumadores: entre libros y folletos, a la fecha tiene publicados 323 títulos, 44 obras de teatro estrenadas, y escribió casi 90 novelas de radio. A eso habría que agregar libros de poesía, una novela, las letras de muchas canciones, y su incansable labor como periodista (actualmente es columnista de Comercio y Justicia y frecuente colaborador de La Voz del Interior ).

–¿Cuál es su método de trabajo? ¿Dónde diría usted que está su forma particular de "hacer historia"?
–No hay nada que me distinga. He trabajado a toda hora, y he tenido un hogar muy calmo que me ha respetado ese afán por el trabajo.

Para escribir todo lo que Bischoff ha escrito, aunque él no lo quiera decir, hace falta disciplina, esfuerzo y una larga serie de cosas más, acaso simbolizadas en las centenares de fichas manuscritas que aún conserva en su viejo estudio donde han quedado registradas cada una de sus lecturas de cuanto documento ha pasado por sus manos (fichas que están colocadas en sus respectivos ficheros y que Bischoff, mudo y sonriente, señala a la visita). Sobre todo porque estamos hablando de un autodidacta que obtuvo todos los honores que se pueda imaginar: sin haber pasado por la Universidad, se convirtió en miembro de número de la Junta Provincial de Historia desde su fundación, y en miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia y de la Real Academia Hispanoamericana; ha enseñado Historia y Periodismo en muchas instituciones de nuestro medio; y entre los tantos títulos que recibió, se destacan el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y el de Ciudadano Ilustre de nuestra ciudad.
Bischoff escucha el comentario entre halagado y divertido, y responde: "Yo no tengo más títulos que el de bachiller en el Colegio Nacional de Monserrat. Todos los demás títulos que me han dado, será porque se han equivocado".

La obra
“Historia de Córdoba”, por Efraín U. Bischoff. Quinta edición actualizada en dos tomos. Lerner Editora, Córdoba, 2008, 1.068 páginas. Precio: $ 250 en rústica; $ 300 en tapa dura.

domingo, 11 de enero de 2009

EL OBELISCO, LA AVIADORA Y EL EXTRAÑO HOMBRE


Relato histórico en dos entregas.
Entrega 2 y última
EL HOMBRE

Raúl Barón Biza, (R.B.B.), nació en Córdoba en 1899 y se suicidó en Buenos Aires en 1964. Su padre Wilfred había nacido en Colonia Caroya y casado con una dama distinguida de Tucumán, filántropa y muy cristiana : Catalina Biza, cuyo padre fue el primer maestro del General Julio A. Roca.
Wilfred había acumulado una gran fortuna que nuestro hombre se encargó de despreciarla: yo soy rico pero no tengo la culpa de serlo, decía, pero también de usarla, gastarla, disfrutarla y darle los mas diversos usos, entre ellos el de financiar los alzamientos y rebeliones radicales posteriores al derrocamiento de Yrigoyen en 1930. Fruto de ese empeño fue su relación con el político Amadeo Sabattini y su casamiento con su hija Clotilde en 1935, cuando ya era viudo de Myriam Stefford. En la década de 1920 él andaba también por los 20 años y cumplía sin desfallecer su rol de argentino rico , sin carencias, compromisos ni urgencias de ningún tipo: viajaba por el mundo y sus cinco continentes, pero claro, la capital del mundo era París y allí pasaba la mayor parte de su tiempo. No tenia problemas de agotar su curiosidad: había muchos cafés, cabarets, teatros y dancings que explorar y tantas “madmoiselle Ivonne” que conquistar... tampoco de soledad: por allí andaban también escritores, artistas plásticos, músicos, los cantores y las orquestas de tango, algunos, claro, quedaban “anclados en París” y los consumía la nostalgia, pero los muchachos de apellido Alvear, Dodero, Anchorena, Martinez de Hoz y tantos otros, iban y volvían tantas veces como se les antojara, aunque pocos bailaban tan bien como Ricardo Güiraldes que pocas veces podía eludir el pedido de “bailate un tango Ricardo”.
En fin, una perfecta muestra de la Argentina, o, mejor, de los argentinos opulentos de ese entonces. Cuando estaba en la Argentina tampoco se dejaba consumir por la tristeza y organizaba costosas, desprejuiciadas y desenfrenadas fiestas que las revistas de sociales se encargaban de comentar. Pero ya en esta época usa alguna fiesta para ridiculizar a la clase rica exigiendo a sus invitados venir disfrazados y disfrazadas de pordioseros hambrientos, malandrines o prostitutas, dice. “quise arrancarles el antifaz de caballeros y de finas damas”.
Pero R.B.B. también quería ser escritor y ya antes de los 20 años había publicado cuentos y novelas con escasa repercusión aunque algún crítico consideró que tenia pasta de escritor. En uno de sus viajes actuó como corresponsal de un diario argentino ofreciendo crónicas de la vida en Francia, pero especialmente de sus artistas y espectáculos. También editó a lo largo de su vida varias revistas, pero aquí sólo nos interesa la que escribió durante los años que compartió con nuestra aviadora, su nombre era Charleston, el baile de moda en 1926, era ligera, lujosa y sensual, se refería al cine y al mundo de los teatros de revistas como el Maipo o el Tabarís. Entre la publicidad de ropa cara, alhajas y vinos finos, está la del vino Barón que producía su hermano Leandro, (hoy todavía la bodega Chandon vende el champagne Barón B). En las páginas de la revista apareció la foto de la “nueva estrella de los Studios U.F.A”: la joven y bella Myriam Stefford, y Ferrer sospecha que editó la revista para homenajearla y halagarla.
Después, ya viudo, cambia la vida frívola y mundana por el compromiso político y la militancia insurreccional junto a los oficiales yrigoyenistas como el Ten. Cnel. Pomar, que había sido edecán del presidente radical, o del General Severo Toranzo, inspector general del ejército durante el gobierno de aquél, y padre del Teniente Carlos Severo Toranzo Montero, aquél que cuando General hostigó tanto a Frondizi, un compañero de militancia juvenil. En este compromiso cívico puso dinero, editó revistas, publicó libros y artículos atacando al gobierno y defendiendo la causa revolucionaria y popular. Conoció el exilio y la cárcel y trató a Sabattini, futuro gobernador de Córdoba y a Frondizi que fue su abogado.
A partir de 1933 R.B.B. escribió libros como El derecho de matar, que fueron considerados escandalosos, agresivos, descarados, lascivos, pornográficos... y que no sólo fueron prohibidos y le ganaron múltiples repudios, rechazos y críticas feroces, sino que también le ocasionaron multas y prisiones. Libros sobre los que en 1963 imaginaba: “Barón Biza es un autor que se leyó ayer, se leerá mañana y siempre”, como vemos , creía que sus obras eran verdaderos hitos de la literatura universal, aunque la indiferente e impiadosa realidad a hecho que hoy nadie las recuerde ni sea fácil conseguirlas. Acerca de estas obras me parece que puede aplicarse muy bien lo que escribe Vargas Llosa, (LN, 29 mar 2008), sobre Louis Ferdinand Céline a quien llama “el último maldito”: “lo que se destaca es la ferocidad de una postura que arremete contra todo y contra todos, cubriendo de vituperios y exabruptos a instituciones , personas, creencias, ideas, hasta esbozar una imagen de las sociedad y de la vida como un verdadero infierno de malvados, imbéciles, locos y oportunistas, en el que sólo triunfan los peores canallas y donde todo está corrompido o por corromper...”.
Pero él estaba convencido que eran libros de desenmascaramiento, de denuncia de la corrupción y la hipocresía, especialmente de los ricos y poderosos, de los políticos y de la iglesia y, por lo tanto, tenían una finalidad de saneamiento y redención social.

EL OBELISCO, MONUMENTO O MAUSOLEO
Tiene 82 metros y está construido sobre una significativa elevación del terreno, lo que lo hace más imponente. Hoy está ennegrecido y abandonado, las placas y el motor que estaba cerca, sobre una base de piedra, han sido robados, y como la leyenda decía que las fabulosas joyas de Myriam habían sido enterradas en la base, a lo largo del tiempo numerosos saqueadores exploraron todo en busca del tesoro que realmente nadie sabe si estuvo realmente alguna vez allí, o, si estuvo, no fue sacado por el propio Barón, arrepentido de perder así una gran fortuna. La obra comenzó en agosto de 1935 y fue inaugurada un año después, en agosto de 1936, el mismo año que el obelisco de Buenos Aires que tiene 67 metros de altura y fue inaugurado en mayo de ese año 1936. Algunos calculan que 170 toneladas de hormigón fueron vertidas sobre un inmenso esqueleto de hierro.
Los 100 obreros que trabajaron bajo la dirección de un arquitecto, cavaron primero una fosa de 15 metros, bajo la superficie, para volcar allí toneladas de cemento como base o cimiento de la esbelta ala. En la parte superior de la torre hay dos ventanas a las que se accede por una escalera de caracol de aproximadamente 400 escalones. Según el libro de Ferrer, que estamos resumiendo, en la bóveda donde está la sepultura de Myriam las paredes son de granito negro, lo mismo que la loza sepulcral y en un rincón de la cripta están el timón y restos de las alas del avión. En una de las paredes hay un tragaluz conformado por dos ranuras, una horizontal y otra vertical de un metro con treinta centímetros que dan forma a una cruz y a una cierta hora del día dos rayos de luz iluminan brevemente la losa de la tumba.
A pocos metros del monumento, bajo uno de los olivos que alguna vez supo plantar, están, a su pedido , los restos de Raúl Barón Biza, que en agosto de 1964 se había suicidado mediante un tiro de revolver, según su hijo “para demostrarle a Dios, cuánto había fracasado en su persona”.
Y este es el fin de esta historia de opulencia, de desmesura, de brillos y de sombras, pero ligada a la de esta Argentina nuestra, querida y sufrida. Historia que nos recuerda esa muda y esbelta ala de cemento cada vez que pasamos a su costado.

Comentario de Alfredo Cano, un experimentado piloto profesional:
Agradezco a mi amigo Ernesto y a su curiosidad de investigador y ensayista la oportunidad de enterarme, aunque sea un poco, de la corta vida de Myriam Stefford.
Comparto con él y con los cientos de egresados como Aviadores Militares, el haber utilizado su monumento como referencia durante nuestros primeros pininos aeronáuticos. Sabía, como todos ellos, que había fallecido tempranamente en un accidente de aviación pero desconocía las circunstancias en que ocurrió.
Lo primero que acude a mi mente de viejo piloto de Hércules C-130, es que el raid proyectado necesariamente habría de terminar fracasando y, tal vez, costándole la vida como en realidad sucedió. Fundamento mi opinión en su propio relato. Volaba en una noche tormentosa en un pequeño avión, casi un barrilete, con muy poco o ningún instrumental y con una experiencia de vuelo limitada y una audacia a toda prueba. ¡Cóctel nefasto si los hay!
Ningún piloto experimentado de esa época, y mucho menos de la actual, volaría en esas condiciones y en un monomotor que en caso de fallas debería intentar un aterrizaje de emergencia en un campo no preparado y a ciegas. No sabemos cómo logró superar el mal trance pero lo hizo. En tren de opinar respecto a cómo perdió la vida, me atrevería a decir que la bella dama y su frágil Chingolo fueron víctimas de las turbulencias que el impiadoso viento Zonda produce en la región cuyana. (nota: el autor del libro habla de “pozo de aire”)

(Nota de Clave 88: para los nostálgicos de los vuelos como “aprendices de cóndores”, va una fotografía del obelisco desde la vertical de aquel “mojón del aire”, que tanto les sirvió)

sábado, 10 de enero de 2009

ESE TEDIO TAN TEMIDO


La Nación, Buenos Aires, Argentina, 10Ene09
Sábado 10 de enero de 2009
Me aburren la Fórmula Uno, el setentismo, los clichés de la vanguardia, los best sellers, los shoppings , los actos escolares, la vanidad de los escritores, los manuales de management , los discursos desde el atril, el fútbol americano, la bohemia fashion de Las Cañitas, la cola del banco, la solemnidad académica, el scrabel y la generala.

Pero lo que más me aburre son las increíbles cosas que hacen las personas con tal de no aburrirse, como llenarse de movimiento, consumo y ruido. También que los chicos de última generación se aburran todo el tiempo, exijan "programas" y vivan conectados día y noche a Internet, la radio, el i-pod y la televisión para sobrevivir al supuesto y tan temido tedio mortal de la vida.
Mi madre me salvó, afortunadamente, de esa enfermedad cuando a los diez años me dio los libros, un antídoto maravilloso contra el aburrimiento. Pero las épocas cambiaron, y hoy la vida es digital o iletrada y tiene que ser un zapping , una montaña rusa, una sinfonía múltiple y ensordecedora o simplemente un paroxismo productivo. Ya no tenemos tiempo, ni ocio verdadero ni silencio autorreflexivo: sólo tenemos velocidad y drama, porque cuanto más rápido y más cosas tenemos que hacer, más cosas nos faltan; cuanto más confort y más facilitadores temporales poseemos, menos horas de tiempo gozamos. Es así como nos comemos la cola, corremos hacia ninguna parte y a veces, teniéndolo todo, no tenemos nada.
El aburrimiento, con sus lados buenos y malos, viene del fondo de la historia. Pero en el vacío posmoderno, las relaciones líquidas y la sociedad del espectáculo se han convertido hoy en una epidemia: evitando el aburrimiento casi todos caemos en él. Sobreestimulados y quizás demasiado mimados por la tecnología, temo que el futuro se parezca bastante al que se muestra en la película de animación Wall-e , donde los seres humanos, que se han vuelto obesos y malsanos, pasan día y noche encadenados a una computadora que los satisface a tiempo completo y no les permite conocer la experiencia vital.
Estamos en época de vacaciones y nadie quiere aburrirse. Adictos a la adrenalina sufren entonces síndromes de abstinencia y se inventan remedios contra el aburrimiento. Acerca de estas paradojas y de estos asuntos filosóficos trata nuestra portada de esta edición. El artículo fue encargado a Diana Cohen Agrest, doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Bioética por el Centre for Human Bioethics de la Monash University de Australia. Desde 1983 se desempeña como docente e investigadora en la UBA y ha escrito algunos libros muy interesantes sobre Spinoza y la inteligencia ética en la vida cotidiana. Acaba de publicar ¿ Qué piensan los que no piensan como yo? , un profundo estudio sobre diez temas que alimentan grandes controversias éticas de nuestro tiempo.
El ensayo de Diana es acompañado por un relato de Chejov. Hay que recordar que el aburrimiento ha sido un gran tema literario y que ha dejado obras memorables. Y controvertidas sentencias. Shakespeare decía: "La vida es aburrida como un relato contado dos veces que atormenta el oído sordo de un hombre adormilado". Bertrand Russell pensaba: "El aburrimiento es el gran tema de los moralistas ya que la mitad de los pecados se cometen por su causa". Más acá, un legendario periodista español, Juan Luis Cebrián, fundador de El País de Madrid, le quita dramatismo: "Cuando queda tiempo para aburrirse, yo procuro aburrirme, porque el aburrimiento es una forma de descanso".
Pasen y lean. Les prometo que no se aburrirán.

jueves, 8 de enero de 2009

MÚSICA EN EL AIRE; EL NACIMIENTO DE LA RADIOFONÍA EN ARGENTINA


De la página oficial de la boadcasting AMADEUS FM 103.7 de Argentina
Corría el año 1920 cuando se realizó la primera transmisión radiofónica programada en la República Argentina. Y el primer contenido radial que pudo escucharse en aquella oportunidad fue, para nuestro orgullo, una emisión de música clásica.

La aparición de la radiofonía ciertamente revolucionó el siglo XX. El italiano Guillermo Marconi, reconocido como responsable del invento, efectuó los primeros experimentos vinculados a la radio a partir de 1895, pero recién después de una maduración de seis años concretaría la transmisión del primer mensaje, que se estableció entre dos ciudades británicas en 1901. Durante las dos primeras décadas del siglo la radio no tuvo, sin embargo, prácticamente ninguna aplicación pública. Al igual que en el caso del cine, la técnica llegó antes que el concepto que debería darle forma, sin que se advirtieran de inmediato las posibilidades artísticas, comunicativas y comerciales del naciente medio.En 1920 fue instalada la primera planta transmisora de radio en la ciudad de Pittsburg, Estados Unidos de América. Los escasos receptores existentes por aquel entonces, primitivos y precarios, disponían de sulfuro de plomo como detector de señal, más conocido como piedra o cristal de galena, aunque por la época ya habían comenzado a hacer su aparición comercial los primeros diodos simples. Un año después de la instalación de aquella primera planta, sólo en los Estados Unidos se habían vendido cerca de 800.000 receptores de radio, lo cual habla de la rápida difusión y aceptación que tuvo el nuevo medio de comunicación. Pero sería en nuestro país, muy poco tiempo después de haberse inaugurado la planta de Pittsburg, donde tendría lugar la primera transmisión programada de radio.El 26 de agosto de 1920 la compañía lírica de la empresa Mocchi arribaba al puerto de Buenos Aires a bordo del vapor Príncipe de Udine, para actuar en el Teatro Coliseo en una puesta de Parsifal, la ópera de Richard Wagner, que se había presentado al público local por última vez en el año 1914. El elenco estaba encabezado por la soprano argentina Sara César y el barítono Aldo Rossi Morelli, con Felix Weingartner en el podio ("el más grande de los maestros modernos de la batuta", según una crítica de la época). La noche del 27 de agosto, exactamente seis minutos después de las nueve, tuvo inicio la transmisión en directo de la ópera, desde la azotea del mismo edificio del Teatro. Los responsables de la empresa fueron Miguel Mujica, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Enrique Susini, quienes pasarían a la historia como los pioneros de la radiodifusión argentina.Un año antes de la histórica transmisión, Susini había viajado a Francia con el propósito de perfeccionarse en su flamante profesión de médico. Europa se encontraba sumida en las secuelas de la primera guerra mundial. La radio, como tantos otros inventos, se había desarrollado a la sombra del enfrentamiento, manteniendo abiertas las comunicaciones en los distintos frentes de batalla. La pregunta que se hizo entonces Susini fue qué se haría con los numerosos equipos transmisores que el ejército francés había utilizado durante el conflicto. Y así se le ocurrió la insólita idea de volver a Buenos Aires con algunos componentes en desuso y darles un nuevo destino, totalmente diferente al que habían tenido en su origen: utilizarlos para transmitir música en vez de mensajes de campaña.De modo que cuando retorna a la Argentina al año siguiente, lo hace trayendo consigo una cantidad de válvulas Pathé en sus valijas. Con esas válvulas de descarte del ejército francés, sumadas a otros elementos conseguidos en el país, construye el primer transmisor de radio local, con una potencia de 5 vatios. Un primitivo micrófono que se acopló para captar las señales a transmitir y una bocina similar a la utilizada por los fonógrafos antiguos completaron el equipo. La tarea siguiente de Susini y sus tres socios fue convencer a los titulares del Coliseo, los empresarios Faustino da Rosa y Walter Mocchi, para que les permitieran colocar una antena transmisora en la terraza del edificio. A partir de entonces el grupo conformado por los cuatro aficionados sería conocido popularmente como los locos de la azotea. Mujica, Guerrico, Romero Carranza y Susini serían además los titulares de la primera sociedad radiofónica del país: LOR Sociedad Radio Argentina.La noche en la que se ofreció la primera función de Parsifal, una concurrencia que ocupaba por completo la sala del Teatro Coliseo presenció el espectáculo. Pero también formaron parte del auditorio algunos elegidos que no asistieron a la función, y ellos fueron los pocos porteños que por haberse interesado en la radioelectricidad contaban en aquel momento con un receptor de radio a galena y pudieron captar la transmisión. Aquella noche fueron cerca de cincuenta las personas que escucharon un Wagner diferente, con un sonido de seguro mucho más pobre que el que disfrutaron los asistentes al Coliseo, pero al mismo tiempo más memorable. Otros testigos fueron los tripulantes de un barco anclado en el puerto de Santos, en Brasil, que llegaron a recibir las ondas transmitidas por el equipo de Susini.
"Música llovida del cielo", fue el titular del diario La Razón del 28 de agosto de aquel año. En realidad por aquellos tiempos era usual la realización de transmisiones radiales de carácter experimental, tanto en Argentina como en otras partes del mundo. Pero en este caso hubo una diferencia radical, que residió en el hecho de tratarse de la primera de una serie regular de emisiones, con horario preestablecido, inaugurando la sistematización del servicio de radiodifusión. Radio Argentina, que obtuvo la primera licencia de radiofonía en el país, iniciaba así sus actividades.Cabe acaso destacar que en los Estados Unidos recién el 2 de noviembre de 1920 fue emitido el primer programa de radio en similares condiciones, para difundir los resultados de las elecciones presidenciales.
Un mes después de la transmisión de Parsifal, ya terminadas las funciones en el Coliseo, Susini y sus colegas siguieron realizando emisiones especiales. Susini, además de ser el presentador (speaker, según la jerga imperante, netamente anglófila), cantaba en distintos idiomas, cambiando el nombre en cada ocasión para disimular lo reducido del elenco. A un año de la gloriosa noche, Radio Argentina ya transmitía en forma regular desde varios teatros de Buenos Aires. Esta emisora fue también la primera en difundir un programa noticioso, formar un equipo de locutores y obtener la primera patente de marca en su tipo reconocida internacionalmente. En 1922 la antena de la emisora fue trasladada a la terraza de la casa de remates Guerrico y Williams, ubicada en la calle Carlos Pellegrini al 100, desde donde se transmitió el 12 de octubre de aquel año la asunción del presidente Marcelo Torcuato de Alvear.Cuando en 1970 se cumplieron los 50 años de aquella jornada inaugural que marcó el comienzo de la historia de la radio en nuestro país, los locos de la azotea recibieron un reconocimiento del gobierno, que instituyó además el 27 de agosto como Día Nacional de la Radiodifusión. La música de Wagner estuvo en el comienzo y hoy la epopeya se reedita en forma diaria. Parsifal podrá ser reemplazada por Carmen o El Mandarín Maravilloso, por una sonata de Beethoven o un concierto de Vivaldi, por música de Piazzolla, Monteverdi o Alban Berg. La música continúa siendo el común denominador de esta historia.
Germán A. Serain