miércoles, 31 de marzo de 2010

LA NOVELA DE CHÁVEZ ESTÁ POR ESCRIBIRSE

La Nación, Revista Ñ, Buenos Aires, Argentina, 31Mar10
¿Cuál sería el género de ficción más adecuado para representar "la explosiva y confusa Venezuela de hoy"?, se pregunta, no sin ironía, el autor de este artículo. De la comedia musical a la tragedia, baraja distintas posibilidades argumentales y desenlaces. La polémica está servida...
Por: Gustavo Valle


El escritor venezolano Gustavo Valle, autor de "Bajo tierra" opina que sobre la posibilidad de escribir una novela sobre Chávez.
Muchas personas me preguntan esto: ¿existe una novela venezolana, latinoamericana o de cualquier rincón del mundo que lo incorpore como personaje, que represente la explosiva y confusa Venezuela de hoy? ¿Acaso una ficción donde aparezca en su intimidad, en su gloria o en su ocaso? ¿Quizás una ficción satírica, ditirámbica, ambidiestra? ¿Una novela histórica? ¿Una comedia? La respuesta es negativa. No se ha escrito, por lo pronto y que yo sepa, La novela de Chávez. Abundan buenas ficciones que tienen como telón de fondo el Caracazo, o algunos episodios como el Golpe del 11 de abril de 2002. Igualmente se han ensayado narraciones (incluso poemas) que abordan el tema sin referirse directamente a él, en una suerte de abordaje oblicuo. Pero La novela de Chávez está por escribirse.
El asunto no es nada fácil. Incluso habría que preguntarse si es pertinente. En una época en que las novelas totales o aglutinantes se encuentran en etapa recesiva, no es fácil vislumbrar una historia de esta envergadura. No obstante, hagamos un esfuerzo e imaginemos el argumento de esta eventual obra, así como el género y los satélites literarios que podrían servirnos de referencia. Propongo a continuación una serie de temas y abordajes, de modo de estimular a los colegas. Se trata de una lista de textos posibles, o si lo prefieren, un humilde aporte a la historia apócrifa de la literatura latinoamericana.
Lo primero que se me ocurre es escribir una suerte de saga, al estilo de El conde de Montecristo. En ella nuestro héroe, tras sufrir la cárcel, saldría a vengarse de todos sus victimarios bajo una nueva identidad, por ejemplo, la del generoso prestamista. La novela permitiría jugar con un asunto muy actual de la narrativa: las identidades sustituibles y evasivas, y colocaría las acciones del protagonista en el siglo XIX, época afín a su esfera vital y bibliográfica.
También he pensado en una comedia musical, pero no al estilo de Hollywood sino del cine mexicano de los años cincuenta. Quiero decir, en la onda de las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante, pero en su versión literaria, de modo que permita a nuestro héroe lucirse como osado jinete y espléndido cantante. La licencia poética podría situar la ficción ya no en Venezuela sino en el México revolucionario al lado de Emiliano Zapata, por ejemplo. Esto insertaría la propuesta más allá de la zona de influencia del Pacto Andino, y sería una manera de incluir al indócil México dentro del proyecto de integración bolivariano.
Por supuesto, una Bildungsroman, o novela de formación, sería necesaria. No hablo de una biografía infantil o juvenil sino la composición de un auténtico estatuto legendario. Pienso en Enrique de Offterdinggen en busca de la flor azul (que en este caso no sería azul sino roja, supongo). Aunque pensándolo bien, habría mayor compromiso americano con algo parecido a Huckleberry Finn remontando el río Mississippi en compañía del negro Jim. La ficción podría localizar a nuestro héroe en las oscuras aguas del Delta del Orinoco, y entre sus múltiples aventuras estaría la lucha encarnizada contra las empresas trasnacionales de explotación del palmito.
Para satisfacer a los entusiastas de la ciencia ficción, propongo un relato anticipatorio ambientado, por ejemplo, en 2090. El argumento exploraría la resurrección de nuestro personaje, luego de estar su cuerpo en estado criogénico, conservado con una técnica similar a la empleada con Walt Disney. Tras su re-aparición, viviría la comprensible perplejidad de quien se traslada súbitamente en el tiempo para encontrarse con un mundo hecho pedazos, en guerra y sin una gota de petróleo. Como ocurre en Terminator, el personaje intentaría, desde el futuro, modificar sus decisiones del pasado. La lucha contra sí mismo otorgaría gran dramatismo a la fábula y garantizaría su éxito.
He pensado que una novela psicológica podría ayudar a entender su compleja psiquis. Quizás algo al estilo de La conciencia de Zeno, de Italo Svevo, donde el personaje escriba, en clave de ficción, un diario de su vida cotidiana como terapia propuesta por su médico psiquiatra. Se trataría de una moderna novela autorreferencial, en la que se verían reflejados asuntos de enorme intimidad como la lucha contra la adicción a la nicotina y los desgarradores amores. Un capítulo especial habría que dedicar a sus sueños y pesadillas.
O una novela de terror, al estilo de las películas de George Romero o Joao Mojica Marins, en la que el héroe acuda, por ejemplo, al Panteón Nacional a medianoche, lugar donde se encuentra el sarcófago con los restos mortales de El Libertador, Simón Bolívar. En medio de un suspenso insoportable, nuestro protagonista se acercaría lentamente al sarcófago y, sin ser visto, lo abriría. Enseguida una tormenta de azufre y petróleo azotaría el Panteón y sus inmediaciones, como si se tratase de la maldición de una momia egipcia. La imagen del Panteón Nacional bañado completamente en petróleo podría ilustrar finamente la tapa del libro.
No podría faltar una buena novela vernácula, nativista, con una fuerte carga de realismo mágico. En medio de una severa sequía, nuestro héroe emprenderá un viaje desde el corazón de la selva en busca del amuleto que permitirá invocar al Dios de la lluvia. En una versión adaptada de Macunaíma, dicha búsqueda lo llevará hasta Estados Unidos, donde recuperará el amuleto sustraído por un directivo de la Exxon Mobil. Al final, volverá a su tribu convertido en ídolo, bajo un próspero y violento chaparrón.
O una novela de aventuras, al estilo de Robinson Crusoe, donde el protagonista naufrague en una isla desierta, tras aterrizar milagrosamente en paracaídas en medio de una temible tormenta tropical. La novela relatará su talento industrioso para sobrevivir en situaciones extremas, y cómo se las ingenia para inspirar la revolución entre los aborígenes.
Habría que asignar un espacio al docudrama, o a la crónica novelada. Es decir, una justa y necesaria novela real que teatralice con intensidad épica el momento en que, atrincherado en el Museo Militar en 1992, nuestro héroe dirige un frustrado golpe de Estado.
Deliberadamente dejo por fuera géneros como el himno pindárico, el policial, el thriller o la novela experimental, aunque confío en que otros, con mucho más talento que el mío, aportarán también sus invenciones.
Hay quienes piensan que una novela distópica, a la manera de Nosotros de Yevgeny Zamiatin, podría representar muy bien la situación asfixiante que vive actualmente esa nación caribeña. En realidad lo ignoro. No sabría decir qué forma de representación sería la más ajustada. Quizás la tragedia, por aquello de Prometeo encadenado, o en todo caso el melodrama, para continuar con la tradición de los mundialmente famosos culebrones venezolanos.
PARA RETORNAR A CLAVE 88 CLIC AQUÍ.

martes, 30 de marzo de 2010

BIOGRAFÍA DE UNA TEORÍA

La Nación, ADNCultura, Buenos Aires, Argentina, 27Mar10
En La escuela de Fráncfort , Rolf Wiggershaus presenta la pormenorizada y aguda historia de una corriente filosófica decisiva
FOTO: Horkheimer y Adorno se saludan en los años 60; más atrás, se ve a Habermas Foto: Archivo
Por Pablo Gianera
De la Redacción de LA NACION
La Escuela de Fráncfort
Por Rolf Wiggershaus
FCE
TRAD.: Marcos Romano Hassán
923 Páginas
$ 120


La tentativa de escribir una historia de la Escuela de Fráncfort choca con un obstáculo infalible: la existencia lábil del objeto. De ella podrían predicarse los mismos atributos que Theodor W. Adorno había asignado al ensayo: impulso asistemático, configuración móvil, curiosidad por el lado ciego de las cosas, renuncia a la seguridad. Pero el hecho de que, como constató retrospectivamente Jürgen Habermas, no existiera en el grupo una "doctrina coherente" no quiere decir que las preocupaciones filosóficas de los integrantes no convergieran en una zona común.
En La Escuela de Fráncfort , Rolf Wiggershaus (Wuppertal, 1944) avisa ya en la introducción que "es aconsejable no tomar en un sentido demasiado literal la expresión Escuela de Fráncfort". Habría que decir, en principio, que se trató de una formación intelectual nacida al amparo de la República de Weimar e integrada inicialmente por un grupo de pensadores -Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Walter Benjamin, Erich Fromm y Herbert Marcuse, entre otros- que tenían en común el nacimiento en familias judías de clase media y alta, un retorno a las preocupaciones de los hegelianos de izquierda de 1840 y la adscripción a la teoría marxista. Sin embargo, esto último merece algunos matices. Para muchos de ellos, el marxismo constituía menos una praxis que una solución a determinados problemas filosóficos. Y Horkheimer, que nunca renunció a la teoría marxista entendida como línea que prolongaba a Kant, la Ilustración francesa y Hegel, tenía en su despacho un retrato de Arthur Schopenhauer.
El libro de Wiggershaus es deudor de La imaginación dialéctica , el trabajo pionero de Martin Jay, pero el modo en que toma prestado paga tributo también al asunto compartido: supera y conserva al mismo tiempo, en ese doble sentido del verbo alemán aufheben que tanto aprovechó Hegel. Los relatos coinciden en los orígenes: el financiamiento del germano-argentino Felix Weil, la fundación del Institut für Sozialforschung (nombre institucional de la Escuela de Fráncfort, denominación que empezó a usarse en la década de 1960 y que sus integrantes también adoptaron) el 22 de junio de 1924 con la dirección de Clement Grünberg, la creación de la Zeitschrift für Sozialforschung y la asunción, luego de la muerte de Grünberg, de Horkheimer al frente del Instituto. También coinciden en la etapa del exilio estadounidense y el trabajo en condiciones de splendid isolation (espléndido aislamiento) que hicieron posible la escritura de Dialéctica de la Ilustración . Hasta aquí las semejanzas. Jay se detenía en el regreso a Europa después de la Segunda Guerra. Wiggershaus completa la historia hasta 1969, año de la muerte de Adorno. Al margen del alcance temporal, el enfoque es diferente: Wiggershaus pone énfasis en las cuestiones estéticas, que Jay limitaba a un único capítulo.
A pesar de su cercanía (hecha de pugnas) con los ámbitos universitarios, la Escuela no fue una institución académica. Es más, pocos de sus integrantes accedieron a puestos académicos, o lo hicieron muy tarde. Por lo general, las tentativas de obtener una "habilitación" docente fracasaron (el propio Adorno contó que su fugaz paso por Oxford en los años treinta había sido como la pesadilla de volver a la escuela). Como ya había señalado Jay, en el corazón mismo de la llamada "teoría crítica" hubo un rechazo a los sistemas filosóficos cerrados. Ese rechazo encontraba su correlato en la organización del Instituto. Horkheimer era el pivote: con Friedrich Pollock discutía cuestiones administrativas; con Adorno, teóricas. Además de un confidente intelectual, Horkheimer había encontrado en Adorno algo que extrañaba en otros, singularmente en Fromm: la agresividad, "la mirada hacia lo existente aguzada por el odio". En rigor, casi debería decirse que, quizás porque fue discípulo de él, Wiggershaus escribió aquí una solapada biografía intelectual de Adorno, en la medida en que el examen de los intereses y escritos de los otros miembros de la escuela suele quedar justificado por su subordinación al diálogo con las ideas de Adorno. Minuciosas son las descripciones de Filosofía de la nueva música , el libro que fundó la estética musical moderna de orientación filosófica, y de las discusiones de sus intervenciones en las vanguardias musicales de posguerra con los artículos "El envejecimiento de la nueva música" y "Vers une musique informelle". En algunos casos, como cuando despliega las fricciones y afinidades intelectuales entre Adorno y Benjamin, la agudeza de Wiggershaus es ejemplar.
El tema en cuestión era aquí el estatuto actual de la obra de arte. Benjamin abrió para Adorno la perspectiva de la literatura francesa, ante todo el surrealismo (ya su artículo sobre Schubert de 1928 lleva un epígrafe de El campesino de París , de Louis Aragon), y Adorno supervisó su texto sobre la reproductibilidad técnica de la obra de arte y los borradores de El libro de los pasajes . Adorno veía esos trabajos de su amigo en estrecha relación con sus ensayos "Sobre el jazz" y "Sobre el carácter fetichista de la música y la regresión de la escucha". Las soluciones eran, sin embargo, opuestas. Benjamin pensaba que "nunca, por utópico que sea el plazo de tiempo, se ganará a las masas para un arte elevado, sino sólo para uno que les sea cercano". El problema era cómo configurar semejante arte para que fuera también elevado. Adorno creía en cambio que el arte debía mantener ese abismo. Anota Wiggershaus: "Para él, el problema no era cómo se podía acercar mutuamente al arte y las masas, sino el siguiente: ¿cómo puede hacerse plausible que el arte autónomo sea un escenario en el cual se pongan de manifiesto los problemas decisivos de la sociedad y en el cual sea posible la redención?". Es sólo una muestra escasa de la penetración del autor, del modo en que anuda teoría, biografía e historia. Lo mismo podría decirse, en el otro extremo cronológico, de las páginas dedicadas a Habermas o del relato del complejo acercamiento de Adorno al Heidegger de Caminos del bosque , ya en la década de 1960, mientras redactaba Dialéctica negativa y preparaba Teoría estética , su testamento filosófico; una cercanía que contrasta fuertemente con ese fervor tercermundista de Marcuse, ya muy alejado del núcleo de la Escuela, que lo convirtió en súbito ídolo de los revoltosos movimientos estudiantiles de la época.
Hacia el final de su libro, Wiggershaus se pregunta por la atracción y la repulsión que provocaban todavía en los años sesenta los textos de Adorno. La respuesta comporta una caracterización del trabajo del filósofo: "La combinación de amargura y romanticismo, la combinación de la interpretación social de las obras de arte y una interpretación de la sociedad que tomaba como estándar la promesa de felicidad de las obras de arte [...], la combinación de teoría de la catástrofe y atisbo de la libertad, de esoterismo y actitud drástica". Lo que se llamó "teoría crítica" (esas dos palabras radioactivas que, juntas o separadas, conservan ahora más que antes la virtud de deparar incomodidad) tiene, como la forma del ensayo, la permanente actualidad de lo anacrónico.

viernes, 26 de marzo de 2010

CUADERNOS DE MARAÑÓN: AFORISMOS INÉDITOS DE GREGORIO MARAÑÓN, MEDIO SIGLO DESPUÉS DE SU MUERTE

El Mundo, Madrid, España, 26Mar10
Mañana sábado 27 se cumplen cincuenta años de la muerte de Gregorio Marañón (1887-1960), uno de los intelectuales clave del siglo XX español por su triple dimensión de humanista, liberal y científico. También por su impagable labor en el llamado exilio interior . El Cultural recuerda hoy al humanista con estos aforismos inéditos escritos entre 1937 y 1942 que hablan de historia, vida y libertad.


Imagen: Mis amigos, carboncillo y óleo sobre lienzo de Ignacio Zuloaga (1920 - 1936), una de las joyas de la exposición dedicada a Marañón que se inauguró el lunes pasado en la Biblioteca Nacional

La libertad no es legítima si no se da con una dosis semejante de responsabilidad. Y el que no siente la responsabilidad es indigno de ser libre.
***
Para juzgar la Historia hay que prescindir de este prejuicio: los hombres se dividen en buenos y malos, y los buenos se adscriben a las buenas causas y los malos a las malas. No hay causas buenas ni malas del todo; y en cada causa, sea buena o menos buena, mala o menos mala, hay siempre hombres buenos y hombres malos.
***
Los celos son, casi siempre, una creación artificiosa, para jugar al amor.
***
De los enemigos, lo de menos es la enemistad; lo grave es la estupidez.
***
Hay hombres fracasados que tienen frente a los que triunfaron […una] actitud de resentimiento subconsciente.
***
Los hombres a quienes se achaca que triunfaron porque "aprovecharon una oportunidad"; en realidad es que crearon ellos la oportunidad, sobre un pretexto que otros hubieran desaprovechado. Como los que "tuvieron suerte" es que la crearon con su voluntad de vencer.
***
El conservador solo cree en lo que tiene delante. […] Para él, toda variación, es empeoramiento en cuanto concibe el presente, no como lo mejor, sino como lo único.
***
La diferencia entre el hombre tonto y el inteligente no consiste en hacer o no hacer tonterías. Todo hombre las hace. La diferencia está en no enterarse o en enterarse de ellas.
***
En los enfermos hay el simulador y el disimulador.
***
El pronóstico racional es una forma excelsa de experimentación.
***
No hay orgullo comparable al de los tímidos. La sabiduría no es extensión sino profundidad. La información (que se confunde con la sabiduría) convierte al cerebro en un almacén; pero la sabiduría no es saber cosas, sino saber comprender [y] crear, es una aptitud y no un amontonamiento de cosas. El que comprende una cosa y la sabe en su sentido profundo […] es, por lo tanto, un sabio.
***
A los hombres, mientras viven, se los juzga por el gesto y no por la conducta. A veces se tarda siglos en juzgarlos bien (Felipe II).
***
En la revisión de las culpas de la democracia, una de las mayores será, sin duda, la de haber creído que el intelectual está, por el hecho de serlo, capacitado para la política. Cuando el intelectual, por ser, en general, la antítesis del hombre de acción, es fundamentalmente impolítico.
***
En la vida es más difícil comprender que olvidar.
***
Para vivir sin hacer nada se necesita también su aprendizaje y su técnica. No es tan fácil como parece.
***
El que crea una revolución, engendra un hijo que se rebelará contra el padre; tal vez el nieto le amará; tal vez cuando el creador se haya muerto.
***
El puritano del deber está muy cerca de ser un sádico o un masoquista. Por eso no es nunca querido. El hombre compasivo con los demás empieza por ser indulgente consigo mismo.
***
Cree a todo el mundo: no conozco mejor receta para no ser engañado. Porque más veces que los demás, nos engaña el falso concepto que hacemos de los demás.
***
El papel más fácil de la sociedad es el de rey; basta tener sentido común. Ahora, lo difícil es que un rey tenga sentido común.
***
Inútil discutir: no se convence a nadie por el razonamiento, sino por la emoción. El apóstol ha sido siempre un hombre que hablaba al corazón y no al intelecto. Las conversiones de los santos, han sido hechas bajo un signo emotivo. Sócrates, al que hoy leemos en frío, convencía, estoy seguro, por la emoción patética de sus palabras. En la política, que es convencer, el intelectual no tiene nada que hacer. Un epitafio que yo desearía: “Jamás denunció”.
***
A veces la ovación con que termina una conferencia, significa gratitud del público por haber acabado el conferenciante.
***
Tenemos que creer en Dios para que no nos parezca injusto. [¡]Y queremos que los hombres, en los que no creemos, sean justos!
***
La ley proporciona dos voluptuosidades: la de cumplirla y la de burlarla.
***
En los tiempos de ritmo revolucionario de la Historia, hay hombres; quizá vulgares, que saber percibir ese ritmo. Y ellos son los que aciertan, contra el criterio de los intelectuales y de los políticos expertos.
***
Hay cuatro órdenes de categorías éticas ante la vida pública:
1° los que hacen política por ambición de medro personal.
2° los que la hacen desinteresadamente, por amor al bien público y tienen que aceptar el medro para poder vivir.
3° los que pueden hacer política desinteresadamente y no aceptan cargos públicos.
4° los que pueden no aceptar los cargos públicos y los aceptan.
Estos -y no los anteriores- son los mejores.
***
No hay divergencia más profunda, más inexorable que la del paralelismo. […] El paralelismo es separación sin principio ni fin. En los caracteres, en las pasiones, es esto verdad, verdad.
***
Pasteur ha dicho: el azar solo se muestra propicio con el hombre de ciencia que trabaja. ¡Como que el azar lo crea el esfuerzo!
***
Las tres clases de personas que se equivocan más, son, por este orden: financieros, meteorólogos y médicos.
***
Nunca me he preocupado, cuando hablo en público, si éste es numeroso o escaso. Siempre sé que hablo a 5 o 10 personas. Me basta con que estén éstos.
***
Un enfermo mío, inglés, me decía: el primer pitillo del día, me hace siempre daño, ¿cree Vd. que lo debiera suprimir?
***
¿Qué es liberalismo?: saber convivir con los que piensan lo contrario.
***
Hay grandes hombres, cuya “obra” es su vida.
***
Si aún pusieran los hombres motes sobre su apellido, mi mote sería: “jamás anclar”
***
Una de las mayores dificultades para que el hombre sea recto es (sic) que para serlo, muchas veces, tiene que no parecerlo.
***
El que no ha sentido el halago de la masa, no puede hablar. Ese no tiene mérito despreciándola. Hay que pasar por la prueba del halago de la gran fiera para que el dejarla tenga una eficacia y una ejemplaridad

jueves, 25 de marzo de 2010

ETERNOS LABERINTOS




HA ESTADO CON NOSOTROS ARTURO PÉREZ-REVERTE

El Mundo, Madrid, España, 24Mar10
1. Don Arturo, ¿Qué llega primero cuando escribe una novela?¿Los personajes, la trama, sólo parte de ésta o una idea que quiere poner sobre el papel (el amor, la oscura condición humana,...) y para la que necesita una historia y unos personajes? Enhorabuena por "El Asedio". Ya la he terminado y me ha gustado mucho. Alberto
Puede ser un personaje, una historia, una idea. En torno a eso toma forma el resto de la trama. Lo que pasa es que entre este momento y el de empezar a escribir pasa a veces mucho tiempo. Hay varias historias pendientes, y unas maduran antes que otras.
2. Que queda de aquel reportero de guerra, que un dia, decidió abandonar un puesto de trabajo seguro ( salvo accidentes por motivos de trabajo ), dedicándose a escribir y narrar historias, que hacen, que todavía existan lectores de libros; tal es mi caso. Un saludo. Juan.
Queda una mirada. Yo escribo con la mirada que esa vida me dejó, templada por los libros que leí. Pero es cierto que mi punto de vista como escritor nace de mi mirada de reportero. Lo que queda de él son imágenes, buenas y malas, una cierta visión del lado oscuro de la condición humana, y algunos fantasmas.
3. Estimado señor Pérez Reverte, ¿qué futuro le espera a esta España logrera y vil?. ¿Podrá llegar a ponerse al dia con respecto a todas las tareas históricamente pendientes?. Un cordialísimo saludo. -Francisco-
Sin cultura (me refiero a cultura de verdad, a educación y a lucidez) no hay futuro posible. Los pueblos incultos, sobre todo los deliberadamente incultos, tienen un futuro problemático. Por suerte, como suelo decir, siempre quedan justos en Sodoma. O en Gomorra.
4. Estimado y admirado Sr. Pérez-reverte: Soy leal y ávido lector de sus novelas desde sus comienzos como escritor. Adquirí su último libro el primer día que salió a la venta y una vez leído,le felicito y le doy las gracias por volver a hacernos disfrutar con una de sus novelas. En varias ocasiones le he escuchado afirmar que una paradoja de nuestra Historia es que al combatir a Francia y expulsar a los franceses, combatíamos y expulsábamos también al progreso, la razón y la libertad. Y esto ha constituido una fuente de nuestros males actuales. Sin embargo, otras naciones europeas, como Inglaterra o Prusia, también combatieron a Francia y no parece que les haya ido tan mal. ¿Qué hemos puesto entonces de nuestra parte los españoles para estar alejados de estas naciones, en su opinión? Muchas gracias. Carlos.
El problema de España, a mi juicio, es que todos los elementos más negros y reaccionarios siguieron intactos tras la guerra contra los franceses, e incluso siguieron reforzados y blindados por ésta. Recordemos que el consejero principal de Fernando VII era un canónigo reaccionario y ultramontano llamado Escoiquiz. Esa sombra negra nos marcó durante siglo y medio y nos hizo perder el camino de la modernidad.
5. Hola Arturo: Soy estudiante de Historia y hay varios profesores en mi facultad que hablan de usted despectivamente por sus supuestas intenciones historicistas. Yo personalmente pienso que usted no pretende ser historiador, sino simplemente plasmar una narración dentro de un contexto histórico (al igual que otros muchos autores y también algunos cineastas). ¿Qué tiene que decir al respecto?
Nunca pretendí usurpar el lugar de los historiadores. Yo sólo soy un tipo que cuenta historias lo mejor que puede. Pero estoy orgulloso de que algunos de mis lectores se acerquen a la Historia con mayúscula, a los libros serios de Historia, a través de mis novelas.
6. ¿Qué opinas de los políticos de hoy en este país?
Creo que el peor daño social es la ignorancia aliada con la estupidez y el poder. En España, independientemente de ideologías, esa trilogía letal se da con desagradable frecuencia. A algunos basta oírlos expresarse para comprender que, no es que no hayan ni hecho el Bachillerato, es que alardean públicamente de ello.
7. Dice en el libro y ha repetido en distintas entrevistas que España es lo que es por no haber dispuesto de una guillotina a tiempo. Con nombres y apellidos ¿quienes hubieran sido los primeros en su lista para pasarlos por una guillotina real entonces y a quienes pasaría ahora por una guillotina imaginaria para tratar de solucionar el desastre?
Lo de la guillotina era un símbolo, que algunos han tomado al pie de la letra. La cuestión es que lamento que, cuando las revoluciones ilustradas aún eran posibles, no hubiésemos tenido en España una que nos librase de reyes imbéciles, de ministros incapaces y de curas fanáticos. Basta abrir los periódicos para darse cuenta de que algunos de esos lastres los padecemos todavía.
8. Comparto su adoración por los bellacos sin escrúpulos y le agradezco que de vez en cuando ajuste usted cuentas con nuestro pasado... Pero ¿cuando ajustará cuentas con el presente nacional en una novela? Material no le falta y valor, como demuestra en sus artículos, le sobra. ¿Para cúando una novela sobre nuestros políticos y sus engaños?
Mucha gente cree en usted. Sería una gran responsabilidad y por ende un gran desafío personal. Un saludo y gracias por anticipado. Manuel (Sevilla)

Con el presente ajusto cuentas cada domingo en un artículo semanal desde hace 16 ó 17 años. Las novelas son otra cosa. Se trata de dos territorios diferentes.
9. Buenas tardes, Sr. Pérez-Reverte, ¿Para cuando podemos esperar otra entrega de la serie del Capitán Alatriste? Un afectísimo saludo!
Ya estoy empezando a trabajar en el séptimo de la serie. Se titula 'El puente de los asesinos', transcurre en el Norte de Italia, y está siendo un placer reencontrarme con viejos amigos y viejos enemigos.
10. Don Arturo, en primer lugar, enhorabuena por la última novela, que ya he leído y que me ha gustado tanto como las anteriores, es decir, mucho. Mi pregunta es sobre un tema de actualidad que le ha salpicado, la proposición para que actúe como comisario para los eventos relacionados con 1812 en Cádiz, como hizo ya en Madrid: ¿Cuál es su postura? ¿Hasta dónde es ser consecuente criticar a los políticos y luego aceptar su dinero? (aunque admito que, obviamente, gratis no va a hacerlo) Un salud cordial
Criticar a los políticos no significa desaprovechar una buena ocasión para contar una buena historia: esta vez no por escrito, sino de una manera audiovisual, potente y muy narrativa, para públicos amplios. En Madrid, el 2 de Mayo, lo hicimos de una forma muy eficaz, y quizá Cádiz sea una oportunidad para contar bien ese momento importante de nuestra Historia. En cuanto al dinero, no pretenderá que trabaje dos años gratis. Sobre si éste es mucho o poco, recordaré lo de áquel abogado al que, al comentarle que sus minutas eran caras, respondió: "Le cobro por cinco años de Universidad y 30 de ganar casos para mis clientes". Salvando las diferencias, un Ayuntamiento puede encargarle construir un edificio a Norman Foster o al cuñado arquitecto del concejal de Urbanismo. Contratar a Foster costará siempre un poco más. Finalmente, le recuerdo que una buena propuesta, aunque venga de un político, sigue siendo una buena propuesta. Lo de Madrid lo fue y ahí se vieron los resultados. Lo de Cádiz puede serlo. De cualquier modo, aún no he tomado una decisión.
11. Tengo 33 años. Llevo 13 dedicado al periodismo. Defender con dignidad la camiseta de este oficio se ha convertido en algo casi imposible. Tras años de esfuerzo y aprendizaje, también resulta complicado mandarlo todo al carajo, renunciar a la formación que recibí, al apoyo de mis maestros en el día a día y dedicarse a otra cosa. ¿Algún consejo para aguantar?
Mientras haya un periodista honrado, que sepa combinar los deberes de un asalariado con la dignidad personal, el Periodismo seguirá mereciendo la pena. Mucho más en un mundo y en una España donde la impunidad de los políticos sólo se ve discutida por el trabajo de algunos periodistas. Pelear siempre merece la pena, aunque no se gane la batalla. Por lo menos, hay que procurar que al adversario le sangren las narices.
12. Hola Arturo: Estoy leyendo "El Asedio" y he leído bastantes libros tuyos (perdona el tuteo) y me pregunto si te identificas con el personaje de Pepe Lobo. Gracias y a por el séptimo Alatriste.
Ningún personaje soy yo, aunque algunos tienen más de mí que otros. De todas formas, nadie escribe sino con lo que tiene. Áquel autor que no sea de alguna forma reconocible en sus personajes y en su obra, o miente o la roba. Yo ni miento ni robo.
13. Buenas tardes, Sr. Reverte ¿me permite preguntarle si se siente feliz, tras todas las experiencias vividas - y sufridas- , y tras todo lo aprendido a lo largo de su vida? y ¿Qué le ha aportado escribir novelas? Gracias por hacernos disfrutar con sus palabras. Mª Remedios - Cáceres
Mi vida ha sido desordenada y complicada. Se parece, cuando miro atrás, a una habitación donde esté todo revuelto. Escribir novelas es una manera de ordenar cajones y cerrarlos. Nunca estará ordenada del todo la habitación, pero eso la hace más habitable.
14. Hola Arturo, ¿qué es para usted el éxito?
El éxito tiene un par de ventajas y algunos inconvenientes. Los inconvenientes me los callo, pero en cuanto a las ventajas podríamos citar dos: me da la independencia de vivir como quiero y decir lo que quiero, y los maitres me dan mejores mesas en los restaurantes.
15. Muy buenas Sr. Reverte, recuerdo hace muchos años en Avilés (Asturias) en una charla que usted daba en la que se le preguntó si le gustaría recibir el premio planeta a lo que usted contestó que todo el mundo literario sabía que dicho premio estaba "amañado" y que era la propia editorial planeta quien se conchabada con el / la los/las autores para darlo en función a distintos criterios (popularidad del susodicho/a, reconocimiento, prestigio, potenciales ventas...) ¿Sigue sosteniendo esta teoría?. Saludos
Nunca me he presentado ni he permitido que me presenten a ningún premio literario. La fidelidad de mis lectores lo hace innecesario. De todas formas, si un día necesitara dinero o lectores, tal vez lo haría. Quienes se presentan tienen sus motivos para hacerlo. A mi edad, de todas formas, no creo que cambie de costumbres.
16. Buenas tardes, Sr. Pérez-Reverte. En primer lugar, quiero darle la enhorabuena por su nuevo libro, y sobre todo darle las gracias por compartir su lucidez, su mirada crítica y su saber con nosotros. ¿Cómo imagina usted su obra dentro de muchos años?¿Se puede ver como un escritor para la posteridad? Muchas gracias y un saludo.
¿Quién lee ahora a Cela? ¿ A Torrente Ballester? ¿Quién leerá a Delibes dentro de diez años?... Si eso ocurre con los grandes recientes de nuestra literatura, sería estúpido por mi parte pretender sobrevivirles una vez deje de fumar. Soy demasiado realista como para eso. Mis lectores me leen ahora, y eso me satisface lo suficiente. En el futuro, que el diablo nos lleve a todos.
17. Estimado Arturo, no entendí muy bien su libro "Ojos azules". No la historia en sí, sino el escarceo de editorial, el hecho de que casi tuviera la longitud de un par de artículos de El Semanal... En cualquier caso, me gustó pero me quedé con ganas de más. ¿Podría explicarnos cómo fue aquello? Muchas gracias. Jesús (Granada)
Yo me limité a escribir un relato corto y a autorizar a una editorial a publicarlo. Son los editores quienes decidieron presentarlo de ese modo. Dicho eso, debo decir que es una historia a la que le tengo especial cariño, y no me desagradó que le diesen un tratamiento especial. Aunque reconozco que el precio era excesivo.
18. Estimado Reverte. ¿ Por que la mayoría de sus personajes protagonistas son masculinos? ¿ Las mujeres no le inspiran?. Muchas gracias.
'La reina del Sur' es personaje femenino, y en 'El asedio' Lolita Palma es uno de los principales protagonistas. En casi todas mis otras novelas, las mujeres tienen papeles fundamentales, como en 'El maestro de esgrima' o 'La carta esférica'. Lo que pasa es que yo soy varón, y lo natural es que maneje el punto de vista que mejor creo controlar.
19. Hola señor Reverte, Soy seguidor y admirador suyo desde hace tiempo, tanto de sus novelas como de su columna semanal. Mi pregunta, de entre todas las que se me ocurren que quizás sean demasiado sesudas, es más bien fácil. Siempre le he imaginado escribiendo a máquina, en parte gracias a una foto suya que encontré hace poco no recuerdo donde en la que aparece con un cigarro en la boca frente a una maquina de escribir en lo que parece una redacción y en parte por la admiración que desprenden sus textos hacia algunos escritores ya fallecidos que seguro escribían a máquina y hacia los que aunque sea por respeto quizás quisese honrar escribiendo con su mismo instrumento, quizás el único genuino de verdad para usted aparte de la propia mano. En resumen, ¿Escribe usted aún a máquina o se ha rendido ya a la tecnología y los teclados de los ordenadores? En ese caso, ¿Echa usted de menos el tacto y los sonidos de las viejas máquinas de escribir? Gracias y un saludo. Gonzalo (Madrid)
Una de mis nostalgias es el tableteo de la máquina de escribir, tanto en la redacción como en la habitación de un hotel, cuando era periodista, o en mi casa con mis primeras novelas. Pero lo que pierdo en nostalgia lo gano en eficacia y rápidez a la hora de corregir. Para consolarme, antes de introducirlas? en el ordenador hago las correcciones con pluma estilográfica. Eso me hace sentir menos traidor.
20. ¿Puede decirnos cuales son los cinco libros que más le han marcado en su vida
Leo desde los seis o siete años, así que mi vida la han marcado muchos libros distintos. Puedo citar seis, aunque eso no debe considerarse un compromiso formal: 'Los tres mosqueteros', 'La cartuja de Parma', 'La Iliada', 'La Eneida', 'La Odisea', 'La anabasis'. A eso podríamos añadir varios cientos: 'El conde de Montecristo', 'La montaña mágica', 'Lord Jim', etc.
21. Veo que no para usted de 'parir' libros y artículos fantásticos. Mi pregunta es la siguiente: ¿Que ritmo de trabajo tiene? ¿Se pone un horario?
Una novela no es un arrebato artístico sino un trabajo sistemático y continuo, de sumar horas y días y semanas y meses. Yo trabajo cada día, me apetezca o no. Hay días que las cosas van bien, y días que el trabajo es un martirio. El haber planificado antes personajes y estructura con mucho detalle ayuda especialmente en los momentos difíciles.
22. Hola Arturo, hay algo que siempre me ha desilusionado: Cómo es posible que de tan buenas novelas salgan tan pésimas adaptaciones cinematográficas...me dolió especialmente Alatriste. (es mi opinión,naturalmente...). ¿Qué opina sobre dichas películas?
Algunas son muy buenas. No olvide, por ejemplo, 'El maestro de esgrima'. Otras son menos afortunadas, y alguna, como por ejemplo 'La tabla de Flandes', infame. Pero de eso el autor no es responsable. A fin de cuentas, una película no es más que la visión de tu novela que tiene el director de esa película. Ya no es "tu" novela sino "su" novela. Su película. Lo que pasa es que, me gusten en el fondo o no, considero que tengo la obligación moral de apoyar en lo que pueda, siempre que no sea faltar a la verdad, a quien hace el esfuerzo de arriesgar su tiempo, su trabajo y su dinero con una de mis historias.
23. Buenos días, Don Arturo: Quisiera saber qué siente cuando ve por la televisión a otros corresponsales de guerra como usted lo fue: nostalgia, envidia, alivio, o nada. Muchas gracias
Ha cambiado mucho el periodismo de televisión de guerra. Ahora, la presión de los medios informativos, que exigen entrar en directo cada media hora, hace imposible que los reporteros salgan del hotel a cazar información e imágenes. Eso ha burocratizado el periodismo de guerra, que ahora se refugia más en los fotógrafos y cámaras freelancers y en los blogs escritos en caliente. Es difícil tener nostalgia de eso. Por lo demás, de lo que tengo nostalgia es de mi juventud y de mis compañeros. Los vivos y los muertos. Y ya que estoy en EL MUNDO no puedo menos que mandar un recuerdo a la memoria de mi amigo Julio Fuentes, del que al menos tengo el consuelo de que murió como a él le habría gustado morir.
24. Buenas tardes Don Arturo; ¿Cree que fue buena elección, si es que pudo elegir, meterse de lleno en la escritura, para curar todo horror que contempló? ¿Sirvió de algo? Un saludo y gracias.
El horror es como un álbum de fotografías que no se borra y que te acompaña siempre. Fantasmas que de noche, a veces, vienen a tirarte de los pies. Escribir no los borra, pero hace un efecto analgésico. Es como la aspirina, que no quita la causa del dolor, pero ayuda a soportarlo. En cualquier caso, la respuesta es sí. Mereció la pena. La lúcidez que pueda tener se la debo a aquellos años y a estos fantasmas.
25. Estimado Arturo. ¿Porqué con el tiempo aumenta el número detacos en sus escritos?. Como entusiasta lector suyo, me apena ver su abundancia, por lo general afeando un estilo al que sin duda no le hacen falta esos recursos. Gracias
Creo que es al contrario, que con el tiempo me autocensuro más en esa clase de términos. De todas formas, le recuerdo que eso se refiere solamente a mis artículos dominicales, y quien escribe éstos no soy yo, sino un personaje gruñón y a veces gamberro que se llama como yo. Quien me conoce sabe que yo no hablo así en mi vida normal. Quien me lee sabe que yo no hablo así en mis novelas. Se trata, en los artículos, de una manera de plantear las cosas que los lectores, desde hace tiempo, conocen de sobra. Pero insisto en que ese Pérez-Reverte es sólo un personaje que cuenta cosas.
26. Estimado Sr. Reverte, ¿recuerda usted el momento exacto en que perdió la inocencia en su mirada? gracias.
Lo recuerdo porque escribí un reportaje sobre eso. Fue el 4 de abril de 1977, en Eritrea, cuando amigos míos a los que admiraba violaron, mataron y saquearon. La pérdida de inocencia se debió a que ni siquiera en esas circunstancias pude dejar de considerarlos amigos míos. Ese día aprendí que lo de los malos y los buenos es un cuento de hadas, y que el ser humano es un individuo complejo, capaz de lo mejor y de lo peor.
27. Buen dia amigo Reverte, desde Estados Unidos que opinion tiene usted de la problematica politica que sacude media America Latina
Mi opinión puede resumirse si digo que, ahora que viene el Bicentenario de la Independencia Americana, creo que hay poco que celebrar allí. Aquella independencia nunca fue de los pobres ni los explotados, que siguieron siéndolo y lo siguen siendo todavía, sino de las clases criollas dirigentes que se separaron de la metrópoli para no pagar impuestos y regir sus propios destinos. El pueblo sólo fue carne de cañón, pretexto para los demagogos, y no hizo sino cambiar de amos.
28. Hola señor Reverte, he leido todos y cada uno de sus libros, y siento que he aprendido mucho gracias a usted, no solo sobre historia y sobre España, también una visión del mundo que usted ha adquirido a lo largo de su vida, a veces dudo sobre como ve usted este mundo, ya que a través de su experiencia y de sus libros me da la impresión de que es usted un heroe cansado, como en muchas de sus novelas, y otras veces creo que usted tiene esperanza de que las cosas cambiarán, ¿qué podría decirme al respecto?
La pregunta requeriría una larga y compleja respuesta. Digamos, resumiendo mucho, que cuando Héctor o Aquiles no tienen la suerte de morir en Troya, se convierten en Ulises intentando regresar a Itaca bajo un cielo sin dioses, y llamándose Nadie para sobrevivir en la cueva del cíclope. Cualquier imbécil puede ser Héctor o Aquiles. Lo difícil es ser Ulises con una Troya ardiendo en la memoria. Ése es el héroe que me interesa, y con él escribo novelas. Quizá porque a mi edad soy más Ulises que Aquiles y yo también tengo sangre en las uñas y alguna Troya ardiendo a las espaldas. En realidad, todas mis novelas hablan sobre lo mismo: sobre ese Ulises, hombre o mujer, moviéndose por territorio hostil. Por territorio enemigo.

UNA ESPECIE HUMANA DESCONOCIDA VIVIÓ HACE 40.000 AÑOS EN SIBERIA

ABC.es, Madrid, España, 25Mar10
JOSÉ MANUEL NIEVES | MADRID


El hallazgo en el sur de Siberia de los restos de una clase de homínido desconocido de hace 40.000 años está destinado a revolucionar algunos de los conceptos clave de la paleontología moderna. De hecho, se trata de una especie contemporánea a la nuestra y de la que no había noticias hasta ahora. Una especie humana, otra, inteligente y que vivió al mismo tiempo que nuestros antepasados y que los neandertales, el otro grupo humano que en aquél momento habitaba en Asia y Europa. El excepcional descubrimiento se publica hoy en Nature.
Un espectacular y poco frecuente descubrimiento acaba de alterar para siempre lo que sabemos (o creíamos saber) sobre cómo el hombre moderno consiguió poblar el mundo a partir de su continente natal, África. Durante largas décadas, los paleontólogos han ido dibujando un cuadro en el que, durante los últimos 40.000 años, aparecían dos únicos protagonistas: los neandertales, que en aquél tiempo ocupaban la mayor parte de Europa y extensas zonas de Asia (hasta que se extinguieron hace unos 15.000 años); y los humanos modernos, nuestros antepasados directos, que tras abandonar África unos veinte mil años antes de esa fecha, se multiplicaban y extendían por toda Eurasia.
En 2003, el panorama cambió tras la aparición de una tercera especie humana, un pequeño homínido aparecido en Indonesia y bautizado como Hombre de Flores. Y ahora, en un estudio que hoy mismo publica la revista Nature, Johannes Krause, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de Leipzig, en Alemania, añade a la «familia» humana una cuarta especie, un nuevo miembro que obligará a replantearse lo que creíamos saber hasta ahora.
Pero el descubrimiento de Krause y sus colegas pasará a la historia, también, por otra razón: se trata de la primera vez que se describe una nueva especie de homínido a partir de su ADN y no de la morfología de alguno de sus huesos fosilizados. Un ADN que procede de un fragmento del hueso de un dedo descubierto en la Cueva de Denisova, en los montes Altai, al sur de Siberia. La cueva fue ocupada de forma intermitente por grupos de humanos desde hace por lo menso 125.000 años pero, a pesar de que han aparecido numerosas herramientas de piedra de diferentes periodos, en ella se han encontrado muy pocos restos humanos, totalmente insuficientes como para realizar los estudios morfológicos habituales.

Análisis de las mitocondrias
Es precisamente sobre estos escasos y fragmentarios restos fósiles que Krause ha llevado a cabo sus análisis genéticos. Análisis que han llevado al sorprendente e inesperado descubrimiento de una especie humana totalmente desconocida.

El fragmento de dedo procede de una capa de sedimento cuya datación arroja una antiguedad de entre 48.000 y 30.000 años. Y analizar el ADN de una muestra tan antigua es ya, de por sí, todo un reto para la Ciencia, que ha podido ser abordado gracias a las nuevas técnicas que el Instituto Max Planck está utilizando para otro gran proyecto (dirigido por Svante Pääbo, que también ha participado en esta investigación), el de secuenciación del genoma de un hombre de Neandertal.
Para realizar su trabajo, los investigadores se centraron en un tipo muy particular de ADN, el contenido en unos orgánulos del interior de la célula llamados mitocondrias. Para enfrentarse a unas muestras tan escasas y antiguas, el ADN mitocondrial resulta mucho más adecuado, ya que cada célula contiene cerca de 8.000 copias (una en cada mitocondria) frente a las dos únicas copias que posee de ADN nuclear.
Utilizando los mismos métodos de secuenciación ya usados con neandertales y mamuts, Krause consiguió ensamblar, a partir de varios fragmentos, una secuencia completa de ADN mitocondrial del dedo de Denisova.
Pero Krause no fue consciente de su hallazgo hasta que comparó esa secuencia con otras análogas de humanos modernos y de neandertales y se dio cuenta de que era única. ¿A quién podía pertenecer ese ADN de hace 40.000 años si no era de un neandertal ni de un Homo sapiens? Una posibilidad era que se tratara de un descendiente directo de Homo erectus, la especie que abandonó Africa hace ya casi dos millones de años y que sobrevivió en Indonesia hasta hace cerca de cien mil... pero nada hacía suponer que esa excepción pudiera aplicarse a Siberia, geográficamente tan alejada de Indonesia.
Los científicos se dedicaron entonces a la tarea de establecer comparaciones genéticas entre su nueva y flamante secuencia de ADN y las de las dos especies humanas que le fueron contemporáneas, la nuestra y los neandertales. El objetivo era buscar relaciones entre las tres especies humanas y construir un árbol evolutivo que las incluyera a todas. El resultado fue que todas ellas tienen (tenemos) un antepasado común que vivió hace cerca de un millón de años.
Pero si los humanos modernos evolucionaron en Africa, entonces este antepasado común de un millón de años de antiguedad también debía proceder del continente negro. Sin embargo, resulta imposible que el antecesor del hombre de Denisova fuera un Homo erectus, especie que comenzó a poblar Europa más de 900.000 años antes... Y la secuencia genética de Denisova tampoco se parecía a la de los antepasados directos de los neandertales, cuyo linaje se separó del que dio lugar a Homo sapiens hace 450.000 años, mucho después que la rama que desembocó en el hombre de Denisova.
Por lo tanto, y descartadas esas posibilidades, la única conclusión lógica era que la secuencia genética de Denisova perteneció a una clase desconocida de homínido que abandonó Africa en un proceso de migración (también desconocido) hace alrededor de un millón de años, y que ese homínido logró sobrevivir (por lo menos) en algunas zonas de Eurasia hasta hace 40.000 años.

ADN nuclear
Ahora, el siguiente reto para los investigadores es el de conseguir ADN nuclear de las muestras de Denisova. Algo, como hemos visto, mucho más complicado de obtener que el ADN mitocondrial, pero que aclararía mucho las relaciones de esta nueva especie con nuestros antepasados y con los neandertales.

Por no hablar, claro, de que el método utilizado por Krause y sus colegas podrá ahora ser aplicado a un gran número de muestras fósiles procedentes de yacimientos de todo el mundo. Con lo que el número de nuevas especies humanas desconocidas por nuestros científicos podría incrementarse de una forma espectacular, aclarando de una vez por todas el complejo y aún misterioso proceso que llevó a que una única especie, la nuestra, sobreviviera a todas las demás variedades humanas y colonizara por completo nuestro planeta.

martes, 23 de marzo de 2010

EL CHILENO HERNÁN RIVERA LETELIER GANA EL PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA 2010

La Vanguardia, Barcelona, España, 23Mar10
Foto: Fotografía de archivo del 11 de abril de 2007 del escritor chileno Hernán Rivera Letelier que ha ganado el Premio Alfaguara de Novela / EFE/Javier Lizón.


Madrid. (EFE).- El escritor chileno Hernán Rivera Letelier ha ganado hoy, con su obra "El arte de la resurrección", el Premio Alfaguara de Novela, que está dotado con 175.000 dólares (unos 129.200 euros) y está considerado uno de los de mayor prestigio del ámbito hispánico. El fallo del premio lo ha hecho público el presidente del jurado, el novelista y articulista Manuel Vicent, en un encuentro con escritores y periodistas que ha tenido lugar en la sede central del Grupo Santillana. La novela ganadora está ambientada en el desierto chileno, en las primeras décadas del siglo XX, y narra las andanzas de un iluminado, el "Cristo de Elqui".
El jurado ha valorado el "aliento y la fuerza narrativa" que contiene la novela, así como "la creación de una geografía personal a través del humor, el surrealismo y la tragedia". Poeta, cuentista y, sobre todo, novelista, Rivera Letelier (Talca, 1950) es uno de los escritores de mayor éxito de su país. Ha publicado, entre otras novelas, "La reina Isabel cantaba rancheras", "Himno del ángel parado en una pata", "Fatamorgana de amor con banda de música", "El fantasista", "Mi nombre es Malarrosa" y "La contadora de películas". Galardonado en dos ocasiones con el Premio del Consejo Nacional del Libro, Rivera Letelier fue minero en las salitreras del desierto chileno de Atacama, "el más cabrón del mundo", como él suele decir, y en ese escenario ha situado varias de sus novelas. De joven, era el único minero que utilizaba la biblioteca de su pueblo. Comenzó a escribir a los 21 años, literalmente "por hambre", según él ha contado en más de una ocasión. A esa edad salió por primera vez del desierto y comenzó a recorrer su país.
Tendido en una playa, y con las tripas vacías, escuchó en una radio robada por un amigo que convocaban un concurso de poesía cuyo primer premio era una cena en un hotel de lujo. Le bajaron las musas de golpe y escribió un poema de amor de cuatro páginas, con el que ganó el certamen. A la XIII edición del Premio Alfaguara se han presentado 539 originales. El mayor número de ellos, 194, procede de España, seguida de México (102), Argentina (100), Colombia (34), Estados Unidos (25), Ecuador (23), Perú (17) y Chile (14), entre otros países.

lunes, 22 de marzo de 2010

ARTE URBANO

La Nación, Buenos Aires, Argentina, 22Mar10
Artistas callejeros que nos atraviesan con sus obras a cada paso. Arte perseguido, muchas veces efímero, pero nunca inocente.

Francesca Gavin, autora del libro "Creatividad en la calle" sostiene que estas obras son importantes porque fuerzan al público a ser consciente y a interactuar con el mundo que los rodea. Según ella este arte "Es un animal que nos sale al encuentro en cualquier callejón. Es un animal que nos hace menos domésticos".

Por: Hugo Villalobos
Para ver la imágenes, clic aquí.

domingo, 21 de marzo de 2010

EL IRRESISTIBLE EGO DE LOS ESCRITORES

La Nación, ADNCultura, Buenos Aires, Argentina, 20Mar10
Anticipo de Egos revueltos , memorias literarias de Juan Cruz Ruiz, un editor y periodista español que trató con las grandes plumas y las retrata en anécdotas, secretos y rabietas.
Por Héctor M. Guyot
De la Redacción de LA NACION


Conoció a Camilo José Cela en marzo de 1972, cuando él era un periodista de poco más de veinte años y el autor de La familia de Pascual Duarte gravitaba como una figura de peso de la literatura española. El novel cronista acudió al aeropuerto de Tenerife junto con dos intelectuales de la isla a recibir al visitante ilustre, cuya presencia imponía un temor reverencial: "Tenía esa quijada poderosa de caballo manso, y la frente protuberante (como su barriga) avanzaba con la seguridad de un paquidermo que fuera el jefe de los de su especie". Era dueño de una voz bronca y fuerte. Pero de pronto, tras los saludos, se sintió desvalido y pidió un asiento. "Estoy jodido", dijo. Ya en el hotel, el médico diagnosticó fiebre y ordenó guardar cama. Suspendida la cena de bienvenida y amenazada la conferencia del día siguiente, acompañaron a Cela hasta su habitación y allí, como un niño, el escritor confesó que no podía estar solo. Los dos intelectuales miraron al joven periodista y uno de ellos dijo: "Juanito". De modo que Juan Cruz Ruiz cargó con la misión de acunar al novelista, que apenas ganó la posición horizontal ordenó: "Habla, no dejes de hablar, necesito que me hablen para poder dormir".
Después de rescatar su infancia, su juventud y su encuentro con el mundo en libros como Retrato de un hombre desnudo , Ojalá octubre y Muchas veces me pediste que te contara esos años , Juan Cruz propone ahora una memoria personal de la vida literaria en Egos revueltos , volumen que se alzó con el XXII Premio Comillas de la editorial Tusquets y que el mes que viene se distribuye en el país. Allí el escritor canario desanda el camino espiralado de sus recuerdos en una narración que desatiende la cronología para abandonarse a los flujos y reflujos de una memoria prodigiosa. Pero para recordar primero hay que haber vivido, y en su triple condición de periodista, escritor y editor (trabaja en el diario El País de Madrid desde su fundación en 1976 y fue director de la editorial Alfaguara entre 1992 y 1998), Juan Cruz parece el hombre indicado para fraguar este backstage literario que ofrece perfiles íntimos y reveladores de muchos de los grandes autores del último medio siglo. Testigo perfecto, siempre estaba ahí donde debía para contarlo luego. Por eso el libro es también, y sobre todo, el retrato de una devoción: la suya, que lo empujó desde muy joven al mundo de la escritura y los escritores, en el que supo ver, en medio de sus miserias y grandezas, con ojos compasivos pero nunca ingenuos, una danza de egos de todos los tamaños y colores.
Aquel ego en reposo del hombre que el periodista dejó dormido en el hotel Mencey de Tenerife, por ejemplo, iba camino a convertirse, a medida que se acercaba el Premio Nobel y crecía la fama, en el ego más "denso" de los que Juan Cruz habría de conocer jamás. Quince años después se dieron cita en un lujoso restaurante. Vestido con corbata y camisa roja a rayas, con "la altivez de un hombre que se sabe especialmente poderoso", Cela escuchó frente a unos mariscos una proposición del periodista, que entonces ya trabajaba en El País : el diario quería que el narrador viajara por las Cinco Villas de Aragón y lo contara en una serie que iba a ser publicada durante el verano. Algo habitual, invitar a los literatos a escribir en el periódico. Cela, sin embargo, planteó condiciones propias de un divo del canto lírico o de una estrella de rock, que pasó a enumerar sin demora: quería disponer de un auto Testarrosa, y las camas de los hoteles debían tener determinadas dimensiones; exigió, de paso, un trabajo en la Cadena Ser para Marina Castaño, entonces su ayudante y luego su esposa, que a la sazón estaba allí, compartiendo el almuerzo. No hubo crónicas, claro.
En el retrato que hace de Cela, Juan Cruz señala que el escritor podía ser generoso. "Ayudó siempre, hasta el final. Ayudó a Francisco Umbral a ganar el premio Cervantes; ayudó a José García Nieto a ganar el mismo premio; ayudó a gente a entrar en la Academia; y ayudó a que otra gente no entrara. Era, en ese sentido, como un campesino con poder, animado siempre a ofrecer a sus vecinos, y a sus fieles, el apoyo que le permitían sus contactos y sus influencias. Y estaba dispuesto, también, a pedir la destitución de aquellos que no le rindieran la pleitesía a la que su larga historia le hacía acreedor... Don Camilo era como una poderosa industria."

El Nobel que llegó por mar
Hubo otro futuro Nobel que llegó a Tenerife ante la mirada deslumbrada del joven Juan Cruz. Fue en 1970, y éste no vino por aire sino por mar, como corresponde a alguien que, al avistar desde la costa un tablón mecido por el oleaje, quizá resto de un naufragio, le dijo a su mujer: "Matilde, el océano le trae la mesa al poeta. Ve por ella". Era Pablo Neruda, que regresaba de Cannes a Chile para apoyar la campaña que llevaría a Salvador Allende al poder. Cuando un grupo de notables, entre los que estaba el joven periodista del diario local con su anotador en mano, lo invitó a bajar al puerto de la isla, Neruda se negó. ¿Acaso en España no gobernaba aún Franco, un dictador contra el cual él había luchado? Alguien le recordó que había bajado ya en Barcelona, para pasear por la ciudad junto con su amigo Gabriel García Márquez. Hubo un silencio, que otro aprovechó para decirle que abajo lo esperaban artistas republicanos. El poeta lo pensó. De pronto, le preguntó a Matilde Urrutia: "¿Tú crees que acá abajo habrá arepas?". Sólo la irrupción de ese antojo hizo que el vate descendiera por la escalerilla del Cristoforo Colombo del brazo de su mujer. Escoltado por la comitiva, se dirigió con su "sonrisa de perro tranquilo" hacia el bar Atlántico, donde comió sus arepas rodeado de escritores locales que siguieron solícitos el recitado de sus propios poemas, a los que Neruda ("acaso uno de los egos más grandiosos que dio la historia de la literatura que uno ha podido tocar") volvía cada vez que dejaba de ser el centro de atención. El episodio remite a aquella anécdota que tiene como protagonista a un celebrado escritor argentino: una noche en que compartía una cena con otros diez comensales, su esposa pasó bajo la mesa un papelito urgente donde había anotado: "Hace rato que no hablan de él y se está deprimiendo".
Entre los escritores, la comida y la bebida son cosa seria. Cuando Juan Cruz era ya editor, muchos años después, le tocó compartir un almuerzo en Isla Negra con Marcela Serrano, Arturo Pérez-Reverte y Carlos Ossa, un editor chileno. En busca de pescado fresco, habían dado con el único restaurante decente del lugar. Venían de visitar la casa de Neruda, donde habían visto aquel tablón legendario y los mascarones de proa que el mar le regalaba periódicamente al poeta. "¡Carlos, no hay limones!", gritó de pronto la Serrano, indignada y ante el estupor de todos. Y lo gritó dos veces. "Lo que había sucedido -cuenta Juan Cruz- fue que la novelista chilena le había preguntado en voz baja al camarero si había limones; ella no comería pescado sin limones, y en el mecanismo de relación entre su mente y la necesidad frustrada de los cítricos había un culpable claro, allí presente, el editor... Es muy serio contradecir a un escritor, sobre todo si se encuentra en un lugar propio y se siente defraudado."

Decálogos y caprichos
Precisamente en aquella comida, Juan Cruz ensayó un decálogo para regir las relaciones de los editores con los escritores de su editorial, y fue entonces cuando Pérez-Reverte dijo que podría hacerse un libro que tratara de los egos revueltos de los escritores ("y de los editores, y de los periodistas, que todos cultivan su propio ego", agregó el autor). Quince años más tarde, con este libro, llega la respuesta a ese desafío.
Para un editor, dice Juan Cruz, el incumplimiento de un capricho puede traer consecuencias nefastas. Pero el antojo también puede cambiar de signo y jugar a favor. En otro almuerzo, esta vez en Montevideo, habían reunido a Pérez-Reverte con Mario Benedetti en la presunción de que congeniarían. Era juntar al joven autor con el veterano escritor, dos generaciones y dos estilos bien distintos. La idea no contravenía lo que Juan Cruz había aprendido a respetar como un principio elemental de las relaciones públicas en el mundo editorial: a menos que se junten por gusto, los iguales se repelen. Todo iba bien hasta que Pérez-Reverte preguntó al mozo: "¿Tienen ustedes dulce de batata?". Desolado, el mozo admitió que no. Ahí mismo el dulce de batata adquirió la importancia de una carencia, cuenta Juan Cruz: "Arturo miró a Fernando [Esteves], el editor local, con una decepción muda, no hay dulce de batata, ya me parecía a mí que algo iba a faltar en este maldito restaurante tan bueno". El almuerzo siguió su curso y hasta Pérez-Reverte olvidó su antojo. Pero a la hora de los postres, cuando nadie lo esperaba, el mozo depositó en la mesa un plato con dulce de batata. Ante la sorpresa de todos, señaló a Esteves y contó que el editor local había salido a la calle subrepticiamente para volver con aquello que calmaría el paladar consentido del autor de La tabla de Flandes . Esteves tenía 22 años, y dice Juan Cruz que aquel almuerzo cimentó una carrera que lo llevaría a ser director de Alfaguara en la Argentina y a dirigir la división de Ediciones Generales de Santillana en México.
Benedetti también tenía lo suyo en materia de comida. Lo que no sacó a relucir en ese almuerzo de Montevideo aparecía cada vez que la editorial lo llevaba a Madrid para presentar sus libros. "Era muy meticuloso con el pescado: odiaba las espinas. No era una manía circunstancial; Mario lo exigía, y era muy preciso en eso: ´Juan, recuerda que no quiero espinas´. Y no habría espinas. Y si por casualidad aparecía una en el pescado, Mario levantaba la mirada, enfurecido." El autor de La tregua era un ego irritable oculto tras el velo de la humildad.
Por el contrario, el mexicano Octavio Paz, inclinado a creer que había pocos como él en la historia del siglo XX, no era un hombre humilde y no consideraba oportuno ocultar su grandeza con la falsa modestia, observa Juan Cruz. Un día, a principios de los años ochenta, le tocó entrevistar a la mujer de Paz, Mary Jo, pintora, que exponía en Madrid. A pedido de ambos, les alcanzó el texto que había escrito luego de hablar con la artista. Sin decir permiso, concentrado como un relojero, el poeta lo corrigió palabra por palabra, "con la delicadeza de un corrector, la rapidez de un linotipista y la autoridad de un director", hasta darle a aquella entrevista ajena "su propia impronta literaria, periodística o poética". A Paz, sin duda uno de los ensayistas en lengua española más lúcidos de los últimos tiempos, le gustaba ordenar el mundo alrededor suyo y aplicaba esa capacidad de control en todo (en esto se parecía a Cela, también un hombre "capaz de organizar a los otros en torno a su figura"). Años después, Juan Cruz fue a verlo para que colaborara en una serie de suplementos sobre las relaciones entre América y Europa que El País publicaría bajo la dirección del académico inglés John Elliot. El autor de El arco y la lira quiso saber qué otros escritores colaborarían. Juan Cruz sacó una lista y Paz se la quitó de las manos. Con el mismo bolígrafo con que había corregido la entrevista a su mujer, empezó a tachar nombres. "Don Octavio -señaló el periodista-, ésos son nombres decididos por John Elliot." Paz sentía por Elliot una correspondida admiración. Algo notable, ya que su admiración era un tesoro de mucho quilates, escribe Juan Cruz, porque no se prodigaba hacia los lados sino hacia adentro. Finalmente, devolvió el papel. "Si no puedo tachar no colaboro", dijo.

Tras la huella de Cortázar
Cada vez que la memoria de Juan Cruz rescata un nombre, con él viene una historia. En el curso de todos esos años, escribe, fue como un saltimbanqui involuntario buscando miradas con las que completar la suya. Entrevistar a escritores en su condición de periodista, atenderlos en su calidad de editor, era para él una aventura. Y si el trabajo no le ponía escritores en el camino, se los conseguía por su cuenta. Cortázar, por ejemplo. Lo había buscado en su juventud por la calles de París, jugando con la posibilidad de un encuentro fortuito al modo de Oliveira y La Maga, y lo había entrevistado luego. Pero ahora, años después de su muerte, Juan Cruz salía en busca del fantasma del autor de Rayuela . Junto con el escritor Manuel de Lope, peregrinó rumbo a Saignon, donde Cortázar había vivido sus veranos y escrito algunos de sus libros. Sin una dirección que los orientase, consultaron en el municipio los planos catastrales. Tuvieron suerte y al rato estaban tocando el timbre en una casa de la zona. Abrió la puerta una mujer alta, en traje de baño, mojada y con una toalla sobre los hombros. Era Ugné Karvelis, lituana, una editora de Gallimard que había sido pareja de Cortázar. Muchos de los amigos del escritor la tenían por una personalidad difícil y hasta maliciosa, pero los hizo pasar amablemente y los condujo hasta una habitación espartana. "Ahí escribía", dijo, y señaló una mesa desnuda en la que Cortázar se sentaba de cara a la pared y de espaldas al ventanal que daba al jardín. Miraron la mesa vacía, en callado homenaje, y de algún lado llegó un aroma a jazmines.
Después, durante una conversación con Juan Carlos Onetti a la vera de la cama que el autor de La vida breve ya no quiso dejar, éste le dio su opinión respecto del ego de Cortázar, de quien había sido amigo. "Mirá, te voy a decir que él siempre se mostró como un hombre muy humilde, muy desinteresado, y de eso no hubo nada... -dijo el escritor uruguayo-. Era de una vanidad tremenda, y una muestra fue la polémica que tuvo con mi amigo peruano José María Arguedas." La cosa, parece, fue como sigue. En medio de una ardiente discusión acerca del compromiso del intelectual latinoamericano, Cortázar pretendió poner en su sitio al autor de esa novela maravillosa que es Los ríos profundos , tan celebrada por Mario Vargas Llosa: "Usted toca una quena en Perú y yo dirijo una orquesta en París", disparó el argentino. Para Onetti, que también escribía mirando la oquedad de una pared, aquello era imperdonable.

Livianos como el aire
Así como entre los escritores hay egos inflados y poderosos que, según el caso, se exhiben o se esconden, existen otros que de tan livianos parecerían destinados a evaporarse en el aire.
Dice Juan Cruz que Jorge Luis Borges era una de las personas menos pedantes que ha conocido. A principios de los años 80, cuando no sabía aún que los editores eran sobre todo acompañantes, durante dos días le tocó hacer de lazarillo de ese hombre al que leía y admiraba. Era un fin de semana de verano, y junto con su mujer y su hija paseó a Borges por Madrid y lo llevó a bares y restaurantes donde el autor de El libro de arena cantó en islandés algunas endechas que recordaba de memoria. Entonces Juan Cruz sintió la alegría de descubrir que los genios pueden ser gente bastante normal. Siempre con su libreta a mano, el periodista tomó muchas notas durante esos días, frases de Borges que no quería dejar escapar. Entre otras, la que sigue: "Le dije a un visitante mexicano que se quejó de mi casa: ´Usted está en ella cinco minutos, yo vivo en ella desde hace setenta años, no se queje.´ Me dijo: ´Octavio Paz no vive así´. Y yo le repliqué: ´Es que, modestamente, yo soy Borges´".
No hay escritor que carezca de ego, advierte el autor. Sin embargo, entre aquellos que lo llevan ligero incluye a John Berger, a Miguel Delibes (fallecido la semana pasada a los 89 años) y a Leonardo Sciascia ("uno de los tipos más sencillos y desprendidos que he conocido"). Y también a Paul Bowles, a quien, cuando ya era editor, fue a visitar a Tánger para convencerlo de que viajara a España a presentar su nuevo libro. Lo encontró sentado sobre una alfombra, fumando kif en una larga pipa y con temor de que un pájaro que andaba revoloteando fuera se metiera dentro de la casa. Bowles estaba más interesado en su música -era también compositor- que en su literatura, pero a sus 83 años aceptó la invitación. Flaco y debilitado, "con sus ojos azules velados por la tristeza y la perplejidad", viajó a Madrid, donde presentó su libro y se organizó un concierto con su música. El editor también le consiguió un cirujano que lo atendió de un dolor en la rodilla que en Tánger no había podido curar.
Por necesidad, Juan Cruz se volvió un experto en misiones especiales. Lo mismo podía conseguirle un dentista a Berger que un fisioterapeuta a Vargas Llosa. Hecha su fama, una madrugada lo despertó el llamado telefónico de Carmen Balcells. La célebre agente literaria le rogó que consiguiera un helicóptero: la escritora brasileña Nélida Piñón viajaba de Barcelona a Madrid, donde debía tomar un avión para regresar a su tierra sin demora, pero la nieve había dejado varado su taxi en el camino. Desde su casa en Tenerife, Juan Cruz intentó lo imposible y casi lo logra, pero los pilotos no se atrevieron a volar con semejante tormenta. En lugar de un helicóptero, le consiguió a la escritora un hotel en Soria donde pasar la noche. "Por lo que les escuché al posadero y a la propia Nélida, esa noche de tanta nieve la autora de Corazón andariego durmió en un puticlub de carretera", confiesa.

En el sube y baja
Pero sin duda quien sometió al abnegado editor a una actividad extenuante fue Susan Sontag, que viajó a España en 1995 para presentar su novela El amante del volcán . Le había contado a Juan Cruz que tenía dos ídolos europeos, John Berger y José Saramago, y que le gustaría conocer al escritor portugués. Quienes la esperaban en Madrid pensaron que llegaría agotada del viaje, pero le sobró energía para ir al Museo del Prado, comer mariscos y firmar ejemplares en la Feria del Libro, con tanta buena suerte que era la única autora firmando cuando apareció nada menos que la reina Sofía. Hubo entre ellas una charla amable, hubo firma de ejemplar y hubo un fotógrafo de El País que tomó la imagen que, al otro día, vestiría la tapa del diario. El editor Juan Cruz estaba en la gloria pero sin tiempo para festejos, porque enseguida viajaron a Lanzarote, donde Saramago y su mujer, Pilar del Río, recibieron a la Sontag con los brazos abiertos y la pasearon por la isla. "Hubo un solo revuelo en el espacio amplio de su ego, cuando ella entendió que el hotel que le buscamos podría no estar a la altura de sus merecimientos", cuenta el editor. Fue cuando el delegado de Alfaguara en Canarias preguntó, inocentemente: "¿Por qué se han alojado en este hotel?". Sontag detectó la palabra "hotel" y le preguntó a Juan Cruz: "¿Quiere decir que estoy en un hotel que no resulta adecuado para mí?". Regresaron cansados del viaje, pero la escritora quiso ir a cenar con Pedro Almodóvar. Radiante y feliz, esa noche ella le contó a su amigo su paso por Lanzarote, pero el cineasta, que estaba en un día sombrío, le dijo que aquello quizá no había sido una buena idea. La Sontag buscó a Juan Cruz con los ojos: "¿Y por qué me has llevado a Lanzarote?", inquirió. "Pasaba de un estado de ánimo al otro con las violencia de las ventoleras -escribe el autor-, y nosotros teníamos que poner en marcha un sensor secreto para que no nos tomaran desprevenidos sus cambios de humor."
Sin embargo, nada de todo esto hacía mella en el editor, cuyo entusiasmo -y paciencia, hay que decirlo- parecía entonces el mismo de aquel cronista primerizo e inquieto que esperaba que Neruda se decidiera a poner un pie en tierra o que Cela se entregara al sueño. A Juan Cruz, que hace unos años regresó al periodismo a tiempo completo, le cuadra la imagen del editor que trazó Manuel Vicent. Posiblemente haya sido él quien la ha inspirado. Dice el autor de Tranvía a la Malvarrosa que los editores son como esos chinos de circo que mantienen en el aire varios platos a la vez, que deben hacer girar sin descanso para que no se caigan. La manera en que Juan Cruz ha celebrado con autores y periodistas, y con la escritura misma, una suerte de perpetua y exaltada comunión desmentiría la teoría de los egos. Éste es el libro de un hombre generoso que parece haber advertido lo que decía el poeta: por mucho que se aspire a la inmortalidad, por mucho que se crea haberla alcanzado, todo, y todos, pasan.

sábado, 20 de marzo de 2010

"EL ARGENTINO CADA VEZ ESTÁ MENOS HABILITADO PARA DIALOGAR"


La Gaceta, Tucumán, Argentina, 14Mar10
El presidente de la Academia Argentina de Letras advierte los peligros de la degradación del lenguaje y señala sus efectos en el sistema democrático y en la posibilidad de integración de los jóvenes a la sociedad. Además, analiza el discurso de Cristina Kirchner, el rol de la escuela y las formas de estimular la lectura en los niños.



Foto de archivo, Harpo Marx, el mudo genial.
"LA EDUCACION DEL DIALOGO, EN EL DIALOGO Y PARA EL DIALOGO, NO SE PRACTICA EN NUESTRO PAIS", diagnosticó Barcia.
Una ciudadanía con un lenguaje degradado es más fácil de dominar; un país sin predisposición al diálogo tendrá serias dificultades para desarrollarse. Esto piensa Pedro Luis Barcia, el presidente de la Academia Argentina de Letras. Gran parte de su vida la dedicó al estudio de la grave situación que atraviesa nuestro país en ambos terrenos y a la búsqueda de soluciones. No cree que existan planes maquiavélicos que actúan como motores generadores del alarmante deterioro lingüístico.

Concibe a este último, por el contrario, como resultado de una ausencia de planificación, de la falta de realismo en los programas educativos, de la inepcia política, de la nociva influencia de los medios audiovisuales y de las nuevas tecnologías sobre los niños y jóvenes. Barcia conversó con LA GACETA Literaria y nos propuso repensar la Argentina, un país en el que sus adolescentes están perdiendo su capacidad de expresarse, en el que el 60% de sus alumnos no puede comprender lo que lee y en el que la mayoría de sus habitantes ha abandonado su histórica afición por la ironía para abrazar la violencia verbal. Nos invita a reflexionar sobre la Argentina a partir de nuestra lengua, el puente central de toda articulación política, social y cultural.

- Los extranjeros suelen sorprenderse al encontrar que un país con individuos talentosos fracasa sistemáticamente en sus proyectos colectivos, particularmente en aquellos que implican diálogo. ¿Esa incapacidad se refleja en nuestra lengua?- Sí. La educación del diálogo, en el diálogo y para el diálogo, que es básica para la convivencia democrática, no se practica en nuestro país, salvo en el nivel inicial, el jardín de infantes. Luego se va amorteciendo hasta desparecer en la universidad. Y, como se sabe, la educación es dialógica o no lo es; es socrática y mayéutica, para avanzar más, o no lo es. El argentino cada vez está menos habilitado para dialogar y denuncia en sus expresiones esta discapacidad a través de varios rasgos lingüísticos. Señalo algunos:
A.- Va perdiendo las formas de la cortesía verbal que son el reaseguro del diálogo y del intercambio conversacional. Cada vez es más agresivo con el interlocutor. Hemos perdido la ironía, que era un rasgo identitario argentino, y que revela inteligencia, y pasamos a la grosería y el desentono. Y lo que es más grave, a la violencia verbal, puerta de otras violencias. Esto va saltando en boca de un político, de un gremialista o de un lamentable director deportivo.
B.- Responde a otro comenzando siempre con un "No", para después mostrar que coincide en todo con él. Ese "no" no es funcional para acercar posiciones, las distancia. Es una forma falsa de afirmarse frente al otro. Repare usted esto en las entrevistas televisivas o radiales.
C. El argentino dice, después de explicar cualquier obviedad. "¿Entendés?", peor "¿Captás lo que te digo?", "¿Me seguís?". Estas expresiones echan sobre el interlocutor toda la responsabilidad de la no comprensión, al tiempo que revelan un grado de subestimación del otro. Debió decir: "¿Soy claro?", "¿Me explico bien?".
Basten estos botones de muestra para denunciar cómo se tiende al monólogo y no se busca tender puentes dialogísticos. Nada digamos de la superposición de discursos que generan un matete auditivo en el escucha de radio o tevé. Ni los conductores están habilitados para facilitar el diálogo. Confunden un buen recurso de venta del programa que es el de generar polémica con dejar hablar a todos simultáneamente. Nelson Castro pone límites y conduce el diálogo. En cambio, "A dos voces" está mal titulado, debería ser: "A todas las voces juntas". Mal andamos si desde la altura de los dirigentes, de Presidente hacia abajo, no dan modelo de diálogo a los jóvenes. Todo un período presidencial sin conferencias de prensa lo dice todo respecto de la actitud de la que se parte. O bien, la conferencia de prensa sin repreguntas, que son el señalamiento de que no ha habido respuesta valedera. La discapacidad dialógica creciente es obstáculo seguro para el trabajo en equipo, para la concurrencia de esfuerzos, para la fundación de consensos en todos los planos.

- ¿Qué más nos dice la lengua de nosotros mismos?
La dimensión espiritual del hombre es la de su lengua. Este concepto viene reiterándose desde el siglo XVIII hasta Wittgenstein. Los lingüistas señalan que el esquimal tiene quince vocablos para los diferentes estados de la nieve. Nuestro paisano disponía de doscientos nombres para los pelajes del caballo. Uno va al campo y no distingue sino tres o cuatro pelajes, porque no dispone de las voces que los mentan. Los matices de la realidad se perciben con palabras que los distinguen. No es lo mismo "bonito", que "hermoso", "bello", "atractivo", etc.
A la vez, una lengua abunda en variantes nominativas de aquello que es frecuente en ella. Los argentinos disponemos de una galería de verbos sinónimos de "sobornar": untar, morder, cometear, etc. El rasgo porteño del ventajero genera una larga fila de variantes: piola, vivo, vivillo, etc. La actitud de superioridad sobre los vecinos: bolita, paragua, peruca, chilote. La suficiencia argentina en todo se expresa en nuestra fraseología de uso: ""Sé lo que te digo", "¡A papá…!", "¿Sabés con quién estás hablando?", "Te lo digo posta", "¡Haceme el favor!", "¡Qué querés con la gilada!", "Si te digo que es carnaval, apretá el pomo, pibe".



El vocabulario de la política

-¿Cuánto pierde la política y la vida institucional de un país cuando se degrada el lenguaje?
- La lengua es el puente de articulación social, político y cultural. La pobreza lingüística va pareja con la pobreza intelectual. Discriminamos en la realidad los elementos para los que tenemos nombres. El discapacitado verbal es un ciudadano de segunda porque no puede ejercer el derecho a la libertad de expresión al estar cautivo de sus limitaciones.
La gradación de matices y tonos facilita el allegamiento por el diálogo entre las partes en conflicto. La grosería verbal y el insulto vuelan los caminos del diálogo y abren las puertas de otras violencias. Un lenguaje degradado envilece el diálogo político, o, mejor dicho, lo anula. Lo que estamos viendo en los niveles de dirigentes políticos y gremiales es una cátedra negativa para nuestras chicas y muchachos.

- ¿Se expresa con propiedad Cristina Kirchner?
- El concepto de propiedad, de lo apropiado, no corresponde solo a lo gramatical. Comunicativamente es más amplio. Es inapropiado abusar de la cadena nacional. Es inapropiado negar la repregunta en las conferencias de prensa. Es inapropiado el monólogo permanente que ignora el diálogo.
Un aspecto capital en la comunicación es la actitud y el tono, que son los elementos que dan el marco al discurso. Es observable en sus discursos una sostenida crispación de ánimo que se espeja en la actitud gestual y en el tono de voz. Eso puede ser ocasional pero cuando es permanente es inapropiado. Esa tensión visible genera un énfasis excesivo, no oratorio, sino efectista puesto en cuanto dice, y motiva desentonos que no benefician su imagen. Porque en la oralidad, ("Palabra y piedra arrojada no tienen vuelta", dice el refrán popular) si no hay gobierno firme se rueda cuesta abajo con espontánea facilidad y se concluye animalizando a los disidentes (perros, buitres) y profiriendo destratos a diestra y siniestra. Si ese tono se mantiene siempre, pierde efecto y se banaliza. Ya no se lo escucha. Perón era un maestro de tonos. Frondizi era monotónico pero medidamente respetuoso. Son estilos de estadistas. La serenidad locutiva beneficia la llegada a todos y muestra a una persona dueña de sí y por encima de las circunstancias. La tonalidad de arenga militar no puede aplicarse en todo momento y a cualquier situación. Es impropio porque exacerba los ánimos de continuo. "Levante las razones, no la voz", dijo para siempre el maestro griego.

Los medios y las nuevas tecnologías

- ¿Cuánto influyen el chateo y el envío de mensajes de texto sobre el idioma?

- Me he referido largamente a esto en mis libros La lengua en las nuevas trecnologías (AAL, 2007) y No seamos ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios (Santillana, 2008). Cada uno lleva a las vías de comunicación electrónica su propia competencia lingüística. Este concepto es la base de toda consideración. Usted y yo podemos chatear y mensajear con entera libertad, saltando por sobre todas las convenciones ortográficas y la sintaxis. No nos afecta en nada hacerlo porque manejamos con firmeza el sistema de la lengua. Pasamos a otra actividad y lo mantenemos sólido Pero un adolescente que maneja un esmirriado caudal de 600 a 700 voces y no es dueño de la ortografía y menos de la sintaxis, ni de relatar con fluidez lo que hizo el "finde", reafirma sus limitaciones y las profundiza con el ejercicio del chateo o los mensajitos, proclives a la cuesta abajo sin esfuerzo: abandona el uso de mayúsculas, rompe la sintaxis, suprime la puntuación, repite con pobreza, abrevia como le parece. Es un proceso reculativo, cangrejea hacia el balbuceo del jardín de infantes. Si a eso le suma, el corta y pega de lo que encuentra en Internet, ya está en plena primera salita. En estos días hemos leído en los diarios la preocupación por esta situación lingüística de los muchachos en diarios de Inglaterra e Italia. Entre nosotros hay quienes estimulan a los pibes a tomarse toda la libertad del mundo respecto de la lengua. Claro que estos animadores no van a estar a la hora en que sean rechazados del trabajo al que aspiran por su deficiente escritura y tartajeo oral en la entrevista. Si usted maneja bien el sistema, tiene la tranquilidad absoluta de juguetear con ella en lo electrónico. Si no, hace lo que puede y no lo que quiere.
Cumple con la frase de Lugones: "Hay quienes se toman la libertad de no hacer lo que no pueden".

- ¿En qué forma se reparte la influencia que tienen los medios, los docentes y los padres sobre el lenguaje de los niños?

- Se demoniza a los medios como responsables del bajo nivel de lengua de los jóvenes. Los diarios quedarían fuera de la condena, por dos razones: son los medios que con mayor corrección manejan la lengua y segundo, porque los muchachos no leen diarios. La grosería y la pobreza verbales (esta es más grave porque hace del ciudadano un inhabilitado para ejercer su derecho a la palabra) avanzan firmes día a día en los espacios de radio y televisión. La tele, de particular manera, en programas de chismes, de entretenimientos y, lamentablemente, en muchos deportivos. Son cátedras incesantes, siempre abiertas y accesibles aun para los analfabetos, cosa que no pasa con los diarios. En radio y tevé la lengua es una mujer golpeada, indefensa frente al timbre de panteón que es el Comfer. Junto a la radio y la tele, la escuela ha dejado caer la lengua al suelo. La ha convertido en una asignatura, cuando es la base y vía de toda la educación. Todo docente debe serlo de lengua, al enseñar. Ha bajado la exigencia en el aprendizaje de la oralidad, sobre todo, que es el 80% de la vía cotidiana de comunicación. "¿Lee y escribe?", "Sí". Pero nadie pregunta: "¿Sabe hablar y escuchar?". Los padres son responsables en la medida en que exigen facilidades para la promoción de sus hijos. Pero una vez que el engendro discapacitado para entender lo que lee y para expresarse con libre solvencia egresa, condenan a la escuela por no haberlo formado.

- ¿Quiénes hablan español más correcto: los porteños o los norteños?

- "Asigún" diría un paisano. El Interior mantiene, por sus tiempos, más espacio para la conversación y cuidado de la oralidad, con menor carga de munición gruesa; hay más cortesía en las formas verbales. Pero depende también, de niveles culturales. Pero se van nivelando las diferencias, aun de léxico, por la televisión. Hace cincuenta años casi no se manejaban lunfardismos en el Interior. Hoy hay estudios sobre Salta lunfa, de nuestra académica Susana Martorell, que muestra la adopción firme de un gran caudal del "chamuyar canero" en aquella provincia, que además dispone de su propio "tumbero". Lo mismo pasa con rasgos sintácticos y avanza la uniformidad en lo fónico, lenta, pero firme. Las simpáticas tonadas, marca de identidad provincial o regional, se van debilitando.

- ¿El español se está transformando en una lengua neutra?
- En gran parte de los productos de las industrias culturales, sí. Una lengua general -mejor que neutra- es negocio para las películas y telenovelas porque el mercado es mayor que si estuviera llena de porteñismos ininteligibles para otros hispanoamericanos. “El Polaquito” no lo entienden fuera de nuestro Río de la Plata; por eso murió en la venta. En cambio, “El secreto de sus ojos”, maneja una lengua menos cargada de localismos (salvo, claro, los muy repetidos e inevitables "pelotudo" y "boludo", pero poco más). Los diarios en español están bordeando el 96 al 98% de español general y lo restante son localismos. Antes se diferenciaron la versión impresa, con más localismos, de la de en línea. Hoy se han aproximado en el manejo de una lengua menos cargada de argentinismos. Una lengua general consolida la comunidad panhispánica, pero nadie debe renunciar a sus rasgos nacionales o regionales en la vida cotidiana.

Las malas palabras

- En una hilarante disertación en el Congreso de la Lengua en Rosario, Roberto Fontanarrosa defendía el uso de las malas palabras. ¿Hay palabras que dañan el lenguaje o que deberían evitarse?
- En rigor, no hay buenas o malas palabras sino intencionalidades de los hablantes y contextos de enunciación. Si casi me pisa un micro, le grito "¡Colectivero!" y esa palabra neutra, en mi tono y situación vale por una soberana puteada. El uso de vocablos o frases gruesas es lo que se espera en determinadas situaciones, es lo apropiado. El merde de Cambrón ante el inglés era lo justo en esa oportunidad. Ahora, los franceses son tan remilgados que en vez de mentar el vocablo dicen le mot de Cambron. Si me insultan la madre es inapropiado decir "recórcholis" o "caráspita". No hay palabras que dañen el lenguaje situadas en el diccionario. En su contexto, hay que ver cómo funcionan. Para mí son malas palabras "suegra" o "jubilación docente" o "corralito". El cinismo norteamericano ha inventado una de las más condenables expresiones, de apariencia anodina: "daños colaterales", ocultadora de una inmoralidad sin límites. Días pasados, en una entrevista radial, decía que habría que aplicar la censura a una periodista del medio en cuyo programa ensarta incesantemente porquería con inmundicia, y guasada con grosería. El periodista se me vino al humo: "Con que censura, ¿eh?". Sí, le dije, en defensa de la puteada porque un uso indiscriminado la neutraliza y le hace perder su efecto oportuno".

Niños y jóvenes

- ¿Cree que un fenómeno como el de Harry Potter debe celebrarse como una puerta de entrada de los niños al mundo de la literatura?

- La mansión de la lectura tiene muchas puertas, y aun puertitas. Toda apertura para entrar en ella es bienvenida. La lectura de los libros de Harry Potter es más engañosa de lo que parece. De cinco casos de pibes que conozco, comenzaron a leer entusiasmados los libros recién publicados, y luego suspendieron la lectura y esperaron la película. Son demasiado extensos. Lo mismo verifiqué con los de C. Lewis y la saga de El señor de los anillos. Hay que distinguir tres niveles en esto de los best seller: están los libros más vendidos, los más leídos y los más entendidos, que son los menos. Pero lo bueno es que motivan la lectura. Para formar un lector hay que cumplir la ley del jiutjitsu (soy viejo hasta en la mención de las artes marciales): hay que aprovechar el impulso del otro para salirse con la propia. En la lectura veamos qué lee y, apoyados en ello, sugerirle ir subiendo de nivel. Si lee la serie Wallace, de Mr. Reeder, hay que aconsejarle los de Doc Savage, luego los de Conan Doyle, Poe, Chesterton y la borgesiana (no borgeana) La muerte y la brújula. No lo sacamos de su género policial, pero subió varios escalones.

- Usted suele señalar la estrepitosa disminución del volumen de palabras que emplean los jóvenes. De unas 1.200 que usaban diez años atrás, han pasado a un vocabulario de 600. ¿Por qué cree que ocurrió eso y qué piensa que traerá aparejado?
- Cuando empecé a denunciar, hace unos cinco años, el hecho de la grave disminución del caudal del léxico de nuestros jóvenes, verificado a lo largo de una década por encuestas y observaciones cumplidas en el primer año de una Facultad de Comunicación, parecía una denuncia apocalíptica. Pero, como dice Neruda: "Dios me libre/ de inventar cosas cuando estoy cantando". Ya he mencionado antes la denuncia de esta misma realidad actual en países europeos; entonces, ahora sí se hace fe y se atiende al hecho. Debería haberse prohibido una propaganda de una empresa de celulares que proclama el uso en los MDT (mensajes de texto; a lo gringo, SMS) que proclamaba que el muchacho o la chica podían comunicarse con 200 palabras, y estas jibarizadas en abreviaturas arbitrarias y si se da la ocasión, sustituir las palabras por emoticonos. Para qué enriquecer el idioma y demás perendengues, si eso basta. Nuestros muchachos tienen serios problemas de comunicación y en la lectura comprensiva de textos simples, por la pobreza léxica y falta de dominio del sistema de la lengua, oral y escrita que padecen. Como no entienden las consignas para llenar el formulario de empleo, lo pierden; como no pueden presentarse en una entrevista, quedan afuera. Está muy bien que haya lingüistas pragmáticos que analicen estas cuestiones y las describan como fenómenos. Pero debe haber docentes que liberen a nuestros jóvenes enseñándoles a expresar con riqueza, con propiedad, con las tres "c" (claro, correcto y conciso) lo que sienten, piensan, imaginan, desean. Estas limitaciones actuales se generan en la desatención de la enseñanza práctica de la lengua en todos los niveles de la educación, en la deficiente formación lingüística de maestros y profesores, en la falta de exigencia de lecturas verificadas, en la inexistencia de ejercicios de oralidad continuos, y un largo etcétera.

- El argentino promedio lee menos de un libro al año. ¿Qué refleja esa estadística de la Argentina?

- Un torpe diría: lo mismo pasa en otros países, en Centroamérica, en Paraguay. A mal generalizado, consuelo de idiotas, o de reidiotas si son autoridades educativas. En el promedio de lectura por año y por habitante estamos debajo de Uruguay, de Chile, de México. En lectura comprensiva tenemos un 60% de afectados, y cito estadísticas del Ministerio de Educación, no de la encuesta Pisa. Si antes de los 18 años no se generó en el alumno el hábito de la lectura, es difícil promoverlo después. Y si en lugar de libros le damos muñones de fotocopias y pedacitos de textos, mala fariña estamos cocinando. En Un mundo feliz, de Huxley, una de las ficciones más proféticas del siglo XX, estaban prohibidos los libros porque generaban pensamiento crítico y desarrollaban la expresión libre de lugares comunes y clichés, y desestabilizaban el gobierno de Mustafá. La verdad y el libro nos harán libres. Esa es una de las grandes excelencias de la lectura.
La teoría conspirativa dice que esas limitaciones son buscadas por los poderes políticos para tener un pueblo sometido sin capacidad de reflexión y crítica. Lo triste es que entre nosotros parece que ello no obedece a un plan sino a una ausencia de planificaciones realistas en la educación. No nos pasa esto por planes diabólicos: nos pasa por inepcia política.

PERFIL
Pedro Barcia nació en Entre Ríos y vive en La Plata (provincia de Buenos Aires). Es doctor en Letras, titular de la cátedra de Literatura Argentina de la Universidad Nacional de La Plata, director de investigación de la Universidad Austral y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Desde 2001 preside la Academia Argentina de Letras y desde 2008 es el vicepresidente de la Academia Nacional de Educación. Es autor de más de 50 libros. Entre sus más recientes títulos se destacan La lengua en las nuevas tecnologías (AAL, 2007) y No seamos ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios (Santillana, 2008). Dirigió los 16 tomos de La Academia y la lengua del Pueblo (AAL, 2007). Su último libro, en coautoría con Gabriela Pauer, es Diccionario fraseológico del habla argentina (Emecé, 2010).