sábado, 24 de marzo de 2012

LOS CARTELES FAMOSOS Y CLÁSICOS Y SUS FIGURAS VERDADERAS

spanish.china.org.cn, Beijing, Editor: Rui Dong, 13Mar12
CHINA MIRA CARTELES OCCIDENTAL... PERO ATRAZA EN EL TIEMPO... ¿NO?
















lunes, 5 de marzo de 2012

LA FOTÓGRAFA DE LAS MIL MÁSCARAS


Raquel Quílez | Madrid.- Actualizado domingo 04/03/2012 07:48 horas
Prótesis, pelucas, disfraces, maquillaje... Cindy Sherman (Nueva Jersey, 1954) lleva tres décadas jugando a 'travestirse' frente a la cámara. Frente a su cámara. Ha sido prostituta, pin up, víctima de la moda, payaso, dama decrépita de la alta sociedad... Un juego irreverente y de apariencia inocente que oculta más de una crítica a la sociedad que somos.


El The Museum of Modern Art de Nueva York (MOMA) recorre ahora -y hasta el 11 de junio- esos años de trabajo a través de 170 imágenes -la mayor retrospectiva que se le ha dedicado hasta la fecha-, en las que se ve su evolución desde mediados de los 70. En ellas, Sherman asume todos los roles: fotógrafa, modelo, directora de arte, maquilladora, estilista y peluquera. Nadie más que ella interviene en el proceso.
Pionera del postmodernismo, Sherman ha puesto el ojo de mira en la industria de la moda y la perversa construcción de la femineidad. En sus esperpénticos autorretratos se percibe una sátira hacia las mujeres obsesionadas con la juventud, que recurren al excesivo maquillaje, al bótox, a la silicona o a la cirugía estética. Y al mundo de la moda, que puede no ser tan bello como lo cuentan.

De payaso a dama pictórica
Pero no han sido sus únicos 'personajes'. En la retrospectiva se incluyen las míticas 'Untitled Stills' -ninguna de sus fotografías está titulada-, que comenzó a disparar a los 23 años inspirándose en las películas en blanco y negro de las décadas de los 50 y 60, adoptando clásicos papeles femeninos en decorados de películas que nunca existieron.
Fue el trabajo que lanzó su carrera y la convirtió en el icono visual que es hoy. También las fotografías que tomó por encargo de la revista 'Artforum' a principios de los 80, en las que asume los papeles de fotógrafo y musa en un ambiente que retrotrae al barroco, el renacimiento, el rococó o el neoclasicismo.

O sus retratos históricos (1988–1990), en los que asume el papel de protagonista de diversos cuadros famosos. Hay imágenes de las series'Cuentos de hadas', 'Catástrofes', 'Imágenes de sexo' o la que dedica a los payasos, centrada en captar estados de ánimo que van desde la pasión a la tragedia. Y no faltan sus trabajos más recientes, de mujeres mayores de la alta sociedad que luchan por no salirse de los estándares estéticos.
Son fotografías pero esconden mucho más: humor, teatro, crítica, misterio... Puro reflejo del histrionismo que nos rodea.

martes, 28 de febrero de 2012

EROTISMO AL RESCATE

LA VANGUARDIA, Barcelona, MIQUEL MOLINA, 28Feb12
No es el cuadro más celebrado de todos los Delacroix que acoge estos días CaixaForum, pero es una tela que nos ayuda a entender cómo el erotismo ha evolucionado a lo largo de la historia del arte. La modelo de La femme au perroquet (Mujer con un loro, 1827, en la foto) yace en un decorado exuberante con el abandono propio de quien se sabe mirada por otros.


El tocado vaporoso, la tela enredada en la muñeca, la cortina descorrida componen una escena muy del gusto de los erotómanos de su época, embriagados por las leyendas que contaban los viajeros sobre la sensualidad oriental. En este cuadro ni siquiera el loro es inocente: cierta tradición iconográfica atribuye la condición de símbolo del erotismo masculino a esta ave dotada del don de hablar con voz de hombre. La odalisca la mira distraída. Es este un delicado óleo del que son deudores otros grandes desnudos de la pintura occidental. A sólo unos pasos de CaixaForum, en el MNAC, podemos asombrarnos ante otra sensual odalisca, sin loro pero con músico, que Marià Fortuny pintó en 1861.

Pero habrá que esperar hasta 1866 para asistir al segundo capítulo de esta semblanza de mujeres y loros. Concretamente, hasta que Gustave Courbet pintó su propia Femme au perroquet. En el cuadro de este genio, la modelo ya no posa para la mirada ajena, sino que juguetea con el loro mientras sigue tendida con la cabellera desparramada sobre las sábanas, acaso en momentos posteriores al sexo. Parece una reinterpretación más parisina, más realista, más feminista de la refinada escena de Delacroix. Y, como muchos cuadros de Courbet, tiene sorpresa. Hay que buscar las imágenes que se han conservado de su cuadroVenus y Psyche (1863, probablemente destruido durante el bombardeo de Berlín) para descubrir que, en la primera versión, la misma modelo, en la misma postura, no compartía su intimidad con ningún loro, sino con otra espléndida mujer desnuda. Esta incursión en el lesbianismo fue rechazada por inmoral, lo que llevó a Courbet a adaptarla para todos los públicos en la actual versión de la yacente y el ave psitaciforme. Una tercera aparición de mujer y loro en el arte es el cuadro de Manet del mismo título, también de 1866. Aquí, el artista liquida todo erotismo vistiendo a su modelo con un recatado camisón, mientras el loro que está a su lado lleva la derrota en la mirada.

A propósito de la película Shame, de Steve McQueen, que recrea la desoladora vida de un adicto a la pornografía, se vuelve a hablar de los efectos que tendrá la propagación masiva del porno. Se nos plantea una vez más la pregunta de hasta dónde nos llevará esta sobreexposición de las peripecias sexuales filmadas en riguroso primer plano. Y es precisamente ahora cuando, desde el siglo XIX, acuden al rescate del erotismo desorientado los Courbet, los Ingres, los Delacroix, los Henner o los Gérôme. El público hace cola para verlos y los museos se apuntan un éxito exhibiendo sus desnudos. No es sexo duro y megapixelado, y tal vez por eso conserva su capacidad de sugerir.

domingo, 12 de febrero de 2012

LAS VENUS MÁS FAMOSAS DE LA HISTORIA DEL ARTE, PASADAS POR EL PHOTOSHOP

LA VANGUARDIA, Barcelona, 10Feb12
Una artista italiana somete grandes cuadros al bisturí digital y los adapta al canon estético actual.-
Adaptación del cuadro el nacimiento de Venus de Boticelli a los cánones estéticos actuales, según la artista Ana Utopia Ana Utopia.
Barcelona. (Redacción).- La artista italiana Ana Utopia Giordano ha pasado por el bisturí del Photoshop las curvas de diez famosos cuadros de Venus y ha adaptado sus cuerpos a los cánones estéticos actuales.

Con esta operación estética digital ha reducido las caderas, allanado tripas y estilizado los brazos y piernas de mujeres que protagonizan magistrales y centenarias obras de Boticelli, Velázquez y Tiziano, entre otros artistas.
En la presentación del proyecto, realizado ya hace tiempo pero que ahora se popularizado a través de las redes sociales, la artista explica que el arte "siempre ha buscado el canon estético perfecto", pero indica que "el modelo de belleza ha evolucionado a lo largo de la historia de la humanidad", tal y como demuestra el contraste de sus imágenes con las obras originales.

El proyecto, indica Utopia, evita realizar juicios de valor sobre la estética actual y se limita a preguntarse "qué habría pasado si el canon estético de nuestra sociedad hubiera formado parte de los grandes artistas del pasado".
Mira todas las imágenes en la página web original del proyecto.

martes, 24 de enero de 2012

¿EXISTE RELACIÓN ENTRE UNA HIPOTÉTICA TORMENTA SOLAR A FINALES DE 2012 Y LAS PROFECÍAS MAYAS?

LA VANGUADIA, Barcelona, JOSEP FITA, Redactor, 24Ene12
Algunos agoreros sostienen que ambos fenómenos están vinculados | Los científicos, sin embargo, señalan que ni tan siquiera es posible predecir a 10 meses vista una actividad tan elevada del Sol.


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¿Qué relación pueden guardar una hipotética gran tormenta solar, que podría tener lugar a finales de año, y las profecías mayas que apuntan a un cambio de ciclo para el 21 de diciembre de 2012?
Pues bien, para algunos agoreros, mucho, y es que vinculan una cosa con otra (están convencidos de que los vaticinios de una gran actividad solar corresponden a lo que los mayas pronosticaron antaño). En cambio, la comunidad científica le da poca credibilidad a estas fabulaciones.
Los científicos, incluso, no tienen nada claro ni siquiera que dicha gran tormenta solar pueda llegar a producirse. “No hay razones para creer que la tenga que haber ni que no la tenga que haber. Nuestra capacidad de predicción a día de hoy no es suficiente para poder saber con diez meses de antelación que se va a producir una tormenta solar de la proporción que sea. Por tanto, es muy aventurado decirlo”, explica aLaVanguardia.com el investigador del Instituto Astrofísico de Andalucía del CSIC, José Carlos del Toro.
“Otra cosa es que existen unas teorías que apuntan a que después de un fuerte mínimo va a venir un fuerte máximo de actividad solar, y es en ciclos de este tipo cuando se dan tormentas solares con fenómenos más energéticos de lo habitual. Pero no hay nada de cierto en semejante predicción”, añade.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de una tormenta solar?
Este fenómeno es, básicamente, una eyección de partículas a muy alta velocidad (y, por tanto, con muy alta energía cinética) que salen expelidas del Sol como consecuencia de cambios en la estructura magnética del astro rey. Hay que tener en cuenta que dicha velocidad puede ser a veces del orden de la mitad de la que viaja la luz, lo que quiere decir que estamos ante energías muy considerables.
Estas eyecciones de material coronal a muy alta velocidad salen despedidas al medio interplanetario y eventualmente llegan a la superficie de la Tierra. En el momento en que interactúan con la Tierra, esas partículas disparan toda una serie de fenómenos, denominadas tormentas geomagnéticas (el término tiene su origen en el hecho de que el escudo protector de la Tierra es el campo magnético terrestre). “Si bien éste es muy débil, es capaz de desviar fundamentalmente estas partículas que vienen del Sol, que son iones, partículas cargadas eléctricamente, a los polos. Eso forma las auroras boreales en el polo Norte y australes en el Sur y otra serie de fenómenos”, recuerda Del Toro.
Cuando las tormentas son especialmente energéticas pueden verse no sólo en los polos, sino en latitudes más bajas (porque el escudo no ha sido suficientemente poderoso y algunas partículas han llegado a interactuar con las capas altas de la atmósfera, con la Ionosfera, y alteran su estado químico).
“Esta alteración del estado químico de la Ionosfera también precipita una serie de fenómenos que van desde la alteración en las comunicaciones vía satélite a riesgos eventuales en las órbitas de satélites. Incluso puede comportar efectos nocivos observables en la propia Tierra, como fuertes apagones, porque llegan a afectar a grandes tendidos eléctricos o grandes tendidos metálicos, como pueden ser oleoductos o tuberías de largo recorrido. También podrían correr cierto peligro los astronautas que pudieran estar fuera de su nave en ese momento. Esas interacciones eléctricas son desde molestas hasta peligrosas y por eso hay mucho interés en adquirir capacidad de predicción, cosa que hoy no tenemos suficientemente desarrollada. Las catástrofes, hasta ahora, no han pasado de fuertes apagones o de pérdida de sintonía con algún pequeño satélite, lo cual no quiere decir que algunas futuras puedan ser más importantes”, subraya este investigador del CSIC.

Antecedentes
Algunas tormentas solares han pasado a la historia por su virulencia y por sus efectos sobre la Tierra. Una de las más conocidas recibió el apelativo de Evento Carrington. “Surge de una tormenta solar que fue muy importante. Este mismo siglo hubo una el día de la Bastilla (ocurrió el 14 de julio de 2000). Las llamaradas fueron espectaculares y cubrían casi un cuarto del disco solar. Se han llegado a producir tormentas muy importantes, y otras no tanto. Pero son fenómenos absolutamente normales en la vida de nuestra estrella y no hay, en principio, que alarmar a la sociedad porque son habituales. Es verdad, sin embargo, que los más energéticos pueden causar efectos más nocivos y nos convendría, como planeta, estar prevenidos”, recuerda Del Toro.

¿Qué hay de cierto en las profecías mayas?
Parece ser que los mayas, a pesar de ser muy aficionados a hacer predicciones (el sistema ritual maya trataba de pronosticar mediante la observación astronómica las mejores fechas para la siembra, la cosecha e incluso la guerra), poco hablaron del fin del mundo.
En todo caso hicieron referencia a fines de ciclo. Para ellos, cada ciclo estaba compuesto de 400 años y cada era se componía de 13 ciclos, lo que suma 5.200 años mayas (5.125 según el calendario gregoriano). De acuerdo con esa cuenta, la era actual concluiría a finales de diciembre de 2012 y comenzaría una nueva.
Las ideas judeocristianas del apocalipsis llevaron a una “interpretación fácil” sobre la visión maya de los ciclos cósmicos y derivaron en las presuntas profecías del fin del mundo, denunciaba recientemente el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) a través de un comunicado.
Hace pocas fechas, concretamente el pasado mes de noviembre, unos 60 expertos de la cultura maya se dieron cita en la VII Mesa de Palenque, antigua ciudad maya ubicada en el estado mexicano de Chiapas.
Según concluyeron, la profecía maya de 2012 surgió en la década de los 70, cuando el escritor Frank Waters escribió un texto que contenía una mezcla de creencias. “A partir de ese escrito comenzó una secuencia de obras sobre la ‘nueva Era’ que ha crecido y genera grandes ganancias, debido a que satisface la necesidad de mucha gente de creer, pero no tiene ningún sustento en los métodos de la investigación humanística ni académica", denunciaba Erik Velásquez García, Doctor en Historia del Arte de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Estos expertos precisaron también que sólo en dos textos glíficos mayas, de unos 15.000 conocidos, se menciona el año 2012. La primera de estas citas está en el monumento 6 en la zona arqueológica El Tortuguero, en el municipio de Macuspana, y el segundo en el municipio de Comalcalco, ambos en el estado de Tabasco.
“Evidentemente, nuestro calendario y el de los mayas no son el mismo. Eso se traduce en algo muy sencillo: el supuesto fin del mundo profetizado por los mayas ya se habría producido. Se cumplió el 25 de diciembre de 2005, curiosamente cuando empezó la crisis que, eso sí, no explotó hasta el 2007”, explica a LaVanguardia.com Sebastià d’Arbó, periodista especializado en investigaciones parapsicológicas y presentador del programa de Rac1 Misteris.
D’Arbó todavía introduce un par más de autores que ayudaron, según su punto de vista, a acrecentar estas profecías apocalípticas mayas. “Todo parte del libro del historiador norteamericano José Argüelles. Hablo de ‘El factor Maya’. Él se basa en unas predicciones hechas por los indios Hopi, que se ubicaban en la zona sur de los Estados Unidos, en Nuevo México y Arizona, y que habían tenido relación con los aztecas y los mayas. Ellos son los que realmente elaboraron estas profecías. Argüelles creyó ver similitudes entre las profecías de estos indios y la séptima profecía maya”, apunta. “Luego vino un periodista alemán, Alberto Beuttenmüller, e hizo un libro (2012: La Profecía Maya) que se basaba en el libro de Argüelles”, añade.
Es evidente que se ha escrito mucho sobre los mayas y sus supuestas profecías. Pero también parece evidente que difícilmente (o al menos eso esperamos) el mundo se acabará a finales de 2012. De todas formas, cada cual puede pensar como quiera, solo faltaría. Como alguien dijo alguna vez muy acertadamente, el pensamiento es libre.

jueves, 19 de enero de 2012

UN TEMPLO DEL SABER PAGADO CON JUEGO Y TABACO

El rey Felipe V, llegado al trono tras una guerra, buscaba congraciarse con sus súbditos y accedió a crear en 1711 una Real Biblioteca de carácter público con fondos incautados a sus rivales
Trescientos años de archivo universal
Así será el 300º cumpleaños de la Biblioteca Nacional
FOTOGALERÍA Tesoros de tres siglos de historia
EL PAÍS, TEREIXA CONSTENLA Madrid, 18Ene12 - 19:40 CET



Felipe V era más devoto de las cartas –entiéndase: sota, caballo, rey– que de los libros. También era el duque de Anjou, un francés reinando sobre españoles tras una guerra larguísima que en puridad aún no había concluido (1701-1713). En 1711, por tanto, estaba dispuesto a coger al vuelo todas las propuestas que contribuyesen a afianzar su imagen entre sus nuevos súbditos. Su confesor, el jesuita Pierre Robinet, le sugirió una: crear una Real Biblioteca con los fondos que el rey había traído de Francia (6.000 volúmenes), los acumulados por los Habsburgo (otros 2.000) y los incautados a los perdedores de la Guerra de Sucesión. La gran osadía que Robinet defendió ante el monarca fue el carácter público de la biblioteca. En fin… pública a la manera de 1711: cerrada a mujeres (no accedieron hasta 1837, la primera fue Antonia Gutiérrez Bueno, autora de un Diccionario histórico y biográfico de mujeres célebres) y menesterosos. Pública para estudiosos y eruditos de los círculos cortesanos.
Se abrió en un pasillo cerca de las cocinas del Alcázar Real, con Robinet como primer director y con plagas de ratones cada dos por tres. Y dado que la financiación de las cosas públicas es un quebradero en cualquier época –con la dudosamente honrosa excepción de los años del imperio y su sistemático saqueo de las colonias–, Robinet también se ocupó de dar con la fuente del dinero. Según José Manuel Lucía Megías, catedrático de la Universidad Complutense y comisario de la exposición de la BNE 300 años haciendo historia, para costear su proyecto al confesor del rey se le ocurrió recurrir a los impuestos sobre algo muy querido por el monarca: las cartas. También aquí se salió con la suya: en el Real Decreto fundacional de 1716 se le asigna un presupuesto de 8.000 pesos anuales procedentes de los impuestos sobre tabaco y naipes.
Gracias a esa manía de los vencedores de despojar a los vencidos de gloria y bienes, en 1715 la Real Biblioteca ya contaba con 28.242 libros impresos, 1.282 manuscritos y 20.000 medallas. “Los partidarios de Carlos, archiduque de Austria, vieron cómo sus bibliotecas eran trasladadas a Madrid y casi todos ellos terminaron sus días en el exilio, desposeídos de tierras y títulos, por lo que perder sus libros seguramente fue la menor de sus preocupaciones”, escribe Javier Pavía Fernández, en el blog de la BNE.
Fondos incautados
Entre esos fondos incautados figuraron los del duque de Uceda, el marques de Mondéjar (propietario de 5.903 libros, entre ellos el Beato de Fernando I), el duque de Terranova o el arzobispo de Valencia, Folch de Cardona, cuya biblioteca fue devuelta a un convento que posteriormente la vendió a la Biblioteca Nacional de Viena.
En aquellos años de arranque hubo también otras vías más elegantes que engrosaron el depósito: compras y donaciones. Y a partir del 26 de julio de 1716 entra en vigor algo que sigue vigente y que es el manantial que ha nutrido la vastísima colección que atesora hoy la BNE (30 millones de documentos): el depósito legal. Un real decreto de Felipe V estableció: “De todas las impresiones nuevas que se hicieren en mis dominios, se haya de colocar en ella un ejemplar del tomo o tomos de la Facultad que trataren, encuadernados y en toda forma en la misma que se practica dar a los del Consejo; colocándose también en dicha Biblioteca todos los libros y demás impresiones que se hubieren dado a la estampa desde el año 1711, en que tuvo principio esta Biblioteca”. Una ley que fue modificada el 30 de julio de 2011 para incorporar “los documentos electrónicos en cualquier soporte, que el estado de la técnica permita en cada momento, y que no sean accesible libremente a través de Internet” y “los sitios web fijables o registrables cuyo contenido pueda variar en el tiempo y sea susceptible de ser copiado en un momento dado”. ¿Habrá que modificar el depósito legal dentro de tres siglos? ¿Se atreven a imaginar cuántos documentos almacenará la BNEde 2311?

martes, 17 de enero de 2012

LIBRO: "TIERRAS DE SANGRE: EUROPA ENTRE HITLER Y STALIN" TIMOTHY J. SNYDER

EL MUNDO, Madrid, JUAN AVILÉS | Publicado el 13Ene12
Traducción de Jesús de Cos. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2011. 609 páginas, 25 euros.

Timothy J. Snyder muestra las similitudes y las diferencias entre las políticas de exterminio de Hitler y Stalin, la interacción entre ambas, y la terrible realidad de que, en países como Ucrania o Polonia, unas y otras atrocidades se superpusieron.
A veces la cultura se concibe como un artículo de lujo, un toque de distinción que permite aparentar refinamiento, algo en definitiva superfluo, de lo que se puede prescindir en tiempos de ajuste. Esa debe ser la concepción de quienes han dejado de apoyar a una publicación tan útil como la Revista de Libros, una excelente iniciativa que se ha visto truncada. Pero lo cierto es que la verdadera cultura proporciona los recursos necesarios para comprender el mundo en que vivimos, tanto mediante los ensayos de psicólogos, economistas o historiadores, como a través de las grandes obras de ficción, ya se trate de Ana Karenina o The Wire. Existen además ciertas cuestiones fundamentales que ninguna persona culta puede evitar plantearse y una de ellas es la de la inmensa ola de violencia que se abatió sobre Europa entre 1914 y 1945, es decir en la era de las guerras mundiales y de las espantosas atrocidades nazis y soviéticas.
La bibliografía sobre los crímenes de Hitler y Stalin es por supuesto inmensa y no faltan obras excelentes traducidas al español, pero no son tan comunes los libros que los aborden desde una perspectiva conjunta, como lo hace Tierras de sangre. Su autor, Timothy Snyder, nacido en 1969, profesor en la universidad de Yale y especialista en la historia de Europa central y oriental, ha escogido para ello un enfoque original, el análisis de lo ocurrido desde la llegada de Hitler al poder hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en las tierras situadas entre el mar Báltico y el mar Negro, que bien merecen la denominación de tierras de sangre porque en ellas murieron la mayoría de las víctimas de Stalin y Hitler. En los países bálticos, Rusia occidental, Bielorrusia, Polonia y Ucrania fueron asesinadas catorce millones de personas, incluidos los judíos occidentales que no eran nativos de la zona, pero perecieron en los campos de exterminio nazis situados en ella. Dos tercios de esas víctimas fueron asesinadas por los nazis y un tercio por los soviéticos, con la peculiaridad de que la mayor parte de las víctimas de Stalin perecieron antes de que comenzara la segunda guerra mundial, mientras que muy pocas personas fueron asesinadas por orden de Hitler antes de 1939. Al abordar en su conjunto todas las matanzas que se perpetraron en aquellas tierras durante aquel período, Snyder ha conseguido mostrar las similitudes y también las diferencias entre las políticas de exterminio de Hitler y Stalin, la interacción entre ambas y la terrible realidad de que, en países como Ucrania o Polonia, unas y otras atrocidades se superpusieron en un breve lapso de tiempo.
La edición original inglesa de Tierras de sangre, que ahora aparece en una cuidada versión española, tuvo una acogida muy favorable y una decena de publicaciones, entre ellas The Economist y The Financial Times la incluyeron entre sus recomendaciones del año. No faltó sin embargo una recensión bastante negativa, la que Richard Evans, prestigioso historiador británico especializado en la historia de la Alemania nazi, publicó en la London Review of Books, en la que, además de numerosas críticas sobre puntos concretos, le reprochó que al destacar los paralelismos entre las políticas de asesinato masivo de Hitler y Stalin había difuminado el carácter único del genocidio judío. Pero en realidad, Snyder no afirma que hubiera una equivalencia entre las respectivas políticas de uno y otro tirano y cualquier lector desapasionado de Tierras de sangre concluirá que los nazis no sólo mataron a más personas que los soviéticos, sino que sus crímenes tuvieron un grado de atrocidad adicional. Un Dante de nuestros días tendría que excavar un décimo círculo para albergar a Stalin y sus colaboradores en su infierno y un undécimo para Hitler y los suyos. También queda claro en Tierras de sangre que el holocausto judío fue un crimen de una categoría excepcional, porque ninguna otra matanza de aquellos años tuvo el propósito definido de exterminar por entero a un grupo étnico, hasta el último de sus hombres, mujeres y niños. La aportación de Tierras de sangre, un libro escrito para que pueda ser entendido sin tener conocimientos previos sobre la historia del periodo, es la de situar el holocausto judío en el contexto de las matanzas perpetradas por los nazis contra gentes no judías y de las matanzas soviéticas, lo que facilita la interpretación histórica de los tres fenómenos.
La documentación histórica en que se basa Snyder está a la altura del tema que aborda. Cita archivos de Polonia, Inglaterra, Rusia, Alemania, Ucrania y Estados Unidos, y en su bibliografía aparecen, junto a obras en inglés o alemán, otras muchas en polaco y en ucraniano, algo que no es común entre los historiadores occidentales. Destaca su esfuerzo por precisar minuciosamente el número de víctimas que se produjeron en cada caso, huyendo de las exageraciones a que en ocasiones ha llevado la pugna entre las políticas nacionales de memoria histórica, que tratan de incrementar el número de víctimas propias, pero también proporciona algunas pinceladas, demasiado escasas, acerca de algunas víctimas individuales, para evitar que las personas sean recordadas sólo como números. Pero en mi opinión lo más valioso del volumen es su esfuerzo por clarificar la génesis y la implementación de cada una de las políticas de asesinato en masa que analiza.
Tierras de sangre se inicia con la terrible hambruna que Stalin permitió deliberadamente que se cebara sobre el campesinado ucraniano a comienzos de los años treinta. Examina a continuación el Gran Terror estalinista, que llegó a su ápice a partir de 1936. La doble ocupación de Polonia por alemanes y soviéticos entre 1939 y 1941 muestra un caso en que ambos tiranos colaboraron para destruir una nación, mientras que la invasión de la Unión Soviética supuso la aplicación parcial del sueño nazi de exterminar a suficientes eslavos para librar espacio a la colonización alemana. Tras ello el libro llega a su tema central, el holocausto. Por último, la trágica suerte de Varsovia, la ciudad europea que más sufrió entre las situadas al oeste de la frontera soviética, merece un capítulo aparte, en el que destaca el desesperado heroísmo de la insurrección judía del gueto y la insurrección nacional de toda la ciudad. Fue uno de esos casos en que morir matando parece la única salida para defender la propia dignidad.
En las tierras de sangre la inmensa mayoría de las víctimas no tuvieron ni siquiera esa oportunidad y es nuestro deber moral conocer las circunstancias históricas que les llevaron a su terrible destino.
EL MUNDO, Madrid, JUAN AVILÉS | Publicado el 13Ene12

Voracidad

Doce, trece, catorce millones de muertos. Niños, ancianos, mujeres, muchedumbres inermes que jamás pisaron un campo de batalla. Ciudadanos que perecen a consecuencia de hambrunas intencionadas, en campos de concentración, en gulags, a tiros, gaseados o por cualquiera de los innumerables y eficaces procedimientos debidos a la inventiva humana. Imposible determinar con precisión el número de víctimas. Número que es como una enorme goma de borrar rostros y nombres. La matanza no es gratuita. La desencadena una combinación de frenesí ideológico y pulsiones elementales como la conquista de los recursos, el control de la tierra, el sometimiento del individuo a la comunidad (el pueblo, la raza, la clase dominante) o la aniquilación de toda posible disidencia. Ocurre en el siglo XX. Dos colonias de hormigas, una alemana y otra rusa, dirigidas por sus respectivos faraones, se lanzan a la devastación del espacio que separa ambos hormigueros. Convendría no olvidarlo. FERNANDO ARAMBURU