lunes, 2 de noviembre de 2009

FALLECIO DON LUIS LOPEZ VAZQUEZ A LOS 87 AÑOS.-


UN TAL LÓPEZ VÁZQUEZ
El Mundo, Madrid, España, 03Nov09
por LUIS MARTÍNEZ
«El humor no está bien visto. No sé qué pasa. La gente, sí, se ríe mucho, lo pasa muy bien, te felicita... pero el humor no tiene ese impacto que debería tener...». Hace unos cuantos años, José Luis López Vázquez reflexionaba en voz alta sobre su trabajo. Sonaba amargo. Ha muerto a los 87 años en su domicilio madrileño. Ha muerto de lo que se muere a su edad, de simple, grave e ingrata muerte. Nada más amargo. Detrás de él quedan más de 200 películas que configuran la espina dorsal del cine, del español y del de cualquier español, que, aunque lo parezca, no es lo mismo.

Él estuvo en las mejores películas con las que se descubrió el nuevo cine. 'Mi querida señorita', de Jaime de Armiñán; 'Habla mudita', de Manuel Gutiérrez-Aragón; 'Plácido' y 'El verdugo', de Berlanga, o 'Peppermint frappé', de Saura, configuran el listado apresurado de algunas de sus películas. Se trata de las serias (o no tanto), las que explican el sentido de una época que se abrió a los tiempos nuevos de la mano de un grupo de directores inquietos y voraces. Fueron los años 50 y 60. Nuevas formas de contar. Y en el centro de semejante revolución silenciosa (o no tanto) un cómico, un simple cómico, un tal López Vázquez.
Pero no sólo eso. La mejor y la peor comedia española sólo tiene sentido gracias a él. Y no hablamos de la pareja incombustible que formara con Gracita Morales. Nos referimos a 'Atraco a las tres', de José María Forqué; 'Los tramposos', de Pedro Lazaga; la trilogía de 'La escopeta nacional', de Berlanga, o ya puestos, 'La gran familia', de Fernando Palacios. Todo el mundo tiene derecho a conservar de él una imagen que le hace intransferible y único. De alguna forma, todos somos ese señor de nombre extraño: un tal López Vázquez.
Antes de actor, José Luis López Vázquez fue cartelista, dibujante y lo que fuera preciso en la España dura y hambrienta de los años cuarenta. Luego descubrió el teatro universitario, formó parte de las compañías de Conchita Montes y Alberto Closas, y de ahí, al cine. Y entonces, poco a poco, López Vázquez dejó de ser un simple actor hasta convertirse en la mirada de cualquier espectador, de cualquier español.
¿Su secreto? No había secreto en un actor capaz de cualquier papel. Desde la agonía del protagonista de 'La cabina', de Antonio Mercero, hasta el nerviosismo trémulo de sus mejores papeles cómicos (irresistible de padrino a brazo partido contra Chencho). Se quejaba el actor que llegó a trabajar en Hollywood a las órdenes de George Cukor ('Viajes con mi tía') de que la comedia no estaba bien vista, que nadie se la tomaba en serio. «En el drama estás asistido por un relato y una apostura. Te puedes quedar sin aspavientos y sin nada, con sólo una luz, y conmueves... Nunca les dieron un Oscar a los hermanos Marx, y creo que tampoco a Chaplin», decía.
Lo decía después de admitir que en España la risa es siempre algo trágica. «La carcajada aquí es algo negra». Quizá, y más en días como hoy, hasta amarga.
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