sábado, 26 de febrero de 2011
WOODY ALLEN: EL AMOR COMO FUNDAMENTO DEL CONFLICTO
La Gaceta, Tucumán, 20Feb11.- En las últimas cinco décadas protagonizó una de las aventuras artísticas más singulares del cine contemporáneo. Forjó un heredero como Jerry Seinfeld y mostró cómo desde la comedia, un género poco valorado, pueden formularse reflexiones geniales. En su última película, recientemente estrenada en la Argentina, vuelve a exponer las dificultades del amor, su tópico más recurrente.
Por Claudio Rojo Cesca
Para LA GACETA - SANTIAGO DEL ESTERO
Si bien el amor continúa siendo, luego de casi 50 años, el tópico más reiterado del irreverente Woody Allen, éste ha sabido mantener su carácter complejo, contradictorio, netamente "alleniano". En este ejercicio recurrente reside también el corazón de "Conocerás al hombre de tus sueños" (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), título cuya traducción literal, "Conocerás a un alto y oscuro extraño", acentúa el carácter ambiguo de un futuro anunciado bajo la forma de una promesa. Y como suele suceder en la filmografía de Woody Allen, cada vez que el amor prometido se presenta es por medio del engaño, el desencuentro o fruto de un mero malentendido. En el filme en cuestión, el lazo amoroso que tejen los personajes viene fundado en la decepción de matrimonios inconducentes o proyectos de vida devaluados, frente a los que se ofrece como una alternativa inmediata.
Es así que Alfie (Anthony Hopkins) confronta la vejez y la muerte vivificando su sexualidad al casarse con una joven prostituta; Roy (Josh Brolin), un novelista que sufre un severo impasse creativo y financiero, se enamora de Dia (Freida Pinto), la misteriosa muchacha a quien observa desde su ventana; y Sally (Naomi Watts), esposa de Roy, hace lo propio con Greg (Antonio Banderas), un hombre refinado que contrasta con la vulgaridad y obstinación artística de su desdichado marido. En el centro del alienado tándem de personajes, está la figura de Helena (Gemma Jones), ex esposa de Alfie, que encuentra una perspectiva más amable de la vida en los vaticinios de una adivina, suerte de oráculo que nada desconoce sobre el futuro de quienes rodean a la amargada Helena.
Desde el comienzo hay cierta intuición de fiasco en cada una de estas aventuras, edificadas todas ellas con poco más que la desesperación de sus héroes. Los poderes de la adivina, ilusorios o no, confirman reiteradamente lo que el sentido común nos dicta como espectadores: que las infatuaciones románticas pueden tener la apariencia de una bocanada de aire fresco, pero difícilmente superen la fugacidad que tiene el oxígeno en nuestros pulmones. El amor en la obra de Woody Allen está distanciado de ese otro amor de pantalla de cine que se resuelve sin contradicciones ante la adversidad. Muy por el contrario, la retórica del amor es, para Allen, la contradicción misma, su propia adversidad. Como ocurría en "Crímenes y Pecados" (1989) donde el personaje de Judah Rosenthal (Martin Landau) elige, ante el temor de perder el tierno amor de su matrimonio, recurrir al crimen y asesinar a Dolores Paley (Angelica Huston), su apasionada amante.
Esta dicotomía entre pasión y familia también tiene su relieve en "Conocerás al hombre de tus sueños", manifiesto de la polaridad del amor como fundamento del conflicto y la tensión que restituye, sostiene o reemplaza los lazos amorosos: por eso los hombres de Allen son casados pero infelices o torturados individuos en plena pugna frente a dos mujeres, por lo general, muy diferentes entre sí, aunque aparentemente capaces de alojar a esos seres imperfectos y crueles. Por su lado, la mujer "alleniana" suele quedar empantanada en encrucijadas similares; desde Annie Hall (la maravillosa Diane Keaton) hasta Vicky (Rebecca Hall en "Vicky Cristina Barcelona"), ninguna de ellas desconoce lo amoroso como escenario donde la insatisfacción es el único componente invariable.
Esta nota de fatalidad anunciada desborda el texto de "Conocerás al hombre de tus sueños", una forma del destino que desde las sombras digita el imposible; un sueño cuya única verdad es la de caminar siempre algunos pasos por delante de la realidad, como sucede con todas las utopías, para mantener abierta la promesa del deseo.
© LA GACETA
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