sábado, 14 de marzo de 2009
CON EL DIRECTOR DE CINE ADRIÁN BINIEZ: "PENSÉ EN JEAN RENOIR"
El País, Montevideo, Uruguay, 14Mar09
Vera von Kreutzbruck
(desde Berlín)
Foto de archivo de Adrián Biniez
GIGANTE FUE la sorpresa que se llevó Adrián Biniez, el joven director argentino radicado en Uruguay, cuando escuchó su nombre tres veces en la ceremonia de entrega de premios del Festival Internacional de Cine de Berlín, realizada el 14 de febrero último. Su primer largometraje titulado Gigante (2009) ganó el premio a la mejor ópera prima, dotado de 50.000 euros. Además compartió el gran premio del jurado con el film alemán de 2009 Alle Anderen (Todos los otros) de Maren Ade, y el galardón Alfred Bauer a la innovación con Sweet Rush de Andrzej Wajda, también de 2009. El film cuenta la vida de Jara (Horacio Camandulle), guardia de seguridad de un supermercado que se enamora de Julia (Leonor Svarcas) una empleada de limpieza. Pero su timidez le impide acercarse a ella y comienza una obsesión inofensiva. Gigante es una historia sencilla y tierna con un tono de humor inocente. La acción fluye a un ritmo pausado y por momentos es un poco repetitiva.
Gigante se rodó en abril del año pasado en el centro de Montevideo y en los barrios El Prado y La Aguada. La cinta es una co-producción argentina, uruguaya, alemana y holandesa. Todavía no tiene fecha de estreno para Argentina pero en mayo se va poder ver en Uruguay.
En los noventa, Adrián Biniez formó parte de la banda pop Reverb con la que grabó dos álbumes. Empezó su carrera en el mundo audiovisual como guionista de la serie televisiva El fin del mundo. Poco después filmó dos cortos: Ocho Horas (2005) y Total disponibilidad (2008). Aparece en un papel chico en la película uruguaya Whisky (2004). También hizo la música para Gigante.
Apenas unos días antes de la ceremonia de entrega de premios del Festival Internacional de Cine de Berlín, Adrián Biniez habló sobre su trabajo como director, sus comienzos en el cine y sobre sus influencias.
una metáfora del capitalismo.
-¿Qué inspiró la historia de Gigante?
-Tenía algunas ideas dando vueltas en la cabeza y una de ellas era sobre un guardia de seguridad de supermercado que se enamora de una empleada de limpieza. Empecé a escribir y a los dos días ya estaba fascinado con la historia. Me di cuenta que fluía y que me gustaba.
-¿Por qué eligió situarla en un supermercado?
-Yo trabajé hace doce años en un supermercado de Buenos Aires y siempre me pareció un lugar fascinante. Por un lado está el salón hermoso y luminoso y por otro la trastienda que es horrorosa. Es una metáfora del capitalismo. Al comienzo de la película, el supermercado parece una cárcel. Cuando yo trabajaba en el supermercado me habían contado que los arquitectos que habían diseñado una cadena de supermercados argentina, eran unos norteamericanos que se dedicaban a hacer cárceles y que habían planeado la estructura de atrás igual que la de una cárcel y eso siempre me quedó en la cabeza.
-¿Tiene algo de autobiográfico el personaje?
-Algunas cosas sí. Igual está basado más que nada en tres amigos, más detalles que puso Horacio (Camandulle). También tiene aspectos personales míos que no voy a revelar.
-¿Cómo se decidió por los dos actores principales?
-A Leonor (Svarcas) la tuve en mente desde el principio. Empecé a escribir el guión pensando en ella, aunque su personalidad sea distinta, ella es hiper extrovertida. Para el papel del guardia hice un casting y Horacio fue el primero en aparecer. Vimos a más gente pero finalmente nos decidimos por él.
-La protagonista casi no tiene diálogos en la película. ¿Por qué?
-Quería hacer todo desde el punto de vista de él. Que ella fuera una expresión de deseo de él. Algo fantasmal, misterioso. Que sea una pequeña construcción a partir de él, con detalles como practicar karate e ir al cyber. Pero cuando el guardia cruza sus propias barreras y se anima a acercarse a ella, entonces habla Julia. Es difícil hacer de muda porque tenés que crear un mundo interior con los gestos.
-Su carrera comenzó como músico. ¿Cómo fue la transición al cine?
-Yo siempre hice música indie aunque siempre quise ser director, pero no conocía a nadie en Buenos Aires. No estudié cine. No tenía vínculo con el medio. Estaba medio perdido y después conocí a Juan Pablo Rebella y a Pablo Stoll y ahí me empecé a vincular más con el mundo de cine. Ellos estaban escribiendo un guión para una serie de televisión (El fin del mundo) y como justo estaban terminando Whisky y no tenían tiempo, entonces la escribí yo junto a Inés Bortagaray.
-¿Por qué se fue a vivir a Montevideo hace 5 años?
-Me fui de Buenos Aires porque no tenía trabajo y porque me puse de novio. En la época que todos se iban para España yo me fui a Montevideo porque era más barato. Tenía amigos allí y fui a probar suerte. Después me separé pero me quedé. Me gusta mucho, ya es mi ciudad.
Cierto humor.
-Los críticos comparan su película con Whisky y El Custodio (2006). ¿Le influenciaron estas películas?
-¿Con El Custodio la comparan? ¡Qué bueno! Me gustan mucho esas dos películas. Soy muy amigo de Pablo Stoll (director de Whisky). Compartimos gustos y eso hace que esté influenciado por él. Y creo que es natural que eso suceda. Algunas similitudes son más conscientes y otras más inconscientes. También me inspiraron otras personas.
-¿Como quién?
-Hice la película pensando en Jean Renoir, no sé porqué, sus films tienen cierta ligereza de tono, cierta liviandad que me fascina. Sé que mi película no se parece a las películas de él pero hay algo de su obra que me inspiró. Cierta forma de fluir, cierto humor.
-¿Por qué crees que Gigante fue invitada al festival?
-Les gustó la película. Yo creo que tiene que ver con que fue una co-producción alemana, también llena el casillero de los latinos. Aunque la película valga por sí misma.
-Muchas de las películas rioplatenses son co-producciones. ¿Es la única forma de hacer películas actualmente?
-En Uruguay es la única forma, en cambio en Argentina sí, podés hacer películas solo. En Uruguay no recuperás la taquilla porque somos 3 millones y medio de habitantes. Si la película es un éxito, aunque vayan a verla 50 mil personas no alcanza, es muy poco.
-¿Por qué triunfa el cine rioplatense en Berlín? Son historias humanas, sencillas, sin trasfondo político.
-Me parece que tienen un amor especial por las películas rioplatenses. El otro día vi cómo reaccionaba la audiencia con la película y fue increíble ver como se reían y se emocionaban.
-En general las películas que compiten en la sección oficial de este festival son dramas. ¿Por qué optó por un tono cómico?
-El problema con la comedia es que siempre está mal vista. Para mí es bueno que las películas tengan humor. En los velatorios después de unas horas uno empieza a contar chistes porque el humor es catártico. A veces los dramas pecan de solemnes. Y si se le agrega un poco de humor a la historia se hace más real y compleja.
-Actualmente hay una suerte de boom del cine argentino y uruguayo. ¿Piensa que hay más oportunidades que antes?
-El boom del cine uruguayo es mucho más modesto. En Uruguay se hacen 4 películas por año. Diez años atrás no existía el cine uruguayo. Y este año apareció la ley del cine en Uruguay que va a ser un apoyo muy fuerte. Hay una nueva generación muy buena. Antes cuando era chico no me gustaba ver films argentinos. Era horroroso.
-¿Piensa que esta generación tiene algún patrón en común?
-Sí, al principio todo es parecido y después cada uno va a abriendo su camino.
-¿Qué directores argentinos o uruguayos admira?
-Adrián Caetano me gusta mucho (Pizza, birra, faso, de 1998, Un oso rojo, 2002). Es el iniciador de esta generación. También admiro a Pablo Stoll (Whisky, 25 Watts, del 2001), Lisandro Alonso (La Libertad, 2001), Federico Veiroj (Acné, 2008 y Fantasma, 2006) y Manolo Nieto (La Perrera, 2006).
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