domingo, 15 de marzo de 2009

REPORTAJE: EXTREMISMO RELIGIOSO: UNA TRIBU BAJO SOSPECHA


El País, Madrid, España, 15Mar09
No escolarizan a sus hijos, reconocen el castigo corporal como una forma de educarles, según ex miembros, y rechazan en muchos casos los adelantos médicos. La comunidad de Las Doce Tribus, que trata de vivir como los cristianos primitivos, se ha asentado en varias zonas de España
JUAN DIEGO QUESADA
'Una tribu bajo sospecha' es un reportaje del suplemento Domingo del 15 de marzo de 2009

Te manipulan y te lavan el cerebro sintiéndose que ellos son los elegidos". Es el relato de un ex miembro de Las Doce Tribus, una organización espiritual que trata de vivir al estilo de los primeros cristianos.
La Biblia es el único libro que pueden leer sus adeptos, que obedecen a rajatabla la doctrina de Elbert Spriggs, un norteamericano que se autoproclama apóstol y dice recibir órdenes directas de Yashua (Jesús en hebreo). Los miembros tienen que abandonar su trabajo y sus pertenencias para vivir en comunidad, alejados de la "satánica" influencia de la sociedad. No escolarizan a sus hijos y les acusan de golpear a los pequeños con una vara de madera.
Las autoridades han investigado a estas comunidades en Asturias y Andalucía, pero no han intervenido en ellas
La Guardia Civil, en un informe, señala que hay indicios de que Las Doce Tribus son un "grupo de manipulación". En España tienen comunidades en Irún y San Sebastián (Guipúzcoa), Pravia (Asturias) y Nerja (Málaga), donde viven actualmente unas 150 personas. En el mundo cuenta con 3.000 miembros, en sitios tan diversos como Australia, Argentina y EE UU. "Esta nueva cultura se mantiene pura porque no permite que entre en ella nada extraño o sucio que pueda contaminarla. Uno debe abandonarlo todo para formar parte de ella", explican para captar adeptos.
Ellos mismos se definen como un nuevo movimiento que está emergiendo en distintos puntos del planeta y que llegado el momento, "cuando la comunidad sea perfecta y pura, Yashua volverá y limpiará la tierra de todo rastro de la vieja cultura".
La granja de Las Doce Tribus en San Sebastián se esconde en lo alto del monte Ulía, cerca de un acantilado que da al mar Cantábrico. Aquí viven unas 30 personas, con familias. Hay desde un hombre de 40 años al que siempre le ha gustado "vivir en hermandad" hasta un ex presidiario arrepentido ahora de su vida anterior. La convivencia está rigurosamente reglamentada. Se levantan al alba, mientras uno de ellos toca la guitarra y canta de habitación en habitación. La oración y el trabajo marcan el día a día de los hermanos. Fabrican pan que después venden en una tienda ecológica que regentan en el centro de la ciudad. Todos adoptan un nombre hebreo al entrar en la comunidad. Para "evitar tentaciones", las mujeres no se depilan y visten con ropajes anchos. Ellos llevan barba poblada y se recogen el pelo en una coleta. Guil, nombre ficticio, de unos 50 años, es el único soltero de la casa. Asegura que hace pocos años llevaba una vida frívola. Drogas, sexo y alcohol. Puro rock and roll. Ahora ha cambiado, ha encontrado "la luz". Simpático y de aspecto bonachón, pone en duda que el visitante sepa lo que es el amor verdadero. "En realidad es eso que...", y deja las palabras en el aire. Chasquea los dedos buscando la definición. No la encuentra. "Cosas de la droga", dice ante un té caliente. A continuación se sienta Hanock, un joven robusto con mujer y varios hijos. Él tiene claro que la educación en la comunidad es la mejor que le pueden dar a los menores. "¿Para qué ir al colegio? Ahí les dicen que el hombre viene del mono, algo ridículo. O que los homosexuales son gente normal". Habla tranquilo y con cierto aire poético. A Hanock, también una identidad ficticia, no le gusta que le digan que pega a sus hijos, sino que prefiere referirse a este hecho como "una instrucción". "Sencillamente, no les dejamos a su aire. Los niños cuando nacen son egoístas y sólo piensan en ellos. No deben tener tiempo para pensar ni fantasear. Se apodera con facilidad el demonio de ellos", explica Hanock. Los niños, según el testimonio de los que han convivido con ellos, son azotados con una vara de madera en las manos o las nalgas por desobedecer a los padres. "¿Y para qué leer otro libro que no sea la Biblia? No aportan nada a nuestra convivencia", añade.
A las siete en punto de la tarde se reúnen en el piso de arriba. Instantes antes de que empiece la minja, la ceremonia religiosa en honor a Yashua, Guil aún sigue buscando en su cabeza lo que es el amor, sin éxito. En un pequeño salón, los miembros se colocan en círculo, adultos y niños. Zacarías, un líder de esta comunidad, empieza a tocar la guitarra. Unos cuantos entran en el círculo y se dan la mano. Bailan en zigzag. A continuación, reflexionan sobre lo que han leído ese día en la Biblia o sencillamente sobre algo que les ha ocurrido. "Esta mañana he sentido envidia. Sentí algo malo, muy malo. Sentí la llamada del Maligno, pero lo rechacé", expone una mujer con acento extranjero. Otro relata un versículo que le agrada. Guil habla. Y por fin da con la tecla: "El amor: es dar la vida por los demás". Sonríe satisfecho.
La comunidad, que no consta como entidad religiosa en el registro del Ministerio de Justicia, tiene negocios de venta de productos naturales, carpintería, imprenta, colocación de sistemas fotovoltaicos y distribución de sal artesanal del sur de Portugal. También participan en ferias medievales. Ahí los conoció un ex miembro que prefiere mantener el anonimato. Apenas tardó una semana en irse a vivir a la casa de San Sebastián con su mujer y una hija. De eso hace ya siete años. Se bautizó con su familia en una inmersión en agua, como tienen que hacer los miembros al ser aceptados. Años después, él se cansó de ser "manipulado". "Ahí no hay libertad. Te controlan por completo", dice.
Ahora no quiere hablar mucho del asunto, está cansado. Él abandonó la casa con su familia, pero ellas -su esposa y su hija- volvieron a entrar. Está resignado, ahora que vive solo y no las ve casi nunca.
Miguel Perlado es el presidente de la unidad de Atención e Investigación de Socioadicciones (AIS), una entidad privada que funciona desde hace 35 años. Ha tratado en muchas ocasiones con ex miembros de Las Doce Tribus. Opina que lo que les convierte en un grupo de riesgo es la vida en comunidad que realizan, y así logran que el control del grupo sea más "férreo" y que el adepto sea "poco accesible para su familia". "Toda la estructura de la comunidad y su funcionamiento corresponde a una secta coercitiva", explica. "En los niños, esta forma de vida crea más problemas. Únicamente tienen un criterio aprendido ahí dentro. El control de la información es total. Todo es público, el líder conoce de las experiencias de todos, sus miedos, sus culpas. No se tiende a respetar la individualidad de la persona", sostiene Perlado. Las charlas en grupo que tienen los adeptos, donde cuentan sus experiencias día a día, le parecen "una terapia muy salvaje". "Tienden a darle a todo un sentido muy culpabilizador. Preocupa mucho la mezcla de niños y adultos en estas charlas". Perlado también cuenta que el grupo pone mucho énfasis en contar con mujeres, pues ellas pueden tener descendencia y garantizar la supervivencia del grupo. De ahí que el conflicto entre parejas que están dentro surja cuando la mujer quiere quedarse y el hombre salir, como ocurre frecuentemente.
Éste es el caso de otro antiguo miembro que tampoco quiere facilitar su nombre para este reportaje, pese a que ha contado su vivencia en foros de Internet con nombre y apellidos. Es la historia de una lucha por sacar a su hijo de Las Doce Tribus. A ella entró con su pareja, a la que iban a llamar Magdalena, con un bebé de ambos y dos hijos de ella fruto de relaciones anteriores. A los pocos meses de estar dentro, él, que pide llamarse Naky, se quiso ir. Magdalena se oponía. Hubo denuncias mutuas. Finalmente, ella accedió. "Entre tus hijos y Yashua ¿a quién elegirías?", le preguntaron los miembros de Las Doce Tribus a Magdalena cuando dijo que iba a irse. Y le recordaron el sacrificio de Abraham, su mano blandiendo un puñal ante el cuello de Isaac, su primogénito. Si eliges a tus hijos es que no sirves para cuidarles, le soltaron a la mujer, que hacía días que había decidido abandonar la comunidad junto con sus tres hijos.
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http://www.elpais.com/articulo/sociedad/tribu/sospecha/elpepusoc/20090314elpepusoc_1/Tes

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