sábado, 5 de noviembre de 2011

REPORTAJE: MOVILIDAD: CULTURA BICI

Dar pedales ya no es solo un deporte o un medio de transporte. Es una manera de vivir la ciudad. Activistas, empresarios, artesanos y colectivos reivindican desde el sillín una urbe más amable
EL PAÍS, PABLO LEÓN - Madrid – 05Nov1


Llueve en Madrid. Una rareza que se produce en la capital apenas 63 días de media al año. A pesar de ello, Miguel Domingo va en bici. Está acostumbrado. Lleva 15 años de bicimensajero en Trébol. "La bicicleta antes era marginal. Ahora, solo minoritaria", ironiza. A los tres millones de ciclistas urbanos españoles, Madrid aporta unos 50.000; el 0,6% de los viajes que se realizan a diario en la urbe. Y aunque parece que las bicis van a contramano en la capital, desde hace una década su uso no para de crecer.
"Nada más sentarte en el sillín, empiezas a hacer activismo". Lo dice Laura Peseta, ciclista urbana y artista. Cada vez más madrileños se convierten a la bici, lo que conlleva una forma de vivir la ciudad. Este miércoles tomarán Matadero
En los últimos años incluso se está viviendo una pequeña explosión. "El cambio se nota en la calle; un día cualquiera te puedes cruzar con bastante gente en bici. Hace unos años si veías a alguien, le conocías", cuenta Gianni Rondinella, urbanista y doctorando de la Universidad Politécnica.
Con ese apogeo, emerge una subcultura de la bicicleta. Su cara más visible: la Bicicrítica, un movimiento ciudadano que, el último jueves del mes, llena la ciudad de velocípedos. Pero también implica a asociaciones, tiendas, bares o artesanos de los manillares. El próximo miércoles todos se van a reunir en Matadero. El centro creativo celebra el festival Con b de bici, dentro de la exposición Lo normal es muy raro. Diez semanas (hasta el 27 de noviembre) dedicadas a las dos ruedas. En la cita va a haber debates, talleres de reparación, partido de bike-polo, muestra de fotos, cine o conciertos. Quieren transmitir la idea de que la bici urbana es mucho más que dar pedales. Es una forma de vida.
"La primera barrera que hay que superar es mental y social", explica Iñaki Díaz de Etura. Tiene 42 años y es portavoz de la asociación Pedalibre. La decana agrupación se fundó a mediados de los ochenta para fomentar la vertiente recreativa de los recorridos en bicicleta. Ahora, la movilidad es uno de sus ejes estratégicos. Si el ciclismo es un deporte, el biciclismo o ciclismo urbano es la osadía de recorrer a pedales urbes con millones de habitantes. En Madrid, como en Ámsterdam, Berlín, Nueva York o Londres, también se puede. "El interior de la M-30 tiene un diámetro de unos siete kilómetros, una distancia perfecta para la bici", explica Rondinella, que desarrolla su trabajo en el Centro de investigación del transporte- TRANSyT.

Manillares contagiosos
Como hay tormenta, no se ve la boina de Madrid. Normalmente, las emisiones de los más de tres millones de coches que circulan por la capital la cubren. "El coche nos ha arrollado", se queja Rondinella, que considera que los pedales tienen un gran potencial y podrían alcanzar el 30% de los viajes diarios. Su investigación se centra en la influencia de los velocípedos en la ciudad. "Las bicicletas producen un efecto llamada importante. Hay que verlas para querer usarlas". Las dos ruedas son contagiosas por eso. El investigador considera que la instauración de un sistema público de alquiler es muy positivo para provocar un cambio en la movilidad.
My bici, la propuesta de bici pública del Ayuntamiento, empezaba a funcionar en marzo de este año. La crisis hizo que desaparecieran los cinco millones de euros destinados a la primera fase del proyecto. Los recortes llegaron al Plan Director Ciclista y a la Fundación Movilidad, que se ha transformado en la Oficina de Movilidad Sostenible. "Las políticas han sido, como mínimo, erráticas", opina Luis Álvarez, dueño de la tienda By Bike y vicepresidente de Probici, la asociación de empresarios del pedal. "Por un lado da la impresión de que ven en las dos ruedas una opción; por otro, que no les interesa lo más mínimo", agrega. Cuando él abrió su tienda, hace seis años, en la capital no se hablaba de carriles bici. Ahora hay 265 kilómetros de vías; 110 corresponden al anillo verde ciclista, de uso meramente lúdico, y el Consistorio acaba de anunciar la construcción del carril Alcalá-Mayor. Por otro lado, se hizo un cambio en la ordenanza de movilidad para dotar de más voz a las bicis. A los usuarios les parece poco.
"Es más importante el respeto y la educación que la infraestructura. Hay que crear una cultura de la bicicleta", sostiene Andrés Arregui, que une negocio de las dos ruedas con arte. Hace tres años empezó a ensamblar acero, el material con el que prefiere trabajar porque "es más resistente que el carbono o el aluminio". Trabajaba en un taller semiescondido en la calle Noviciado. En marzo abrió Cyclos Noviciados donde elabora bicis "a medida", que pueden rondar los 1.000 euros. "Podemos montar una entera o rehacerla con restos", cuenta con el soplete en la mano. Cada mes toca unas 40 o 50 bicicletas. La que tiene en el foso la trajo un chico. Era de su abuelo. "Tenía el cuadro desde hace años y nos pidió que lo preparásemos para que volviera a rodar. Le hacía ilusión. La bici tiene un componente emocional fuerte", añade.

Guerra al 'cochecentrismo'
El vínculo entre la bici y su dueño es especial. "Nada más sentarte en el sillín, empiezas a hacer activismo", sentencia Laura Martínez del Pozo. Es ciclista urbana y mujer. Una minoría, ya que el 63,6% de los que pedalean en España son hombres, según el barómetro de la bicicleta de 2011. A Laura la conocen como Peseta por la firma que estampa en los diseños que realiza en su taller. En los bolsos, monederos o carteras que cuelgan, las dos ruedas son recurrentes. "La bicicleta es estética por naturaleza, por eso la uso como inspiración", cuenta entre las telas. El año pasado diseñó una gorra ciclista para Marc Jacobs y acabó expuesta en el New Museum de Nueva York. "Cuando montas en bici reivindicas otra manera de moverte", explica. "El simple hecho de hacerlo te hace sentir parte de una tribu urbana".
La banda de las dos ruedas es muy heterogénea. Todos viven la ciudad, y piensan en ella, desde el sillín. Pero está compuesta por ciclistas de toda la vida, fixeros (que pedalean con piñón fijo), okupas reivindicativos, tíos elegantes o chicas con tacones. Ainara Murillo pertenece a este último grupo. Trabaja en Viernes, una empresa de comunicación responsable de la que ha surgido el colectivo Biernes, dedicado a fomentar los pedales. "Durante años la ciudad se ha volcado en las cuatro ruedas. Nuestro urbanismo es cochecentrista. Proponemos ideas para que las bicis recuperen espacio y creamos excusas para que la gente las use". La base de su trabajo es unir bici con cultura. El año pasado, durante la Noche en Blanco, diseñaron una exposición para disfrutar a dos ruedas. También son responsables del programa de actividades ciclistas en Matadero.
La base de The Wall se sintetiza en cervezas y bicicletas. En el bar permiten la entrada de velocípedos y los tres socios-fundadores pedalean. "No tiene sentido que usemos una máquina de 1.000 kilos para transportar 70; la bicicleta ofrece una opción más eficiente", dice Rodrigo Taramona, uno de ellos. Su local, en pleno Malasaña, está de moda; las bicis de la puerta, también. "Puede que haya gente que busque lucirla por el barrio. Creo que hasta eso está bien: necesitamos todo el apoyo posible para visibilizarnos", concluye. Está mojado. A pesar de que es uno de los pocos días que llueve en Madrid, él ha venido en bici.

No hay comentarios: