La Nación, ADNcultura, Buenos Aires, 01Ago09
El célebre violinista acaba de visitar Buenos Aires para ofrecer un recital, pero también para presentar un certamen internacional de violín que tendrá su sede en esta ciudad
Por Pablo Gianera
De la Redacción de LA NACION
"Ah!, ¿lo vio?", pregunta un poco sorprendido Shlomo Mintz en el piso 27 de un edificio de Buenos Aires a propósito de un video grabado en el sótano de su casa y publicado en YouTube:
allí aparece improvisando en el violín con sus hijos Eliav y Alex en percusión y guitarra. El video se llama "The Mintz Fam Jam" y muestra una verdadera jam session familiar en la que el violinista y director, con un cigarro en los labios, hace violentos glissandi con su instrumento.
"Fue una idea de mis hijos. No es nada común que lo hagamos. Yo tiendo a divorciar de manera muy terminante mi vida privada de mi vida pública. No me comporto igual en cada una de las dos circunstancias. Trato de separar los distintos colores de la vida y de la personalidad", cuenta Mintz, que volvió a la Argentina (estuvo también el año pasado) para dar un concierto y, sobre todo, para presentar el Primer Concurso Internacional de Violín de Buenos Aires que, organizado por la Comunidad Amijai y la Fundación YPF, abre hoy su inscripción.
"Improvisar como lo hago con mis hijos es fácil, pero con mi calendario puedo hacerlo poco. Me interesa más cuidar algunas tradiciones muy ricas que empiezan a quedar abandonadas, como muchas que hay aquí en Buenos Aires. Creo que, tal como vivimos hoy, es una prioridad básica recuperar el sentimiento por algunas obras del pasado, pero para renovarlo en el presente y lanzarlo hacia el futuro. Espero que este proyecto cumpla con esa idea". En su condición de presidente del jurado, Mintz confía en que el concurso "dará oportunidades a América del Sur, y específicamente a la Argentina, descubrirá talentos locales y promoverá el violín en la región". ¿Pero qué hace que un violinista sea diferente de otros? ¿Por qué, por ejemplo, podemos distinguir al propio Mintz de otros violinistas? "¡Son tantos y tan diferentes esos atributos! Hay muchos libros sobre el tema. Pero la meta del concurso no es ésa. La idea es promover a los violinistas, cualquiera sea su origen geográfico, y hacer una clasificación justa de sus talentos".
A pesar de haber tenido asociaciones musicales recurrentes y exitosas con los directores Claudio Abbado y Zubin Mehta (incluyendo la famosa versión de Las cuatro estaciones de Vivaldi con Isaac Stern, Itzhak Perlman y Pinchas Zukerman), o con el pianista Yefim Bronfman, Mintz no exagera las virtudes del vínculo con determinados artistas. "Para ser preciso, yo empecé con Eugene Ormandy y con otras personas que están ya en la historia de la música, en los libros. Pienso que cada experiencia fue importante, y no sólo por su continuidad. Cada momento importa, independientemente de su duración en el tiempo."
-¿Pasa lo mismo con sus experiencias con la música de concierto, la de cámara y con las obras para violín solo? ¿Prefiere alguna de esas situaciones?
-Ninguna en particular. En todo caso, se trata de un placer mucho más general, que no tiene que ver con los distintos tipos de música. Yo no hago esa separación. En realidad, la idea del placer está asociada a la idea de la comunicación con el público, aunque naturalmente las disciplinas son diversas.
-Usted empezó a dirigir muy joven, a los 18 años. ¿En qué lo ayudó su tarea anterior como solista para la dirección?
-Fue muy útil. Diría que me sirvió para trabajar frente a la orquesta de una manera más justa y equilibrada. Mis maestros me enseñaron que, como violinista, debía estudiar las partituras de concierto de una manera integral, profunda, y tomar en cuenta los problemas de los dos componentes, del violín y de la orquesta. Con el tiempo, eso me resultó muy útil en mi tarea como director. Y una parte del público, tal vez no la mayoría, se da cuenta de mi comprensión de esos dos componentes".
-¿Ahora es un poco más tolerante con las exigencias de los directores?
-No es una cuestión de tolerancia sino de coordinación. Hay que concordar las visiones de los dos artistas. Claro que ahora, cuando soy solista, consigo eso con mayor facilidad porque conozco los problemas de los directores.
Pero Mintz, uno de los violinistas más respetados y notables del último tercio del siglo XX y de lo que va del XXI, mantiene una actitud fáustica, de insatisfacción con lo hecho. "Nunca se llega a conocer todo. Quien crea que conoce todo se equivoca", observa sin melancolía, casi como si se impusiera un deber. "En el plano práctico, sigo siempre estudiando cosas nuevas, incluso aquellas escritas en la actualidad. Estudiar es parte de la belleza de este instrumento. Y uno sigue estudiando hasta que se muere."
sábado, 1 de agosto de 2009
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