domingo, 3 de junio de 2007
EL ENCADENAMIENTO DE LOS TIEMPOS PASADOS (I)
Humilde saga sobre el estudio comparado de las Civilizaciones
Digo saga como una narración parecida a una epopeya familiar, la Humanidad, que trataré de extender a varias generaciones
Pongo primera y arranco.
Tengan por seguro que no siempre los tiempos pasados fueron mejores, sólo fueron el resultado repetitivo, dije repetitivo, del comportamiento humano, cuestión que, pretenderé probárselos, pero más adelante.
De todas maneras, estemos prevenidos, porque si damos una repasada al Ecclesiastés, 1, 10, leeremos “Nihil sub sole novum nec valet quisquam dicere ecce hoc recens est iam enim praecessit in saeculis quae fuerunt ante nos”, que en español quiere decir “Nada hay nuevo bajo el sol; y no vale que alguien diga: mira, esto es de ahora, pues ya ha aparecido en los tiempos que han pasado antes de nosotros”
Como siempre me llamó la atención a que se refería esto, hace mucho tiempo me “metí”, totalmente desprevenido e inocentemente, a sondear hacia atrás en el tiempo, hacia los orígenes de nuestra civilización occidental y me tropecé con la grecorromana (o helénica) a la cual está vinculada con la nuestra a través de la Iglesia Cristiana.
Como sabemos, esta civilización fue reemplazada por dos sucesores: la civilización occidental, y su contemporánea y hermana en Oriente, la civilización bizantina.
De la helénica, no sólo sabemos que tuvo sucesores, sino también un predecesor, la civilización minoica o egea.
Como la helénica tiene definido principio y fin, es ideal y posible utilizarla para el análisis de la actividad humana.
Vale una aclaración: no haremos lo usual de los estudios históricos, que subordinan todo al tiempo y lugar del investigador. Un estudio comparativo de lugares y personas diferentes, permite observar semejanzas y diferencias para ver si existe un tipo estándar al que se ajusten más allá de sus peculiaridades individuales.
Para ello tenemos que utilizar “modelos” pero para probar, por ejemplo, que la civilización helénica es un modelo al que nos podemos referir, necesitamos combinarlo con otro. En nuestro caso, el más interesante para esta tarea, es la civilización sínica.
Vamos a prestar atención al consejo que me dieron una vez, que es el observar los hechos que fallan, por estar incluidos en pautas preconcebidas.
Los Helenos y los Chinos
Un primer elemento a considerar dentro de la civilización helénica, es que en sus primeras etapas, existió un fuerte contraste entre la unidad cultural del mundo griego y la falta de unidad política.
Esto generó, mucho más adelante, guerras fraticidas que llevo al desastre, aunque en el momento de la disolución, se produjo un respiro temporal, por la unificación del mundo helénico dentro del imperio romano
Un segundo elemento a ver es la configuración de la civilización helénica después de su “fracaso” donde la minoría dirigente comenzó a depender cada vez más la fuerza para conservar su ascendiente.
Un tercer elemento es la configuración de la historia religiosa helénica.
El proletariado interno crea una elevada religión, la cristiana, que convierte al mundo helénico y también a los invasores bárbaros. La Iglesia Cristiana fue la forma social adoptada por la nueva religión y generó después el cristianismo ortodoxo oriental (bizantino) y el cristianismo occidental.
Un cuarto elemento es el protagonizado por el “proletariado externo” (los bárbaros), que con fuerza y poder, expresan su nacionalismo a través de formas heréticas como el arrianismo o religiones unidas por sus orígenes con el cristianismo, como el Islam.
Sin embargo, la matriz de las nuevas civilizaciones no fueron los Estados Bárbaros sucesores del imperio, sino la Iglesia Cristiana.
Un quinto elemento, lo constituyen los diferentes “renacimientos” de la cultura helénica que se manifiestan en el transcurso de las dos civilizaciones “helenísticas”: la bizantina y la occidental.
En otra parte de la “saga” humana, veremos hasta que punto concuerdan estos diversos elementos del modelo helénico, con las civilizaciones diferentes a la griega. (Continuará)
Alberto Gatti
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