domingo, 25 de mayo de 2008

25 DE MAYO, POR QUÉ HABLAMOS DE "BICENTENARIO"


Criticadigital, Argentina, 25May08
La generación del ochenta al menos tenía un proyecto. Nuestros dos presidentes ¿están buscando uno? Jorge Lanata.
Jorge Lanata, 25.05.2008
“Pero el último recuerdo que tengo de planificación, de pensar un país con objetivos, con decisiones, era un libro muy grande, que yo leía desde chiquita, que era el Plan Quinquenal. Recuerdo que me gustaban los dibujitos, estaban llenos de barquitos y obreritos, de fabriquitas, en fin, se pensaba qué país íbamos a tener los argentinos al cabo de tantos años.”
Cristina Kirchner, en la presentación del Plan Estratégico Territorial “Argentina del Bicentenario”, el pasado lunes 17 de marzo.


Antes de pasar de lleno al tema de “los barquitos y las fabriquitas” debe notarse que aún faltan, para el Bicentenario, dos años. Esta aclaración, aunque obvia, parece necesaria ya que Gobierno y medios hablan de la fecha como si estuviera a punto de producirse. Y nótese que, además, se trata de dos años en la Argentina, que jamás respondió a calendario gregoriano o racional alguno: dos años pueden ser quince, o diez minutos o jamás. A efectos del diálogo, sin embargo, haremos como que el Bicentenario, del modo que sea, va a llegar. En sus últimos treinta y cinco discursos consignados por la página web de la Presidencia –incluyendo uno antes de su asunción, en la inauguración de la Plaza Colón el 6 de diciembre de 2007– la Presidenta mencionó la palabra “Bicentenario” sesenta veces. Se desconoce cuántas veces hizo lo propio el Presidente, ya que sus discursos dejaron de consignarse a nivel oficial. Sesenta bicentenarios hasta el mencionado en la inauguración del Sanatorio Anchorena el pasado 22 de mayo. En todos los casos la recurrencia es similar: Cristina menciona “volver a pensar al país”, ”saltar a la modernidad”, “reconstruir”, “poner una bisagra histórica” e “inaugurar obras del Bicentenario”. El 23 de enero, durante su discurso de creación de un polo científico y tecnológico, la Presidenta hizo gala de su teoría revisionista sobre la Argentina del Centenario al que, por un error involuntario, denominó “Primer Bicentenario”: “Ustedes saben que el primer Bicentenario estuvo caracterizado por casi un festejo reducido a los entonces grupos dominantes en la República Argentina y que geográficamente se limitó a una conmemoración aquí, en la Capital Federal, donde, además, la gran transformación que se proponía era hacer desaparecer todos los vestigios de lo que éramos, de la Argentina que había venido con su red hispánica y de la colonia, para hacer una Buenos Aires europea casi francesa; ésta fue la gran conmemoración del Centenario”.
Las comparaciones son odiosas y la versión “Lerú-Pigna-Sindicato de Porteros” de la Presidenta resulta un poco, digamos, limitada. Así como pudo sorprenderse alguna vez de la real ubicación de la laguna Picaza, tal vez algunos de estos datos consigan la sorpresa oficial:

–Entre 1899 y 1914 se debatió la convertibilidad entre el peso y el oro. Pellegrini finalmente la fijó en 2,27 y así se mantuvo frente a la presión de los importadores, que abogaban por el uno a uno.
–El analfabetismo era en 1895 del 53,3% (con un 37,4% de población urbana) y en 1914 bajó al 35,9% (con un 53% de población urbana).
–Entre 1900 y 1905 se creció a una tasa anual del 8%, lo que duplicó el Producto Bruto en la primera década del siglo XX, pasando las exportaciones de 78 a 180 millones de pesos oro. No llamaban entonces, al abismo social, “tensiones del crecimiento”.
–En 1907 se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia y Figueroa Alcorta se apresuró a legislar para que esos bienes quedaran en manos del Estado, sin licitarlos a ninguna compañía española.
–La revuelta del radicalismo en 1905 fue derrotada, pero sus demandas por limpieza electoral dieron vuelta el mapa político argentino pocos años después.
–La violencia política más radicalizada perteneció a los grupos anarquistas, que asesinaron al entonces jefe de Policía Ramón Falcón, en venganza por la criminal represión del 1º de mayo de 1909.
–José Figueroa Alcorta era vicepresidente del fallecido Manuel Quintana, y asumió entre 1906 y el 12 de octubre de 1910. Años más tarde, siendo ministro de la Corte Suprema, fue el único juez que propuso renunciar como respuesta al golpe de Estado de 1930.
–Figueroa preparó el camino para la denominada Ley Sáenz Peña, de voto universal, secreto y obligatorio. Electo el 12 de junio de 1910 Roque Sáenz Peña se reunió con el presidente saliente y también con Hipólito Yrigoyen, líder de la oposición, quien se comprometió a abandonar la vía violenta. En 1912 se llevaron a cabo las primeras elecciones libres en la Argentina, creció notablemente el socialismo y el radicalismo logró consolidarse en Entre Ríos y Santa Fe. La clase media, por primera vez, se sentaba a la mesa del poder en la Argentina. Treinta años más, con Perón, haría lo propio la clase obrera.
–Si se toma en cuenta el valor de las exportaciones en millones de pesos oro, en el período 1911-1915 (en relación al de 1896-1900) crecieron 259% las exportaciones de trigo, 618% las de maíz y 483% la de lino. Los pools exportadores eran los mismos con los que hoy Moreno carteliza los precios: Bunge & Born, Dreyfus, etc.
–En su ensayo La Argentina del Centenario, campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo ubican al Centenario como el momento del nacimiento del “primer nacionalismo” o “nacionalismo cultural”, refiriéndose a la polémica de la época sobre el significado del Martín Fierro y la identidad nacional. También señalan, como “componente del clima ideológico del diez”, el espíritu de conciliación hacia España y la herencia española (en Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Rodó y la impronta marcada por Unamuno). La aproximación al Centenario que intenta la Presidenta no parece muy sólida o es, al menos, un poco estereotipada: nadie en su sano juicio podría negar que fue aquella una época conservadora y contradictoria pero tuvo al menos un eje central que permite, cien años después, definirla: presentó un proyecto. La Argentina que comenzó a pensarse desde la generación del ochenta tuvo, hasta las primeras tres décadas del siglo y quizá más, trazos gruesos coincidentes. Quizá la Presidenta y el presidente se encuentren ahora buscando un proyecto, tal vez de eso se trate este arañazo del Bicentenario que suena tan alejado del Líbano que gana las calles. Pero si es así se trata de un asunto de cotillón: faltan dos años para comprar las serpentinas.
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