domingo, 13 de diciembre de 2009

"EL MURAL", LA HISTORIA DE UNA GRAN OBRA

Clarín, Buenos Aires, Argentina, 12Dic09, 09:10 hora argentina.


Héctor Olivera filma la historia del mural que pintó en la Argentina el mexicano Siqueiros. La película cruza a Natalio Botana con Pablo Neruda, Antonio Berni y otros grandes artistas. En el elenco están el mexicano Bruno Bichir, Carla Peterson, Ana Celentano, Luis Machín y Sergio Boris.
Por: Diego Papic. Especial para Clarín.
El despacho de Natalio Botana, legendario director del diario Crítica, tiene la apariencia típica de los años '30: el escritorio pesado, los sillones mirando el hogar, la biblioteca repleta de libros gastados y el cuadro que retrata al excéntrico millonario con gesto adusto. Botana le ofrece un habano a un joven David Siqueiros: el muralista mexicano quiere pedirle ayuda económica para un proyecto artístico de contenido social. "Yo hago periodismo, no política", aclara Botana. "Creí que eran la misma cosa", retruca Siqueiros.

En el centro de la habitación, una cámara montada sobre un dolly es el intruso que delata que esto no es un viaje de setenta años al pasado, aunque lo parezca, sino el rodaje de una película. El mural, dirigida por Héctor Olivera, cuenta la historia de la realización del célebre Ejercicio plástico, que Siqueiros pintó por encargo de Botana. Una historia fascinante en la que, además, hay pasiones cruzadas y personajes históricos que formaron parte esencial de la cultura latinoamericana.
Luis Machín es Natalio Botana y el mexicano Bruno Bichir es David Siqueiros. A ellos los acompañan Carla Peterson (Blanca Luz Brum, la mujer y musa de Siqueiros), Ana Celentano (Salvadora Medina Onrubia, la mujer de Botana) y Sergio Boris (que interpreta al poeta chileno Pablo Neruda, que fue amante de Blanca Luz Brum).
El lugar de la reconstrucción del diario Crítica son los legendarios estudios Baires, ubicados en Don Torcuato. En uno de los bancos del jardín, bajo el sol de la tarde, Héctor Olivera charla con Clarín acerca de este proyecto que viene gestando en su cabeza prácticamente desde que empezó su carrera, cuando trabajó como ayudante de Eduardo Bedoya, que había sido socio de Botana en Crítica.
"Bedoya contaba anécdotas de Botana, de Salvadora, y de Crítica, recuerda Olivera. Cuando en 1956 formamos Aries Cinematográfica con Fernando Ayala, todos los años, cuando considerábamos el plan de filmación del año siguiente, surgía "los Botana", que era un temazo. Pero era carísimo, imposible de hacer para una película argentina. Recién cuando leí las memorias de Neruda, donde dice que en la torre de la piscina de "Los Granados" tiene una relación amorosa con Blanca Luz Brum, la mujer de Siqueiros, me di cuenta de que había una historia mayor que superaba a los Botana."
"Los Granados" era la mansión donde Siqueiros pintó el famoso mural. Para la película se utilizó una estancia de la zona de Tandil, de estilo español. Los propietarios, celosos de su intimidad, pidieron mantener en reserva el nombre para que no hubiera periodistas. Según trascendidos, la estancia es la Acelain, construida a principios del siglo XX por Enrique Larreta.
Colabora con Olivera, como directo adjunto, su hijo Javier (que realizó películas como El camino y El visitante). "Lo llamé porque como director soy muy audaz, pero como productor soy muy sensato y quería tener al lado de este director de 78 años a un joven, así en caso de un patatús mio me pudiera reemplazar de un día para el otro", bromea.
"Tenía mucha ilusión, años atrás, de poder interpretar a Siqueiros y jamás hubiera pensado que existía esta historia en la Argentina -cuenta Bruno Bichir, mientras pita un cigarrillo sin filtro, de los mismos que fuma su personaje en la escena con Botana. Siqueiros está en el inconsciente colectivo de los mexicanos, porque es una figura primordial para entender la cultura, las artes y una gran parte del movimiento revolucionario creativo que hubo, pero se le conoce más en la faceta de sus cincuenta años, no tan joven."
Todos los actores coinciden en la fascinación que les provocó interpretar a personajes que existieron y que marcaron el pulso de una época, que tuvieron vidas intensas y durante ocho meses, en Buenos Aires, cruzaron sus destinos. "Cada uno de los personajes de esta película merecería una miniserie", resume Ana Celentano, o Salvadora, sentada en su despacho del diario Crítica a medio construir.
"Es una mujer muy especial, muy contradictoria, muy controvertida -describe a su personaje. Sobre todo, porque tiene una historia de militancia anarquista, sentía que la mujer tenía que ser otra cosa que lo que era en esa época y fue muy consecuente con eso que pensaba. Y por otro lado se enamora de Botana y a medida que van pasando los años se convierte también en una señora burguesa con cierto grado de poder."
Luis Machín recorre con su mirada el paisaje de los estudios Baires y sentencia: "Filmar acá tiene como un plus". Claro, los estudios fueron construidos por el propio Botana, y a la sensación de estar interpretando a un personaje central de la historia cultural y política argentina se le suma la de hacerlo en un lugar con tanta significación. "Leí bastante sobre Botana, algunas cosas quería respetarlas como eran. Por supuesto que hay otras cosas que tienen que ver con mi lectura y con la de Héctor", reconoce.
Según cuenta, leyó varios libros sobre Natalio Botana. Principalmente se apoyó en la lectura de El tábano, de Alvaro Abós.
"Era una persona muy querida por sus hijos. Los aspectos que se conocen son los menos humanos, lo más políticos, y me gustó que se realcen en la película los otros porque son los que componen a cualquier ser humano", concluye.
Los tiempos del cine, se sabe, son lentos. La paciencia juega un rol fundamental. Mientras Bichir y Machín repiten la escena de la charla en el despacho de Crítica, Carla Peterson hace tiempo en su camarín. Maquillada y vestida como Blanca Luz Brum, alumbrada por la intensa luz proyectada por los focos que rodean el espejo, se sienta en el sillón y cuenta su personaje.
"Es una poeta uruguaya, una mujer muy moderna para su época, muy comprometida –recalca. Lo que tiene de raro es que hay mucho que no se sabe si es real, si es verdad o mentira sobre su vida. Tenía muchas contradicciones."
Blanca es la musa de Siqueiros, además de su mujer. Su cuerpo desnudo es el que aparece como motivo del mural. "Era una mujer que se daba todos los gustos -ironiza Peterson con picardía--. El día que se inaugura el mural se va a una torrecita y hace sus cosas con Neruda. Es amante de Botana también, es tremenda. Pero no se la puede juzgar."
A unos metros, Machín y Bichir repiten la escena. Olivera observa un detalle: la lámpara del escritorio está a la derecha. "Debería estar a la izquierda, sino haría sombra la mano del que escribe", analiza. Alguien del departamento de arte cambia la lámpara de lugar y busca algún objeto para poner en lugar de la lámpara. Y se repite la escena una vez más.

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