La Nación, Buenos Aires, Argentina, 29Dic09
Por Rolando Hanglin
- Hola, Beatriz. ¿Dónde vas a pasar la Navidad?
- En casa de mis suegros. Bah... Mis ex-suegros. Yo los sigo llamando así porque son los abuelos de mis hijos. Son mi familia.
- ¿Y tu ex -marido?
- ¿Qué tiene?
- ¿Va también a la fiesta?
- ¡Noooo! El no.
- Ah. Pero... ¿Tus hijos ven al padre?
- ¡No, hace once años que no lo ven!
- Qué pena. ¿Y vos no pudiste hacer nada?
- ¿Para qué?
- Para que los chicos vieran a su padre, aunque sea en Navidad, o en los cumpleaños...
- Ah no. Yo no hice nada para favorecer eso. ¡Lo único que faltaba! Yo soy buena, pero no tan, tan buena...
- Tal vez sería saludable para tus hijos.
- ¿Y qué querés que le haga, si el tipo los agarró un día y les dijo que se iba a vivir con otra mujer, y que la otra estaba por tener un hijo y que de acá en adelante no contaran con él? Ni para la plata ni para nada...
- ¿Hizo eso?
- ¡Claro!
- ¿Y para qué hizo eso? ¿Qué necesidad tenía?
- No sé, preguntale a él. Los chicos tenían tres, cuatro y cinco añitos. Ahora, por suerte, ya son grandes, pero no lo volvieron a ver.
- ¡Qué barbaridad! ¿Y la casa de quién era?
- ¿Qué casa?
- La casa donde vos vivías. Cuando estaban todos juntos...
- Ah, era una casita que le había regalado su papá. Así que cuando se enloqueció con esa chiquilina, no tuvo más alternativa que irse. ¡Era la casa de sus tres hijos!
- Y la casa suya, también. ¿Ustedes estaban casados?
- No. Juntados, nomás.
- Ah!, entonces te regaló su casa. Bueno, le dejó la casa, que era su única propiedad, a sus tres hijos y a la madre de sus hijos. Por eso...
- ¿Por eso qué?
- Por eso les habló así. Les habrá dicho: chicos, yo tengo otra mujer, que está embarazada, y les dejo esta casa para que vivan con su madre. De ahora en adelante voy a tener que alquilar un lugar para vivir y no voy a contar con plata, para nada. Por eso no les voy a poder dar dinero. Ustedes cuentan con su mamá y con esta casa que les dejo...
- ¡Lo hacés parecer un santo!
- No, tanto no. Pero se portó muy bien con vos y con los hijos.
- ¡A nosotros nos abandonó porque estaba encaprichado con una adolescente... y para colmo la embarazó!
- ¿Qué edad tenía la adolescente?
- Diecinueve.
- ¿Y tu marido?
- Veintisiete.
- ¡Entonces eran más o menos de la misma edad! ¿Y ahora siguen juntos?
- Sí, por ahora le dura. No creo que llegue lejos. Tienen dos hijos.
- ¡Ah, son una familia constituida!
- ¡Familia era la que tenía con nosotros! Esto que tiene ahora, aunque esté casado por la ley, es un arreglo... qué se yo... precario. No va a durar, porque él bebe mucho y cuando está borracho le da por pegar...
- ¿Cuánto tiempo lleva con esta mujer?
- ¿No te dije? Once años. Cuando ella vea lo que es este monstruo, lo va a dejar. Además, sigue alquilando un departamentito de mala muerte. Sigue trabajando en un taller mecánico. Un desastre.
- Y para colmo vos le arrebataste la casa, los hijos y los padres.
- ¡Ay, no hables así! Me vas a hacer llorar.
- Es que fijate... él ya vivió con esa adolescente, que es mamá de dos hijos, más años que vos. Porque vos...
- Nosotros estuvimos juntos sólo cinco años. Yo fui madre muy joven.
- ¿Y formaste otra pareja?
- ¡No! Yo soy mujer de un solo hombre.
- Pero ese hombre es borracho, infiel y golpeador. Digamos que sos mujer de... ningún hombre. ¿No es cierto, Beatriz?
- Ahora sí, lo lograste, me hiciste llorar. ¡Machista!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario