sábado, 10 de noviembre de 2007

ROSARIO (ARGENTINA), CIUDAD PRODIGIOSA


Territorio abonado por una sólida tradición plástica, desde Fontana a Berni, dobló la apuesta por las nuevas tendencias con la apertura del Macro
Sábado 10 de noviembre de 2007 , adnCULTURA, La Nación. Buenos Aires, Argentina


En el mundo globalizado, el arte contemporáneo hace la diferencia. Hay ciudades que se destacan, casi exclusivamente, por las fortísimas apuestas que realizan a favor de las nuevas tendencias. Bilbao o Kassel no serían nombres familiares para el público culto si en la primera no se hubiera levantado la sede del museo Guggenheim, que diseñó Frank Gehry, o si en la segunda no se alojara Documenta, la mayor de las megamuestras del arte actual. En una escala menor, Rosario vive un proceso similar que la está convirtiendo en un potente centro argentino contemporáneo. Esta movida se apoya en un terreno abonado por una sólida tradición plástica, que incluye a algunos de los nombres más destacados de la primera mitad del siglo pasado: desde Leónidas Gambartes y Augusto Schiavoni hasta Antonio Berni o Lucio Fontana. Abundan también los artistas rosarinos entre los innovadores de la década del 60, que realizaron experiencias vanguardistas tan memorables como Tucumán Arde , una de las primeras manifestaciones del arte político.


Entre los más interesantes artistas actuales se encuentran muchos rosarinos, como Román Vitali, Daniel García, Nicola Costantino, Max Cachimba, Fabiana Imola o Leo Battistelli. Rosario cuenta con una importante oferta de espacios dedicados al arte: desde el tradicional Museo Castagnino hasta el más nuevo de los museos de arte contemporáneo (el Macro), pasando por el Centro Cultural Parque España (CCPE), uno de los principales foros para el debate y la difusión de las nuevas tendencias en la ciudad. La actual movida surgió hacia fines de la década del 90, cuando el crítico y curador Fernando Farina (director del Castagnino) comenzó a formar una importante colección, centrada en el arte argentino producido a partir de la década del 60. Hacia comienzos de este siglo, la colección había alcanzado tal envergadura que se hizo necesario crear una institución capaz de contenerla y, a partir de ella, difundir y reflexionar sobre las nuevas tendencias. Así surgió el Macro, dirigido también por Farina, en unos silos reciclados que se levantan a orillas del Paraná.
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Por Daniel Molina
Para LA NACIÓN

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