sábado, 20 de diciembre de 2008

LECTURA PARA LAS VACACIONES


Luis María Anson, de la Real Academia EspañolaEl Cultural, www.elcultural.es, España, 20Dic08
En el sabio de las literaturas, en el crítico literario, se asoma de repente el alma escondida del poeta. Miguel García Posada es, hoy, uno de los líricos españoles de más prolongado aliento. He leído Inclemencias con la misma emoción que me produjeron sus tres libros anteriores. Su impresionante poema a la ejecución de Sadam Hussein eriza la carne y es un espejo colocado delante de la sociedad hedonista que padecemos. El libro rezuma por todos los poros aciertos de concepción, una adjetivación sugerente, la deslumbrante metáfora, el sentimiento profundo. “Desdichado de aquel –escribe el poeta– que nunca tuvo o no retuvo, el triste, una flor palpitante en su memoria, pues empezamos a morirnos el día que la dejamos en los sucios desmontes del olvido”.Tenía atrasado Tú, a quien llamo amor de Nino Júdice, una antología traducida con ternura por Jesús Munárriz. Se trata de un poeta desdeñoso e interesante. Inés Pedrosa ha escrito con acierto sobre la nueva teoría de la pasión del escritor. Cada uno de los poemas de Júdice, afirma, “ilumina ese estremecimiento sísmico que nos lleva hacia el territorio enigmático del sueño y del ser”. La amada arrastra los ojos del poeta en un barco tan hondo como su propia muerte. Se recrea así la idea de Hölderlin, sobre el que Antonio Pau ha escrito un gran libro definitivo: El rayo envuelto en canción. He entendido la agria profundidad del poeta de los Himnos de Tubinga gracias al estudio maestro de Antonio Pau. Un ensayo fundamental.José Manuel Sánchez Ron hace tiempo que no me proporciona libros de ciencia accesibles para un lector no especializado. Así es que le he puesto los cuernos, entendiéndome con una científica ilustre, y he leído de un tirón Yo soy un extraño bucle de Douglas R. Hofstadter. El matemático, no sé si con más imaginación que ciencia, se adentra en extraños meandros especulativos para explicar que la consciencia, incluso el alma, puede surgir de la materia inanimada. El cerebro del hombre, afirma Hofstadter, en la traducción de Luis Enrique de Juan, puede sentir amor y tener amigos, con el regalo adicional de experimentar el vasto mundo que nos rodea. Ahí se instala el don de la consciencia. Me falta formación para juzgar científicamente este libro, que, en todo caso, fascina.Pocos intelectuales españoles se adornan hoy con el prestigio, el reconocimiento, la calidad de Antonio Fontán, sobre todo si tenemos en cuenta que no pertenece al circuito de los que militan en la izquierda política. El autor se adentra con Príncipes y humanistas en el estudio de escritores como Erasmo, Moro, Vives, Maquiavelo, Dantisco, Nebrija o el cardenal Margarit. No se puede leer deprisa el libro de Fontán. Es tan sugerente que exige la calma y la reflexión. Hay toda una vida de trabajo y serenidad del alma detrás de esta obra que el catedrático ha puesto en manos de sus lectores.He ojeado el Diccionario filosófico del Siglo de Oro de Julio Cejador en la edición de Abraham Madroñal y Delfin Carbonell. Conozco bien a este último que, a pulso y con escasos colaboradores, ha levantado una obra lexicográfica ingente. Su mano, su conocimiento, su buen sentido, están presentes en la versión del diccionario de Cejador que desborda erudiciones y saberes.Darío Villanueva es un sabio de la literatura. He conocido a pocos intelectuales con una cultura literaria tan sólida como la que exhibe el que fue rector de la Universidad de Santiago. En Las fábulas mentirosas ha agavillado seis ensayos enlazados por el lenguaje y la verdad poética de El Quijote. A caballo sobre la idea de Cervantes de que “tanto la mentira es mejor cuanto más parece verdadera”, Darío Villanueva cabalga al galope de su cultura por la galaxia de Gutenberg, por la razón de McLuhan al anticipar la aldea global de internet. Shakespeare y Sor Juana Inés de la Cruz, Román Ingarden y Alejo Carpentier, los autores españoles y americanos, se tienden en la mesa de operaciones para que Darío Villanueva haga filigranas con su bisturí literario.No son suficientes pero sí interesantes los libros que propongo al lector de El Cultural para que no pierda demasiado tiempo durante las vacaciones con los turrones y las cantinelas de la diversión obligada y estéril del fin de año.Luis María ANSON

No hay comentarios: