viernes, 19 de diciembre de 2008
SOLZHENITSIN REGRESA CON LA QUE FUE SU 'OPERA PRIMA'
La Vanguardia, Barcelona, España, 17Dic08
"Un día en la vida de Iván Denísovich" fue el relato pionero del Gulag y llegó a editarse, en 1962, en la URSS de Jrushov.
Rafael Poch | Berlín. Corresponsal . La editorial Tusquests lanzará en breve la edición de la que fue "opera prima" de Aleksandr Solzhenitsin, "Un día en la vida de Iván Denísovich". Se trata de un relato que narra la jornada de un preso en un campo de trabajo de la URSS estalinista y que logró ser editada en la propia Unión Soviética jrushoviana de 1962. Es un libro breve y estrictamente literario, sin concesiones al tono profético y explícitamente moralista habitual en el gran escritor ruso.
El protagonista de "Un día..." es un campesino, Iván Denísovich Shújov (el preso S-854), que emplea un ruso muy particular, muy rural y de pueblo, y con giros y términos bastantes complicados para el traductor. "He hecho hincapié en una gramática llana y sobretodo en un léxico muy directo", explica en Berlín Enrique Fernández, traductor de ésta y otras obras de Solzhenitsin. "Iván Denísovich Shújov emplea muchas frases hechas, cada vez que nos topamos en la traducción con un 'no está el horno para bollos', 'en menos que canta un gallo' o 'quedarse a dos velas', la traducción está reflejando la misma pegada que tiene el original", dice.
Residente en Ginebra, donde trabaja en la sede de la ONU, Fernández ha resuelto con oficio las complicaciones del texto. Para ello ha tenido que acuñar términos como "Loritos", "girallaves", "trabajas" y "pasamanos", para dar nombre a la fauna humana del universo penal estalinista. "Algunos ya los había acuñado al traducir el primer tomo del Gulag en los noventa y simplemente los mantuve. En todos los casos, se trató de hacer una apuesta, de inventar algo nuevo basándome en las definiciones que encontraba en diccionarios de germanía y jerga penitenciaria soviética. Al lector hispanohablante tenían que resultarle tan chocantes como al público ruso cuando los escuchó por primera vez y al mismo tiempo conservar en castellano la imagen, la ácida ironía de la jerga carcelaria".
Fallecido el 3 de agosto, el escritor ruso habría cumplido noventa años el miércoles pasado. Sometida a todo tipo de recortes y apostillas, la obra "definitiva" de Solzhenitsin está siendo editada desde hace años por Tusquets con traducciones directas del ruso, bien diferentes a las de los años setenta, cuando Solzhenitsin llegó a España literariamente desdibujado y políticamente estigmatizado como "reaccionario", por el mero hecho de narrar la verdad sobre uno de los grandes dramas del siglo XX ruso. Al lado de aquella epopeya, literaria y personal, que le convierte en un gigante, el hecho de que Solzhenitsin multiplicara hasta el absurdo el número real de víctimas de la represión estalinista resulta bastante anecdótico. Entonces aquellos datos eran imposibles de comprobar.
La evidencia documental de la era de 'terror estalinista'
Solzhenitsin manejó sesenta y hasta cien millones de muertos, pero la evidencia documental ha demostrado que entre 1921 y 1953 unos 4 millones de personas sufrieron la represión del sistema penal estalinista. De ellos, cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además se estima que otros 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes estrictamente "penales" de aquel sistema fueron 1,4 millones. En el momento culminante de la represión, durante el llamado "gran terror" de 1937-1938 en la URSS se practicaron nada menos que 2,5 millones de detenciones.
Fernández recuerda que "Un día en la vida de Iván Denísovich" fue el libro con el que Solzhenitsin se dio a conocer tanto dentro y fuera de la URSS. "Con él dejó de ser un maestro de escuela perfectamente desconocido. Paradójicamente, a la izquierda europea de la época les resultó mas incómodo vérselas con el libro que al propio Kremlin", dice. "Fue un libro que marcó un punto de inflexión e hizo posible la aparición de Archipiélago Gulag", explica. "Iván Denísovich fue el primer acto, la obertura. Lo gordo venía después... El Denísovich es una versión breve, en forma de relato, es mucho más ameno. En cambio el Gulag contiene todos los datos, fechas y lugares: es exhaustivo y metódico.
Preguntado que obra le gusta más de las dos, Fernández opta por el "Denísovich"; "es más entrañable", dice. "El Gulag, en cambio, es desgarrador, aunque tiene pasajes emocionantes, como el del fin de la guerra contra los nazis". Junto con Varlam Shalamov y sus incomparables "Relatos de Kolymá", tan bien cuidados por la sólida traducción de Ricardo San Vicente, el lector español dispone ya de la mejor edición sobre el Gulag soviético.
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