lunes, 7 de julio de 2008

GAVOI, LA ISLA DE LAS HISTORIAS


Los 3.000 pastores de un pueblo sardo animan un original festival literario
MIGUEL MORA - Gavoi
Todos los contrastes de la Italia actual -su entusiasmo y su desencanto, su simpatía y su imperfección, su amor a la cultura y el miedo a la deriva autoritaria- se han concentrado este fin de semana en Gavoi, un pequeño pueblo de Cerdeña.
Tres días de fiesta, reflexión, debates, lecturas y presentaciones de libros, exposiciones de fotos, cine y música, teatro infantil y juvenil, gastronomía y aguardiente de arándanos. Sucede cada año desde hace cinco en este empinado pueblo de 3.000 habitantes, la mayor parte dedicados al pastoreo de ovejas y cabras, situado en pleno centro de la isla, muy lejos del ostentóreo lujo de la Costa Esmeralda. La iniciativa es el sueño cumplido de la asociación Amigos del Libro, un grupo de lectores apasionados que eligieron estas montañas como refugio y decidieron llevar a sus autores favoritos hasta Gavoi, para convertirlo primero en la Isla de las Historias y después en el Festival Literario de Gavoi. Este año, el Festival ha convocado a 5.000 espectadores diarios y ha recibido a una treintena de autores, editores, ilustradores, fotógrafos, cineastas, actores, incluso magistrados. Ayer, día de la clausura, todos hablaban maravillas de la hospitalidad de la gente de la Barbagia, que suben y bajan las cuestas para festejar cada propuesta, escuchan y ríen, aplauden y luego comentan en los incontables bares.
Durante unos días, el pueblecito recuerda a aquel que dibujó José Luis Cuerda en Amanece que no es poco, y se echa de menos al argentino que plagiaba a Fulkner. Esta antigua Barbaria romana es una tierra dura y escarpada, pintada en verde y gris -el color del granito con el que se construyen las casas, suavizadas con geranios rojos-, plagada de nombres y dialectos que mantienen la huella de 400 años de dominación aragonesa. La región es famosa hoy sobre todo por sus quesos -el pecorino es una gloria-, aunque hasta hace no mucho fue hogar de bandidos y escenario de homicidios, vendettas y secuestros tan frecuentes como crueles. Para conjurar un asesinato violento sucedido este año en Orgosolo, la asociación que dirige el escritor sardo Marcello Fois decidió abrir cada sesión con la lectura de La vendetta barbaricina come ordinamento giuridico, un clásico de 1959, obra del antropólogo local Antonio Pigliaru, que puso por escrito los artículos del código (civil y penal) que rigió durante decenios la vida y la venganza en los montes de Cerdeña. "Tú me ofendes, yo me vengo" es el lema que inspiraba el sistema ético de los pastores, su código de guerra, compartido por todos porque daba certezas a la comunidad, incluida la resolución de problemas de todo tipo: bodas, lindes, robos... "Si tú me robas la cabra de leche que alimenta a mi familia, yo te mato". Sobre las reglas es el título del último libro de Gherardo Colombo, uno de los magistrados más respetados del país (Logia Propaganda 2 y Manos Limpias, entre otros muchos procesos), retirado el año pasado para dedicarse a hablar y a escribir. El sábado dialogó en el auditorio de Sant'Antiocru, 770 metros de altura, con otro ex juez mítico, Ferdinando Imposimato, instructor del caso Moro, y coautor de Doveva morire, Chi ha ucciso Moro (2008). Los dos, desde estilos absolutamente opuestos, más contenido Colombo, más fajador Imposimato, llegaron a similares conclusiones: Berlusconi encarna una pulsión italiana por saltarse las normas, y "su cambio soterrado de la Constitución" dinamita el Estado de derecho al eliminar el principio de igualdad y socavar derechos fundamentales. Zadie Smith y Efraín Medina Reyes, dos escritores mestizos a los que une su reciente traslado a Italia y la desobediencia de sus respectivas tradiciones, fueron estrellas de las Historias de otros lugares. Medina Reyes sedujo con su autoironía y su hilarante Carta al Hijo, que finalmente fue una hija y se llama Elisa y vive en Vicenza, una vez resuelto vía fecundación artificial el problema provocado por la lentitud de sus espermatozoides, "claramente latinoamericanos". La británico-jamaicana Smith dejó su estela sincera y obtuvo la complicidad general al confesar que, desde que llegó a Italia, ha sido "incapaz de escribir una línea". El flamante ganador del Premio Strega de este año, el debutante Paulo Giordano, físico turinés de 25 años, presentó La solitudine dei numeri primi (La soledad de los números primos), triste historia de amor adolescente entre una minusválida y un superdotado. Tras vender 200.000 ejemplares antes del premio, Giordano promete arrasar el que, según las cifras oídas en Gavoi, es el sexto mercado mundial que más libros vende.

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