domingo, 10 de agosto de 2008

EL YIN Y EL YANG DE PEKÍN DESLUMBRÓ AL MUNDO


AdnCULTURA, La Nación, Buenos Aires, Argentina, 08Ago08
China conmovió a una millonaria audiencia mundial. Imaginación, arte y mucho trabajo, fueron los ingredientes principales de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos
Por Susana Reinoso
De la Redacción de La Nación

¡Limpiaron el aire! Si algo le faltaban a los chinos para terminar de dejar al mundo boquiabierto era eso: limpiar la atmósfera. Pekín es una de las ciudades más contaminadas del planeta. Su paisaje permanente es el de una urbe en brumas, con una niebla que se cierne sobre personas, calles y edificios, noche y día. Bien vale una recomendación: como ocurre en la Ciudad de México o San Pablo, entre otras urbes de probada contaminación ambiental, ¡alérgicos, abstenerse! Pero ayer, durante la jornada inaugural de los Juegos Olímpicos, el cielo de Pekín exhibió un azul impecable. ¿Ficción o realidad? Nada fue más real, la noche en que China consiguió sumergir a una millonaria audiencia mundial en una dimensión onírica que será inolvidable. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, no pudo dejar de reconocerlo: "Es extraordinario el trabajo que han hecho para limpiar el aire durante los Juegos Olímpicos". ¿Cómo lo consiguieron? Con varias acciones. En Pekín, las autoridades suelen enviar cohetes a la atmósfera, que despejan el smog y disminuyen los niveles de contaminación del aire. Pero esta vez, además, plantaron millones de árboles entre el desierto de Gobi y Pekín, removieron de las calles y las rutas, centenares de autos contaminantes, cerraron estaciones de servicio con altos niveles de contaminación. "Ahora es más seguro para los atletas", dijo Rogge. Imaginación, arte y, sobre todo, mucho trabajo y paciencia china. La suma de todo dio como resultado una ceremonia tan deslumbrante como increíble. Todos los involucrados comenzaron a ensayar durante hace diez meses. La imagen del mundo suspendido en medio del Estadio Nacional y miles de chinos caminando alrededor parece una metáfora premonitoria. El cineasta Zhang Zimou, creador de películas como La maldición de la flor dorada, La casa de las dagas voladoras y Héroe, entre otras, fue el responsable de tan magnificente puesta en escena. Fueron 14.000 performers (artistas, actores y trabajadores) en escena. Fueron 29.000, los fuegos artificiales. Y 5000, los años de cultura china que ayer pasaron ante la mirada atónita de la audiencia global. Inventos como la pólvora y el papel, las dinastías chinas que alimentan la épica de su historia, el arte, el teatro y la música, todo fue articulado por el multipremiado Zimou en un relato de belleza singular. Precisión, armonía, preciosismo, todo convergió ayer en la puesta escenográfico-fílmica que Zimou inventó para que su país sea recordado, además, por esta fiesta. El encendido del pebetero olímpico no pudo ser más espectacular. Li Ning, el héroe moderno, el atleta ganador de tres medallas de oro para China en los Juegos Olímpicos de Los Angeles, voló sobre la parte superior del "nido de ave", como se conoce al Estadio Nacional, creando en los más de 90.000 espectadores, la sensación de que estaba corriendo y, de pronto, develó el secreto mejor guardado: encendió el gigantesco pebetero con la antorcha olímpica, mientras las cámaras de la TV estatal china, tomaban una vista aérea impresionante de Pekín, iluminada por los fuegos artificiales. Durante el desfile de las delegaciones de los 204 países participantes en los Juegos Olímpicos, resultó curioso ver entre los presentes, a mandatarios que alentaron el boicot al recorrido de la antorcha olímpica por sus países. Tal es el caso del presidente francés, Nicolás Sakozy, que aplaudió como un verdadero fan de los Juegos Olímpicos de Pekín. Y para que al mundo no le queden dudas de que en China nada se libra al azar, vaya este dato: tanto el Estado Nacional como la pileta olímpica han sido diseñadas de modo de ser el alma y el corazón de los Juegos Olímpicos. Ambas estructuras reflejan la filosofía china del equilibro: el yin y yang de Pekín.

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