viernes, 1 de agosto de 2008

PABLO PICASSO SEGÚN JOHN RICHARDSON : EL GENIO, LA BRUJA Y LA BELLA


El País, Montevideo, Uruguay, 01Ago08
Pedro da Cruz
Picasso había planificado su visita a Roma a principios de 1917 como un viaje de bodas, pero Irène Lagut, quien le había prometido casamiento, se arrepintió a último momento. El viaje lo realizó en cambio con Jean Cocteau. Ambos iban a colaborar con el director de los Ballets Rusos Sergei Diaghilev en la puesta en escena del ballet Parade, basado en música de Erik Satie.

Con esta anécdota comienza el tercer tomo de la biografía de Picasso escrita por John Richardson. Titulado The Triumphant Years (Los años triunfales), el volumen recientemente publicado analiza la vida y obra del artista entre 1917 y 1932. Richardson comenzó a escribir la monumental biografía hace más de veinte años. El primer tomo, sobre la niñez y juventud de Picasso (1881-1906), fue publicado en 1991, mientras que el segundo, sobre los años en que Picasso creó el cubismo junto a Braque (1907-1916), salió en 1996. Después de haber trabajado once años con el tercer tomo, el autor se plantea escribir un cuarto y último, en el que piensa comprimir los restantes cuarenta años de la vida de Picasso (1933-1973). Y tiene apuro, busca un coautor para su tarea, ya que con 84 años ha declarado que no quiere llegar a los 90 dedicado a lo mismo (entrevista en El País Cultural Nº 962). Una biografía, además de transmitir conocimientos sobre determinada persona, revela preferencias y antipatías del autor. Richardson conoció a artistas como Picasso, Braque y Léger en los años 50, cuando vivió con su amante y protector Douglas Cooper, crítico de arte y coleccionista especializado en arte cubista, en una villa señorial de Provenza: el Château de Castille. Hacia 1960 Richardson se radicó en Nueva York, y comenzó a escribir sobre Picasso, varios años después de la muerte del artista. Sus fuentes fueron familiares de Picasso. Jacqueline Roque, segunda esposa y viuda del pintor, aprobó el proyecto de una biografía, y dio acceso a Richardson a Notre-Dame-de-Vie, donde Picasso vivió sus últimos años. Bernard Picasso, hijo de Paul (único hijo legítimo del artista), le abrió los archivos de su abuela Olga Kokhlova. A su vez, Francoise Gilot, caracterizada por el autor como la más inteligente e independiente de las amantes de Picasso, le brindó valiosa información, así como también lo hicieron varios de los nietos del pintor. Hay que tener en cuenta que cada uno de los familiares debe de haber dado "su" versión de los hechos, ya que son miembros de una gran familia -en realidad cuatro familias - marcada por las rivalidades y las tragedias (el nieto Pablo, la viuda Jacqueline y la ex-amante Marie-Thérèse Walter se suicidaron después de la muerte de Picasso en 1973).
OLGA Y LAS DUQUESAS. Poco después de llegar a Roma, Picasso conoció a Olga Kokhlova, joven bailarina de 25 años de la que se enamoró. Él tenía 35, estaba solo después de la muerte de su amante Eva Gouel, y de las rotas promesas de casamiento de Gaby Lespinasse e Irène Lagut. Según Richardson, Picasso estaba determinado a casarse, a lo que se sumaba la presión de su madre Doña María, ya que en la familia aún no habían nacido herederos. Picasso y Olga volvieron juntos a París, y luego viajaron con la compañía de Diaghilev a Madrid y Barcelona, donde Picasso presentó a Olga a su madre. Se casaron en julio de 1918 en la Iglesia Ortodoxa Rusa de París. Richardson documenta detalladamente la colaboración de Picasso con Diaghilev, la que resultó en decorados para la puesta en escena de los ballets Parade (Roma, 1917), El sombrero de tres picos (Londres, 1919), Polichinela (París, 1920), y Cuadro flamenco (París y Londres, 1921). También escribe con profusos detalles sobre ramificaciones e historias paralelas, por ejemplo las relaciones conflictivas del empresario con los compositores, los bailarines, y su protegido y amante Léonide Massine, primer bailarín y coreógrafo de la compañía. Lo mismo sucede cuando describe la que Max Jacob llamó "época de las duquesas", cuando hacia 1921 Picasso y Olga frecuentaban los bailes organizados por los condes Étienne y Edith de Beaumont, y los amigos y rivales de éstos, los vizcondes Charles y Marie-Laure de Noailles. La acumulación de datos y anécdotas tiene como consecuencia que en algunos tramos del texto se pierda de vista a Picasso. Naturalmente, la figura de Olga ocupa un lugar muy importante en la biografía, así como lo hizo en la vida de Picasso. Luego de casarse, Olga no volvió a bailar en público, en parte porque tenía problemas en una pierna, pero fundamentalmente porque no era conveniente según su concepción burguesa. Entonces asumió con total dedicación su papel de Madame Picasso, el que trató de mantener hasta su muerte en 1955. Hacia fines de 1918 el matrimonio se mudó a un apartamento -que sería vivienda y taller- en el cuarto piso del 23, rue la Boétie, en una zona distinguida, por lo que los amigos de antaño criticaron a Picasso por abandonar la vida bohemia de la época de Montmartre. La imagen de dicha familiar se completó con el nacimiento de un hijo, Paul, en 1921. La vida acomodada se manifestó en las visitas de nobles y coleccionistas, bailes de disfraces, autos caros, chofer y mucamas. A partir de 1920 la familia pasaba el verano en la Riviera, en villas cada vez más grandes -las que Richardson describe con lujo de detalles- , ya fuera en Saint-Raphaël, Juan-les-Pins, Cap d`Antibes o Cannes.
CUBISMO Y CLASICISMO. Luego del abrupto fin de su colaboración con Braque en 1914, cuando éste fue enrolado a causa de la Primera Guerra Mundial, Picasso intentó buscar nuevos caminos para el cubismo sintético. Entre otros recursos, usó una técnica similar al puntillismo en obras que pintó en Roma y Barcelona en 1917. En Barcelona pintó Olga con mantilla (1917), en un estilo figurativo convencional, que también usó en Retrato de Olga (1918), en el que se ve a su esposa sentada en una silla que ella misma había bordado con flores. A partir de entonces, y durante varios años, Picasso iba a pintar simultáneamente obras en estilos opuestos: el relacionado al cubismo, y el de carácter figurativo, que derivó en una pintura clasicista de inspiración mediterránea. Richardson rastrea las fuentes de este último estilo tanto en las visitas que Picasso realizó en 1917 a Pompeya y Nápoles, donde lo impactó la Colección Farnese de mármoles clásicos -especialmente el Hércules- que vio en el Museo Nacional, como en los veraneos junto al Mediterráneo. En ese estilo pintó Dos desnudos (1920), Tres mujeres junto a la fuente (1921) y Flauta de pan (1923). Durante la misma época pintó los muy significativos Tres músicos (1921), culminación del desarrollo del cubismo, y La danza (1925), comienzo de una nueva etapa en su pintura. En el plano personal, el pintor comenzó a distanciarse de Olga, la que decidía todo lo relativo a la familia, y trataba de mantener al marido alejado de sus amistades de antaño. Olga tenía además un carácter muy diferente al de Picasso, a lo que se sumó que con frecuencia estaba enferma. Picasso decidió entonces separar el taller de la vivienda, por lo que en 1925 trasladó su taller a un apartamento en el quinto piso del mismo edificio en el que vivían. Cada uno tendría su dominio. Picasso trabajaba arriba, y bajaba sólo a dormir -en cama propia según Richardson-, mientras que Olga disponía del cuarto piso, pero prácticamente no tenía acceso al taller, en el que pronto se sucederían nuevas modelos.
PINTANDO A MARIE-THÉRÈSE. La mayor libertad de Picasso, con un taller que sería una arena de desafíos plásticos y sexuales, se reflejó en su pintura. La interpretación que Richardson hace de la relación entre la realidad y los motivos de las obras es bastante mecánica, una causa-efecto lineal, especialmente basada en una extrema sexualización de las obras de esta época. La mayoría de las formas ovaladas son caracterizadas como vaginales, y si incluyen cortas líneas a su alrededor son ejemplo de la temible vagina dentata. El autor no logra identificar, lo que por cierto lo decepciona, dos modelos que cree posaron para Picasso, las que identifica como la "modelo oriental" y la "rubia desconocida". Esta última sería la que aparece en la obra El artista y su modelo (1926), en la que la figura del artista, con la paleta en una mano, "aparentemente" le practica sexo oral a la modelo representada. En enero de 1927, cuando paseaba frente a las Galerías Lafayette, Picasso se sintió atraído por una hermosa joven con la que entabló conversación, prometiéndole que los dos harían grandes cosas juntos. Él tenía entonces 45 años y ella, 17. Marie-Thérèse Walter, hija natural de un industrial sueco, muy pronto se convirtió en la modelo principal y amante de Picasso. Fue el comienzo de una relación que duraría casi una década, y que resultaría en el nacimiento de una hija - Maya- en 1935. De ahí en más la figura de Marie-Thérèse fue el motivo principal del arte de Picasso, aunque Richardson dice haber identificado una serie de figuras femeninas de esa época como representaciones de Olga, lo que sería desconocido hasta el presente. Los amantes se encontraban en un apartamento que Picasso alquiló en las cercanías de la Estación Saint-Lazare. En el verano de 1927, después de instalar a su familia en Cannes, Picasso volvió a París a ver a Marie-Thérèse. Cuando regresó a la Riviera, realizó dibujos con motivos de metamorfosis, mezcla de falos y cuerpos de mujer, expresión de la pasión erótica que vivía con su amante. En 1928 los Picasso pasaron el verano en una villa en Dinard, en la costa de Normandía, mientras que Marie-Thérèse se alojó en una pensión para señoritas en las cercanías. Ese verano Picasso pintó unas veinte obras con motivos de bañistas jugando a la pelota en la playa, representación de Marie-Thérèse y sus amigas. El mismo motivo lo repetiría con variaciones en los años siguientes, por ejemplo en Bañista con pelota (1932). En algunas de las obras pintadas durante los veranos, uno de los motivos son casetas de playa, lo que Richardson atribuye a una de las obsesiones de Picasso, relacionada con que siendo niño habría visto por primera vez el vello púbico de una mujer en una caseta de una playa de La Coruña.
EL ESCULTOR. El estilo de Picasso de fines de los años 20 es considerado afín al surrealismo. Una de las obras más representativas de ese período es Crucifixión (1930), en la que reinterpretó la iconografía clásica, por ejemplo suplantando el soldado que clavó una lanza en el costado de Cristo por un picador, y pintando entre las figuras de María y María Magdalena un retrato de Marie-Thérèse. El análisis iconográfico de Richardson es en este caso muy interesante, como también importan los estudios de las obras contemporáneas con motivos de bañistas, entre otras Bañista sentada (1930) y Figuras en la playa (1931).
En los últimos capítulos del libro, una de las mejores partes del volumen, Richardson analiza la peculiar obra escultórica de Picasso. En 1928 éste realizó, con ayuda del escultor Julio González, una obra compuesta de varillas de hierro titulada Figura (Proyecto de Monumento a Guillaume Apollinaire), y al año siguiente Mujer en el jardín (1929), una réplica de la cual (realizada por González y Augusto Torres) el artista ubicó en el jardín de su castillo en Boisgeloup, al norte de París. Picasso compró esta propiedad en 1930, lo que le permitió instalar un amplio taller de escultura en el que creó una remarcable serie de cabezas y bustos de mujer - Marie-Thérèse una vez más- en 1931, año que Richardson caracteriza como annus mirabilis.
A LIFE OF PICASSO: THE TRIUMPHANT YEARS, 1917-1932, de John Richardson. Alfred A. Knopf. 2007. Nueva York, 592 págs.

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