miércoles, 20 de agosto de 2008

ENTRE EL ESTADO Y EL MERCADO. EL INCIERTO FUTURO DE LA BBC. EL DIFÍCIL EQUILIBRIO ENTRO LO PÚBLICO Y LO PRIVADO EN EL MUNDO DE LAS COMUNICACIONES.


Le Monde Diplomatique, 22 de julio de 2008 Por Jean-Claude Sergeant
La British Broadcasting Corporation (BBC) atraviesa un período difícil. En 2003, se puso en duda su objetividad durante la intervención británica en Irak. En la actualidad enfrenta una importante reestructuración: despidos, recortes presupuestarios y supresión de programas… La idea de un servicio público audiovisual se deshilacha.

Punto de referencia de los sistemas audiovisuales públicos, la British Broadcasting Corporation (BBC) fue investida desde su creación (en 1927) de una triple misión, fijada por su primer director general, John Reith: informar, educar y divertir. Ese tríptico se volvió con el paso de las décadas en sinónimo de exigencia y de calidad. Cuatrocientas horas anuales de ficción (dramaturgia) de producción propia, alimentan la programación de la “Beeb” de manera exitosa: los cuatro episodios semanales de Eastenders, crónica de la vida cotidiana de un barrio popular de Londres, logran una audiencia promedio de 41% (10 millones de telespectadores). Desde hace más de una década, la serie figura al tope de los programas más vistos del canal público. Por otra parte, la calidad se perpetúa en la adaptación de grandes obras literarias: Bleak House, basada en la novela de Dickens, en 2005; Cranford, de la novelista Elizabeth Gaskell, producida en cinco episodios en 2007; la primera, emitida por la BBC 1 un domingo a las 21 horas, atrajo cerca de 8 millones de telespectadores. La Carta Orgánica de la BBC impone una doble limitación: de un lado, reunir el público más amplio posible y poner el acento en la “diversión”; del otro, sostener un triple esfuerzo de calidad, estimulación intelectual e innovación. La innovación consistió en volver a poner de moda, en 2006, un programa de ciencia-ficción –Dr. Who– que había tenido su época de esplendor en la década del ’70. Su nueva versión, emitida los sábados a las 18:45, reúne regularmente a unos 6 millones de telespectadores. En materia de diversión, el programa Strictly Come Dancing relata las peripecias de un concurso de baile de salón, y obtiene porcentajes de audiencia de 30%, el domingo a la tarde. A diferencia de sus competidores privados, la BBC se mantuvo durante largo tiempo al margen de la tele-realidad; pero sin embargo hallamos ese espíritu en una emisión semanal de la BBC 1 importada de Estados Unidos: The Apprentice. El programa pone en escena las pruebas eliminatorias de un grupo de aspirantes a un empleo en la firma de Sir Alan Sugar, quien participa del panel de reclutamiento. La final de la última temporada, emitida el sábado 7 de junio por la BBC 2, logró una audiencia excepcional para el canal.
La Carta
El modelo de la BBC se basa en un contrato decenal firmado con las autoridades políticas –la Carta– y en la garantía del financiamiento público por medio del canon a la televisión que pagan los hogares. Pero las tablas de la ley se resquebrajan. Cuestionada por el gobierno y sometida a planes de economía, la Corporation se interroga sobre su perennidad. La Carta, renovada en 2006, asigna a la BBC seis nuevas misiones. En adelante deberá promover la civilidad y la cohesión social, aumentar el carácter educativo de sus programas, tener más en cuenta la identidad de los componentes del país, es decir, las comunidades, las regiones y las naciones (Inglaterra, Escocia, País de Gales, y en menor medida Irlanda del Norte). Además se sugiere a la “Beeb” abrir más su programación a las emisiones extranjeras y aumentar la difusión de sus programas en el mundo. Por último, la Carta confirma la responsabilidad del operador público en la digitalización total, que debe estar concluida antes de 2012.
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