sábado, 13 de junio de 2009
CRÓNICAS DEL PASADO: LA EXALTACIÓN DE UN PAÍS PUJANTE
La Nación, Buenos Aires, Argentina, 13Jun09
La prensa argentina del primer centenario de Mayo, en la mirada de un notable periodista español
Alfredo Escobar y Ramírez, marqués de Valdeiglesias Foto: Archivo
Por Miguel Ángel De Marco
Para LA NACION - Buenos Aires, 2009
En mayo de 1910, el país entero se entregó a exaltar el primer centenario de la revolución que lo encaminó hacia la independencia. Inauguración de grandes exposiciones, apertura de establecimientos educativos, funciones teatrales, conferencias de figuras de relieve internacional, llegadas para compartir festejos que contaron con la presencia de altos dignatarios de países amigos, mostraron la pujanza cultural de la Argentina. A la vez, un gran desfile y una impactante revista naval en que flamearon los pabellones de las principales naciones del orbe pusieron en evidencia el poderío militar de aquella República hasta poco tiempo atrás aislada y pobre. Algunos actos de violencia, incluida la explosión de una bomba en la velada de gala del teatro Colón, atribuidos a elementos anarquistas enturbiaron los festejos pero no lograron disminuir el contagioso entusiasmo de la mayoría.
El periodismo, desde los órganos principales hasta los más modestos, se vistió con sus mejores galas. LA NACION entregó un grueso volumen a sus lectores junto con la edición del día 25. La Prensa , El Diario y Caras y Caretas , por no citar sino algunos diarios de la Capital Federal, y varios de los ya importantes medios del interior, ofrecieron números especiales con abundancia de firmas conocidas.
Entre los visitantes extranjeros, como integrante de la numerosa y calificada delegación presidida por la infanta de España Isabel de Borbón (tía del rey Alfonso XIII, quien pronto ganó el fervor popular por su permanente sonrisa y su predisposición para participar en casi todas las ceremonias), llegó el destacado periodista español Alfredo Escobar y Ramírez, marqués de Valdeiglesias. Había heredado de su padre el título nobiliario y la dirección de La ...poca , uno de los diarios más importantes de Madrid. Su versátil pluma le permitía enzarzarse en ásperas polémicas con otros órganos de la época y escribir a la vez, con perspicacia y gracejo, excelentes crónicas del día a día. Aunque era abogado, casi no ejercía su profesión pues prefería, antes que las lides tribunalicias, el bullicioso quehacer de las redacciones y la hora de cierre que se prolongaba en cafés y clubes hasta el amanecer. El marqués también traía la representación de El Imparcial . Otros colegas cubrían los sucesos para La Correspondencia de España, ABC y el semanario Blanco y Negro .
Si bien estuvo en cuantas ceremonias se halló la Infanta, para ofrecer minuciosas informaciones muy al gusto de aquellos tiempos, Escobar y Ramírez quiso contemplar las interioridades de la gran urbe que asombraba por su ritmo y belleza. Junto a un periodista de primera línea que hizo de cicerone, el polígrafo y político Estanislao Zeballos, admiró la organización escolar, la majestuosidad de los teatros, de los grandes edificios públicos y de los palacios privados, como tantos otros rasgos que caracterizaban la capital de una nación pujante, cuya imitación por parte de España reclamaba en diferentes aspectos. También le produjo asombro el éxito alcanzado por algunos de sus paisanos que habían lograd0 posiciones expectables, sin que al parecer le preocupara demasiado la suerte de quienes, recién llegados, vivían precariamente en conventillos oscuros. Al referirse a la recorrida que los periodistas españoles hicieron por algunos órganos porteños, subrayó:
La prensa alcanza en Buenos Aires importancia extraordinaria. Si el desarrollo de ella pudiera dar idea del grado de progreso y cultura de un país, no hay duda de que Buenos Aires, con sus grandes periódicos, sería desde este punto de vista una de las primeras ciudades del mundo.
Mencionaba a La Prensa , LA NACION, El Diario Español y El Diario, "algunos de los cuales se publican con 20 y 24 páginas de gran tamaño, impresos en letras de cuerpo siete, nutridos de informaciones cablegráficas de todos los países del mundo", y observaba:
El número de periódicos que se publican en la ciudad del Plata es considerable. A los citados hay que unir varios más, como La Tribuna , La Razón , La patria degli italiani , The Standart , Deutche La Plata Zeitung , Le Courrier de la Plata y otros importantes también. En Rosario, en Córdoba y en otras ciudades ven la luz diarios muy leídos. Entre la prensa ilustrada, se destacan la excelente revista Caras y Caretas y el llamado P.B.T. .
Por lo que respecta a la prensa diaria, lo primero que llama la atención en ella es su abundante información. El servicio cablegráfico cuesta a estos periódicos grandes sumas. En lo que atañe a España, dicho servicio es muy completo. Desde los acontecimientos más importantes y trascendentales a los sucesos más menudos, todo es cuidadosamente recogido por el cable. Leer la sección española de La Nación, La Prensa o El Diario Español es casi como si se leyera cualquier periódico de Madrid.
Al visitar algunas de las redacciones, nos fijamos en un cartelito con el siguiente expresivo letrero: "No hay vacantes. Inútil presentar recomendaciones". Son tantos los pretendientes que llegan aquí, que no se les puede recibir siquiera, haciéndose preciso colocar los desilusionadores cartelitos.
El asombro de Valdeiglesias al ocuparse del lujo y comodidades, inusitadas para la época, que exhibía el palacio de La Prensa , lo mismo que sus medios técnicos y sus "consultorios gratuitos" para cualquier ciudadano que los requiriera corría parejo con la admiración que patentizaba hacia los demás diarios visitados. Definía a LA NACION como "el órgano sensato inspirado siempre en altos ideales de paz, de progreso, de patriotismo". Su edificio era hermoso, agregaba, y poseía modernas maquinarias. Dedicaba palabras de encomio al fundador, Bartolomé Mitre, y ponía en evidencia la política pacifista del diario en los momentos más ásperos del conflicto limítrofe que había llevado a la Argentina al borde de una guerra con Chile. Cuando regresó a su patria, a bordo del transatlántico Alfonso XII, Escobar y Ramírez reunió sus notas en un libro de 670 páginas que tituló Viaje de Su Alteza Real la Infanta Da. Isabel a Buenos Aires. Mayo de 1910 , hoy poco menos que inhallable, como expresión del respeto y la fascinación que había provocado en él el desarrollo de este país, ubicado entonces entre los primeros del mundo.
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