miércoles, 19 de septiembre de 2007

COSAS DEL TANGO... (I de II)


“Es dable apreciar que en estos últimos años se ha producido un verdadero “renacimiento” de la música emblemática de Buenos Aires. Basta para comprobarlo analizar la amplísima agenda que, diariamente, ofrece expresiones musicales y bailables atrayendo a los porteños t significativamente a los turistas”.

AL DECIR RENACIMIENTO
, no debe entenderse que en algún momento el tango murió, pero si tuvo un periodo en el que perdido vigencia masiva debido a diversos factores, entre los cuales uno muy importante fue la gran invasi6n de música foránea que sedujo a nuestra juventud. En la actualidad, la "muchachada" ha sido atraída a los bailongos y disputan la pista con los veteranos saboreando tangos. De esta manera conviven en armonía el estilo de la guardia vieja con el vanguardismo contemporáneo. En este marco resulta oportuno recordar algunos datos que hacen a la historia y evoluci6n de esta música que identifica a Buenos Aires como "la Reina del Plata". El tango ha tenido y tiene estudiosos e investigadores que han buceado en el tiempo y han seguido su desarrollo como fenómeno cultural y social desde el mismo nacimiento. Existe una muy respetable bibliografía que abarca todas las etapas y sus protagonistas. De ella surge que el origen del tango debe ubicarse por el ano 1880 y el lugar de gestaci6n en los llamados corrales viejos, zona que hoy es parque de los Patricios y sus adyacencias.
Allí, los criollos que se dedicaban al arreo y matanza de ganado para abastecer a la todavía Gran Aldea, tenían en las pulperías sus momentos de recreaci6n, entre mate y ginebra, naipes, riña de gallos y taba. Pero también, estaba el condimento de la música que surgía de las cuerdas de una "vigüela", un arpa y el acordeón de algún gringo. Las milongas y vidalas se fueron transformando con influencias de candombe, fandango y habanera, produciendo con el tiempo una mezcla que se empez6 a llamar tango. Y este ritmo mereci6 su danza, que en sus principios era entre hombres, hasta que se dio paso a las mozas. Así las parejas en palpitante abrazo le fueron dando una particular coreografía inventada sobre el piso de tierra apisonada. Desde los mataderos fue avanzando hasta sentar plaza en los arrabales de la ciudad, enriqueciéndose musicalmente, y es, por entonces que se van esbozando las clásicas figuras del compadrito, el guapo, el malevo y las percantas que se inscriben alrededor del tango.


Poco a poco se formaron conjuntos tangueros compuestos de guitarras, arpa, acorde6n, flauta y mandolina que amenizaban los bailes en los "piringundines" de la Boca, Barracas, Palermo y Recoleta antigua. La primera composici6n que cobró popularidad fue el tango titulado "Dame la lata", al que siguieron millares de obras que perduran hasta hoy.
En ese desarrollo, música y baile se fueron abriendo paso hacia el centro, no sin ciertas resistencias, puesto que esa forma de baile era considerada todavía como indecente por parte de la sociedad porteña. No obstante, fueron ganando adhesión los conjuntos que incorporaron más piezas surgidas de la inspiración de tantos compositores y especialmente con la incorporación de un instrumento que se convertiría en la base fundamental del tango: el bandoneón. Este instrumento que fue creado por un señor de apellido Band en Alemania, apareció en Buenos Aires por el año 1870, traído seguramente por algún inmigrante que lo cargó desde Hamburgo. Aquí tuvo una rápida aceptación entre los músicos y según se registra, el primero en ejecutarlo públicamente, en un café de la Boca, fue un tal “Pardo Ramos Mejía”. El llamado “ fueye” en el léxico tanguero, se transformó en un símbolo y sus ejecutantes fueron distinguidos en las distintas épocas y han sido apreciados casi con culto como ocurrió con Arolas, Maglio “Pacho”; Greco; Ciriaco Ortiz; Mafia; Laurenz; Troilo y Piazzolla.
Vale acotar que recién en 1944 se comenzaron a fabricar bandoneones en el país y el primero fue probado por Anibal Troilo “Pichuco” en una ceremonia rodeado de colegas de la talla de Canaro, Discépolo, Razzano y Fresedo, entre otros populares músicos. Volvemos atrás en el tiempo. A principios del siglo XX, el tango ya tenía auditorios en cafés, confiterías, cantinas y boliches por toda la Capital con proliferación de orquestas que, al ya mencionado bandoneón , agregaron el piano (1905) con lo que al compás del dos por cuatro se hizo favorito del gusto porteño. Así “El Choclo” y “La Morocha” abrieron una senda que cruzo el Atlántico y sentó base en Paris casi con tenor de virulencia. En la Ciudad Luz, causo una revolución y la música que venia de la Argentina fue adoptada con todo entusiasmo a tal punto que la moda creo un "vestidotango" para las damas que lo bailaban y una tela que se llamo "color tango". Desde la capital francesa continuo viaje a toda Europa produciendo variadas reacciones. En Italia causo preocupación al Vaticano, a tal punto que la Santa Congregación de la Disciplina de los Sacramentos se reunió para decidir si " podía absolverse a los pecadores que eran acusados de bailar el tango". El Papa Pío X lo considero un pecado. En España el rey Alfonso X lo elogiaba con inocultable entusiasmo. En tanto que el zar Nicolás II se intereso por esa música nueva que bailaban los nobles de su corte. Se cuenta que en una reunión protocolar en 1912 donde recibía a los embajadores de distintos países, cuando se presento nuestro representante, exclamo:
-“Argentina ... jOh, el tango!” (Continuará el sábado)
Hugo Giberti

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