viernes, 14 de septiembre de 2007

EL CODIGO DANTE ALIGHIERI (I de II)


“Con la aparición de la novela “El Código da Vinci”, reforzada con eficiente marketing y apoyada masivamente por el cine, la sociedad occidental ha sido sacudida por misterios, secretos y enigmas de vieja data que hacen al concepto del dogma cristiano y a la Iglesia Católica. Pero Dan Brown por medio, lo que pocos saben es que en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires existe un código tanto o más interesante que el de Leonardo: El código Dante”.
Si uno se para frente a la vidriera de cualquier librería en estos tiempos, va a encontrar como centro luminoso esta exitosa novela “El código Da Vinci”, y junto a ella una serie de reediciones o nuevas obras que se relacionan con códigos, sociedades secretas, hermetismo, mitos, leyendas y por sobre todo mucha fantasía. Cristo y su relación con Maria Magdalena, los evangelios apócrifos, el Santo Grial, el Santo Sudario, los Templarios y otros temas concordantes sugieren al lector, que ha sido estimulado por la novela de marras, a informarse más y a buscar respuesta a tantos interrogantes. Pero sin entrar en críticas u observaciones al Código Da Vinci, voy a tratar de presentar en estas líneas un código que no requiere mayores conjeturas, conexiones forzadas ni fórmulas de exagerada ficción, pues está al alcance de todos y es simplemente el que nos dejó ese genio florentino con su obra cumbre: La Divina Comedia. En general todos conocen a Dante Alighieri por haberlo estudiado en la materia literatura en el colegio secundario, por ser un renovador de la poesía y por darle a los italianos su idioma, el “dolce stil novo”, al cual fue puliendo básicamente del toscano hasta enaltecerlo como lengua nacional. Pero sin ánimo de establecer comparaciones por oposición, pues admiro a Leonardo Da Vinci en igual medida, Dante, según sus biógrafos más documentados, fue uno de los intelectuales más excepcionales de su tiempo. Su obra literaria es sobresaliente, pero debemos agregar que fue además teólogo (erudito de la Biblia), filósofo, astrónomo, astrólogo, matemático, filólogo, naturalista, historiador, músico y dibujante. Al margen de estas capacidades fue político y diplomático, ocupó cargos en el gobierno de Florencia, y participó como militar en numerosas luchas y batallas de su época. Lo que poco trasciende de esta multifacética personalidad, porque no existen certeras pruebas documentales, es que fue el más celebre “iniciado” de la Edad Media.
Según varios estudiosos e investigadores como Aroux, Reghini, Hutin y R.Guénon, entre los principales, Alighieri fue miembro de una sociedad secreta denominada “La Fede Santa”, orden tercera de filiación templaria. Con este dato podemos comenzar con el esbozo y el por qué de su código. Durante ese largo período histórico que constituyó la Edad Media, la religión dominó todo el quehacer del hombre. Fue un tiempo teocrático en el que toda actividad manual, artesanal o intelectual estaba regida por la fe. La institución Iglesia junto con el Papado, los obispos y el clero, era la administradora del control social pues no sólo tenía el poder espiritual sino también el temporal, vale decir, el predominio sobre cualquier autoridad laica, sean emperadores, reyes o Estados. El valor de la doctrina impuesta por Roma estaba por encima de toda razón y los eclesiásticos defendían la absolutez de su verdad creando una subcultura que sólo se basaba en Dios. Dante Alighieri nació en esta época, en el año 1265 y como tantos otros hombres que se ilustraban merced a su alto nivel intelectual, a pesar de profesar la fe católica encontraban incomprensibles las barreras que la Iglesia ponía en el progreso de las distintas ciencias. Por eso resulta aceptable que se refugiara y adhiriera al esoterismo, a encontrar en las sociedades secretas el ámbito propicio para desarrollarse en el conocimiento que la autoridad religiosa prohibía por entender que menoscababa la fe. Como evidente opositor a las directrices arbitrarias del Papa Bonifacio VIII, escribió un tratado “Monarquía”, en el que con exégesis bíblica expuso sus ideas sobre las relaciones entre el papado y las autoridades civiles, señalando que el primero no debía entrometerse en asuntos seculares ni debía interferir el desarrollo de la sociedad hacia la libertad y el progreso. Esto le valió ser condenado a la hoguera, de la que se libró merced a la gestión de amigos y de su prestigio, pero no lo salvó de ser desterrado de su patria, la ciudad-estado de Florencia. En su exilio escribió su obra máxima: “La Commedia”, la que años más tarde y luego de su muerte fue rebautizada por Boccacio como “La Divina Comedia”. No vamos aquí a transcribir su temática, pues se sabe que se trata del viaje imaginario del propio Dante, llevado por una exuberante fuerza, que en su género, es una obra única e irrepetible por su perfección literaria. Pero sí y muy sintéticamente vamos a resaltar algunos aspectos o “claves” que en mi personal opinión le dan al mensaje categoría de “código”. Justamente Reghini, nombrado en líneas anteriores, opina que la comedia es “una alegoría metafísica-esotérica que vela y expone al mismo tiempo las fases sucesivas por las cuales pasa la conciencia del “iniciado” para alcanzar la inmortalidad”. Recordemos que el poema tiene estructura ternaria: Infierno, Purgatorio y Cielo o Paraíso. El Infierno representa al mundo profano, el Purgatorio comprende las diversas pruebas iniciativas que debe pasar el miembro de la logia una vez aceptado y el cielo es el Cenit al que se llega, la perfección que a través del amor y la sabiduría da el conocimiento de Dios, la salvación eterna, la inmortalidad. A lo largo de la obra surgen toda clase de elementos que califican el esoterismo, tales como doctrinas paganas, gnósticas, cátaras, árabes y herméticas. Lo mismo ocurre con símbolos, algunos del hermetismo cristiano: la cruz, la rosa, el águila, la escala de las siete artes liberales y el pelícano. A ello se suman el simbolismo de los números y cifras que aparecen. Por ello la obra, más allá del sentido literal que puede ser interpretado como filosófico, teológico y moral tiene su significado más profundo que se oculta a la lectura simple y que el mismo autor explica: “ ¡Oh Dios los que de la mente os sentís sanos mirad bien la doctrina que velada/se encuentra en mi verso en los arcanos”. El mensaje codificado es en síntesis un llamado aleccionador a la humanidad sobre las verdades de la fe y de la forma en que puede comprenderse a Dios, descubriendo una cosmovisión del hombre para alcanzar la virtud y la pureza mediante el conocimiento y la sabiduría. (Continuará, con el apasionante tema de “El Código Alighieri en Buenos Aires)
Hugo Giberti

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