viernes, 1 de mayo de 2009

RESCATAR A LECUONA, EL MÁS UNIVERSAL DE LOS MÚSICOS CUBANOS


Por Mercedes Santos Moray* El sistema editorial cubano abarca plurales intereses y géneros. Sin embargo, dentro del volumen de lo publicado, debiera ampliarse más aquel registro ensayístico donde se exploran las raíces de la cultura en la Isla, y en especial del ámbito musical, que es la zona de mayor relieve a escala internacional y también la expresión más popular.De ahí que cuando llega a nuestras manos libros como Ernesto Lecuona, del musicólogo Jesús Gómez Cairo, amén del disfrute de su lectura, nos sentimos recuperados, o mejor, escuchados; al tiempo que nos adentramos en un espacio que enriquece nuestro espíritu y conocimientos, más cuando se trata de la vida y la obra de quien es el más universal de los músicos cubanos.La selección, preparada y prologada por el musicólogo Jesús Gómez Cairo, es una recopilación de estudios y valoraciones de críticos y especialistas sobre las diferentes facetas de la creación de Lecuona, tanto en su calidad de compositor como de concertista desde su maestría reconocida en la pianística no sólo cubana, sino a escala mundial.Uno de los mayores aportes de este cuaderno es haber reunido, desde una visión plural, nada tendenciosa, diversos análisis de los valores estéticos y también sobre la trascendencia espiritual que, para la identidad cultural cubana, tuvo y tiene la obra de Lecuona.Desde su genialidad, al escribir su primera composición con sólo 12 años, y al estrenar su danza La Comparsa,

verdadero clásico de la música cubana, con sólo 17 años, Ernesto Lecuona no sólo continuó la tradición de la escuela de piano, desde el siglo XIX, gestada por Saumell y Cervantes, entre otros, sino que sumó su virtuosismo y su autenticidad en la interpretación del instrumento para el que compuso páginas antológicas.Creador también del teatro musical en el siglo XX, tanto en el género de la zarzuela y la opereta como de las revistas y de otras manifestaciones, autor de obras antológicas como María la O, Niña Rita y El cafetal,

integró la gran triada junto a otros maestros como Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, figuras fundacionales del teatro lírico nacional.En el cuaderno, con el que la musicología cubana comienza a saldar una antigua deuda con Lecuona, se destacan puntualmente sus valores extraordinarios y se reconoce que fue este compositor el primero que asumió “la noción explícita de lo afrocubano, de lo cual fue el primer músico en hablar, y sobre todo, en expresarlo a través de sus composiciones.”Sus vínculos con la danza y la presencia en su obra de música expresamente creada para ballets, la trascendencia de su cancionística que dio títulos tan reconocidos y aplaudidos, a escala planetaria como Siboney, Siempre en mi corazón, Damisela encantadora,



los vínculos esenciales en su obra, signada por principios comunicación con el público, de elementos populares y de dominio de las más depuradas técnicas composicionales, así como su presencia en el cine hablan también del amplio horizonte sonoro de Ernesto Lecuona.América y Europa lo aplaudieron desde su juventud como sucedió cuando se presentó, en 1916, y con sólo 21 años, en el Aeolian Hall, y en el neoyorquino teatro Capitol para estrenar su danza Andalucía, ejecutada por la Orquesta Sinfónica conducida por Erno Rapee, con Eugene Ormandy en el violín, o cuando al piano el propio Lecuona, años más tarde, interpretó Rhapsody in blue y recibió el aplauso emocionado y agradecido del propio George Gershwin. El cuaderno incluye además de los estudios musicológicos y de otras vertientes relacionadas con la danza, un conjunto de testimonios de quienes conocieron, personalmente, a Lecuona o han devenido en discípulos del maestro desde la interpretación de su rico legado musical.Nombres como los de la poetisa y Premio Cervantes de Literatura Dulce María Loynaz, , de pianistas como Chucho Valdés Huberal Herrera, Frank Fernández y Nelson Camacho, o de sus intérpretes más destacados entre las que se encuentran María de los Ángeles Santana, Rosita Fornés, Gladys Puig y Pedro Arias, entre otros, dan al libro un perfil más íntimo y subjetivo, de profunda sensibilidad humana, donde no sólo se destacan los valores el artista, sino de la amistad y del amor, de la generosidad del gran músico; quien, al decir del norteamericano Thomas Tirino, uno de los más apasionados intérpretes de Lecuona, el maestro “combinaba la elegancia aristocrática y el sabor de la gente de pueblo. En sus obras está el ritmo, el estilo, y la sensibilidad de la cultura de Cuba.”

* La autora es periodista, escritora y biógrafa de José Martí.

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